Ernesto Viarde

 

Ernesto Viarde. Editorial Adarve, Editoriales de España

Ernesto Viarde nació en Barcelona, ciudad en la que vive, el mismo día en que Osama Bin Laden lo hacía en Riad; pero no se preocupen, a pesar de esta alarmante coincidencia, nos consta que Ernesto es buena persona. Eso de la astrología es un cuento.

Ernesto estudió de jovencito en el Liceo Francés de Barcelona y posteriormente en Bellaterra Ciencias de la Información, carrera que consiguió aprobar tras cinco duros cursos, partidos por la mitad a consecuencia de un inesperado llamamiento a filas que le llegó en plena curda el día de Nochevieja de 1977 (¡para incorporarse al día siguiente, día 1, a las nueve de la mañana!).

Tras un brillante servicio a la Patria en la bella isla de Tenerife, concretamente en Los Rodeos, en la Unidad de Seguridad y Custodia (USC), unidad para la que no hubo ningún voluntario y a la que tuvieron que llevar a todos a la fuerza (al menos les dieron boina), Ernesto regresó a Barcelona bastante más moreno de lo que se había ido catorce meses antes.

Barcelona. Editorial Adarve

Panorámica de Barcelona

Una vez acabada la carrera, Ernesto tuvo la oportunidad de incorporarse al Servicio de Recaudación de la Diputación de Barcelona. Ya tenía intención de escribir y el hecho de que el ilustre don Miguel de Cervantes hubiera sido recaudador de impuestos le pareció una señal que no debía ser ignorada.

Un día de 1990 que andaba por ahí paseando, un viejecito arrugado que debía tener casi cien años y se desplazaba a duras penas se acercó a él y le dijo: «¿Podría usted ayudarme a cruzar la calle, joven?», y lo dijo señalando hacia la calle Aragón, una de las más anchas y con más circulación de Barcelona (ocho carriles en aquella época). Ernesto, claro, pensó que el viejo estaba de broma, pero lo miró bien y… no, el hombre hablaba en serio: ¡quería cruzar realmente aquella calle! El caso es que el bueno de Ernesto lo ayudó a hacerlo (sobrevivió milagrosamente, eso sí) y, horas después, recordando la anécdota al amor de un cubalibre, se le ocurrió plasmar en un cuento aquella aventura tragicómica. El cuento, de nueve folios, se llamó La gran travesía.

Unos meses más tarde, el Ayuntamiento de Castelldefels convocó un concurso de relatos al que Ernesto se animó a enviar La gran travesía con el título Barcelona 92 (eran tiempos de olimpiadas). A este certamen, cuyo premio eran 75.000 pesetas, se presentaron unos noventa cuentos. Ernesto lo ganó y ello lo animó aún más a seguir escribiendo relatos, sobre todo humorísticos, macabros y terroríficos, a veces todo ello a la vez. También envió algunos cuentos a otros certámenes, resultando ganador en dos ellos, el Premio de Relato corto de humor de Nou Barris (Barcelona), con el cuento Tiempos difíciles, y el Premio de Relato con tema La cultura y la música del Caribe que convocó la discoteca Antilla Cosmopolita y al que Ernesto envió un cuento llamado Compay Verde. Ernesto nunca llegó a cobrar el premio de este certamen por incumplir una condición planteada en las bases (estar presente en la sala el día de la entrega de premios: al concurso se habían presentado más de cien relatos. Un día de mayo que Ernesto estaba ya con todo listo para salir de viaje le llegó la comunicación de que era uno de los 25 finalistas del premio, que se iba a entregar aquella misma noche. ¿Qué hacer? ¿Salir ya de viaje o esperar al día siguiente por si resultaba ganador? Pues Ernesto pensó que seguro que la discoteca ya tenía el premio dado y que sería para un amiguete y que, si ganaba, caramba, le darían el dinero igual, ¿no? Y se fue de viaje. Pues no: ganó, sí; pero no cobró un duro. Es más, no se enteró hasta unas semanas más tarde de que había sido él el premiado; fue cuando leyó el cuento en la revista de la discoteca, que se distribuía entonces en varias tiendas de discos. Por un lado, Ernesto estaba contento de haber ganado y de ver su cuento publicado -acaparó más de treinta ejemplares de la revista-, pero por otro se indignó por aquella indelicadeza de no comunicarle su victoria -más le dolió lo del dinero que no cobró, claro; primero llamó a la discoteca poniendo voz de buena persona, que a ver si había alguna manera de… pero le dijeron que tururú, Marilú, si querías cobrar, haber venido; luego, tras consultar a prestigiosos abogados gratuitos llegó a la conclusión de que las bases de un concurso son sagradas y que al participar se aceptan explícitamente y que por lo tanto no había nada que hacer-. En fin…).

