Periodista y escritor boliviano, a lo largo de su extensa carrera ha trabajado en Radio Suecia Internacional y como corresponsal en la ex Yugoslavia, Oriente Medio y América Latina. Ha sido también enviado especial a Rusia, colaborando con medios latinoamericanos como Milenio de México. Entre sus obras destacan: La historia se escribe ayer (Ed. Rosalmes), Sobrevivientes (Réquiem para el siglo XX) (Ed. Correveidile), ensayos sobre Oriente Medio para revistas especializadas, Tomasa, finalista del Premio Internacional Kipus (Bolivia), Carlos el lector (Ed. Adarve), El eco de los gritos (Ed. Verbum / Kipus / Saturn) y Trapos manchados de sangre (Ed. Ópalo).

ISBN: 979-13-87909-36-9
ISBN digital: 979-13-87909-37-6
Depósito legal: M-22923-2025
Número de páginas: 306
Formato: 150×230
Autor: Carlos Decker-Molina
Sinopsis:Una indagación profunda en las razones de la sinrazón: ¿por qué Vladímir Putin decidió invadir Ucrania? Impensable porque antes del 24 de febrero de 2022 el mundo parecía haber desterrado las guerras de conquista. Las economías estaban entrelazadas, el comercio era global, la inteligencia artificial avanzaba con fuerza y la comunicación digital multiplicaba la interdependencia. En ese contexto, una guerra de corte imperial resultaba anacrónica. Sin embargo ocurrió. Desde entonces el mundo ya no es el mismo. La guerra ha reconfigurado alianzas, debilitado instituciones y despertado viejos fantasmas. ¿Qué vigencia tienen hoy la ONU y los acuerdos internacionales? ¿Existe aún un verdadero multilateralismo o asistimos al retorno de las zonas de influencia, los imperios y los bloques ideológicos? Los efectos de este conflicto se sienten como un terremoto político global. Emergemos en una época donde, como escribió Gramsci: «lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer» y en ese interregno aparecen los monstruos. ¿Ha muerto el atlantismo? ¿Europa resurge como potencia militar? ¿Son los BRICS una alternativa real desde el sur global? ¿Estamos presenciando el declive de EE. UU. y el ascenso definitivo de China?… Esta obra no pretende dar respuestas definitivas, pero sí ofrece una ruta: la del análisis, la observación y la memoria. Una invitación a pensar el mundo que viene —o el que ya llegó— y que difícilmente será mejor que el que se desvaneció en la madrugada del 24 de febrero.
Género: Ensayo. Historia contemporánea.
Háblanos un poco de ti
Nací en Bolivia, país que dejé forzado por el exilio en los años setenta. En aquella época, los periodistas no éramos bienvenidos por los regímenes militares que se multiplicaban en el continente. El exilio me llevó primero a Chile, luego a París y finalmente a Argentina, de donde salí en 1976, tras pasar por la cárcel militar, rumbo a Suecia, el país donde decidí quedarme definitivamente.
En Radio Suecia trabajé durante varias décadas en la Unidad de Lenguas Extranjeras, donde fui reportero, enviado especial, corresponsal y, más tarde, jefe de redacción. Fue una gran escuela que me permitió conocer de cerca las realidades del Medio Oriente, América Latina y la entonces Unión Soviética.
Desde mi jubilación en 2004, me dedico plenamente a la escritura: novelas, cuentos y ensayos donde se cruzan el periodismo, la memoria y la ficción.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas de La guerra impensable?
Creo que en el libro están las razones y las sinrazones de la guerra. Intenté comprender por qué, en pleno siglo XXI —el siglo de la globalización, la digitalización y la inteligencia artificial—, una guerra en Europa podía parecer tan anacrónica. La guerra impensable es, ante todo, una búsqueda personal por entender cómo el siglo de la hiperconectividad volvió a ser el siglo de la destrucción.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
En la pregunta. He tratado de explicarme por qué Rusia decidió invadir Ucrania. ¿Fue realmente, como se dijo, una “desnazificación”? ¿Una respuesta al cerco de la OTAN? ¿Es la Rusia de Putin una continuidad de la de Yeltsin o de Gorbachov?
De esas interrogantes surgieron las primeras páginas del libro. Con el tiempo entendí que los efectos de esta guerra no son solo europeos: son globales. El mundo se ha convertido en un rompecabezas al que le faltan piezas, y nadie parece saber dónde encontrarlas.
¿Qué quieres transmitir a través de este libro?
Varias cosas. En primer lugar, que Rusia no es la Unión Soviética. Algunos simpatizantes de Putin aún confunden los sistemas solo porque la historia asocia a Rusia con el comunismo.
Por otro lado, después de cincuenta años viviendo en Europa, conservo una vocación europeísta, pero también una mirada crítica. Creo que la idea gaullista de una Europa capaz de pensar y decidir por sí misma —sin depender de Estados Unidos— sigue siendo una necesidad urgente. Esa sospecha de independencia se transformó en certeza con la llegada de Trump al poder.
Finalmente, La guerra impensable sostiene que el mundo no volverá a ser el mismo. No volveremos al tiempo anterior al 24 de febrero de 2022. Hemos entrado en una etapa incierta, y la incertidumbre —lo sé bien— es la placenta donde se gestan los canallas.
¿Cómo describirías tu trayectoria como escritor desde la primera publicación hasta esta última?
He publicado varias obras con vuestra editorial. Una de ellas, Tomasa, fue finalista del Premio Internacional de Novela Kipus en 2014, lo que me abrió el camino para seguir escribiendo.
Siempre he dicho que el periodismo y la literatura son hermanastros: tienen la misma madre —la curiosidad—, pero padres distintos. Uno es cervantino e ilustrado; el otro, un cronista que vive al borde de la urgencia.
En mis novelas y cuentos he intentado narrar lo que vi como reportero y lo que sentí como exiliado latinoamericano en Europa. Después de tantos años, no sé si soy un inmigrante o un afuerino. Lo cierto es que esa condición doble, estar “aquí y allá”, me inspira a contar historias que también viven entre dos orillas.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
En español leí Los ingenieros del caos, del italiano Giuliano da Empoli, para entender esta era posideológica. Luego releí Tango satánico, del reciente Nobel de Literatura, László Krasznahorkai.
Actualmente estoy leyendo Allt har en smak av aska (Todo tiene sabor a ceniza), de mi colega sueca Cecilia Uddén. Es un testimonio sobre sus años como reportera en Israel y Gaza, antes y durante la guerra. Aún no tiene traducción al español, pero su lectura es imprescindible para entender la dimensión humana del conflicto.
¿Y ahora qué? ¿Algún nuevo proyecto?
Sí. Trabajo en un libro de cuentos que puede leerse también como una novela, pues todos los relatos transcurren en un mismo pueblo: Itapaya, un lugar que ya no existe. En la segunda parte, sigo la vida de sus habitantes dispersos por el mundo: una diáspora de afuerinos entristecidos, desconfiados, pero aún capaces de amar y de vivir de otra manera.