En 2004 Ernesto Viarde emprende (tras leer Les Diablogues et autres inventions à deux voix de Roland Dubillard, un libro exclusivamente de diálogos -comentados- para la radio y el teatro) la tarea de escribir un libro de diálogos. Algunos de ellos se convierten en una serie con los mismos protagonistas, le salen cómicos, absurdos, dramáticos, de ciencia ficción… Hay un viejecito que tiene por costumbre ir a entierros de desconocidos, un abogado honesto, un teniente y un brigada durante la Guerra Civil, un marido y su esposa de clase alta, el hermano de ella que es marino mercante, dos niños maletes, un matrimonio de clase media, un compositor de canciones bohemio, un premio Nobel de literatura, una telefonista fea con voz encantadora, un taxista, un sacerdote provinciano, dos emprendedores mangantes, un baloncestista negro, su esposa (que juega al balonmano), un ciclista, un iluminado que quiere montar el negocio del siglo, un viejo empresario asqueado de los suyos, un androide, un pillo argentino (no podía faltar), una locutora y un locutor de radio que son amantes, la esposa de este último, y muchos más, incluyendo al propio Ernesto, que se convierte en uno de los protagonistas de su propia obra. En total son 70 diálogos que, aun siendo muy diferentes entre sí, guardan siempre alguna relación directa o indirecta entre ellos, conformando finalmente una pequeña historia de la Humanidad que va desde la Guerra Civil española hasta un lejano futuro. Ernesto pone punto final a la obra en junio de 2006.

Por motivos que se explicarán más adelante, Ernesto no escribe nada (literariamente hablando, e-mails sí) entre 2006 y 2015 (hubo rumores incluso de que pudiera haber fallecido), dando inicio a mediados de 2016 a la primera de las cuatro novelas que tendrían al cabo Heredia de la Guardia Civil como protagonista (Un cabo suelto; luego vendrían: La llamaremos Lina, Operación Pitbull y Se come de puta madre, en Asturies).

 Aficiones: Ernesto realiza desde 1981 un programa de radio cuyo tema principal es la música en concierto. El espacio se nutría, al principio, de grabaciones en vivo, oficiales y piratas, conseguidas en las tiendas. Este programa, que se llamó en sus inicios Superconcierto y actualmente se llama EL CHIVATO, pasó por diferentes emisoras (Ràdio Garraf, Ràdio Santa Coloma…) se emite cada jueves por la noche (de 20 a 22 horas) en Ràdio Ciutat Vella de Barcelona (100.5FM, Internet, IVOOX), siendo la actual la temporada número 31 del programa en esta emisora.

En relación con este programa de radio (que, por cierto, aparentemente “inspiró” la creación de otro similar en Catalunya Ràdio), Ernesto no se conformó con las grabaciones oficiales y piratas que podían encontrarse en las tiendas y, a partir de 1983, le cogió afición a grabar conciertos de tapadillo, fragmentos de los cuales luego ponía en sus programas. Estuvo acumulando cintas y grabaciones hasta que en 2006 decidió duplicar, digitalizar y catalogar todos sus conciertos, muchos de los cuales aún conservaba en casetes. Esto lo mantuvo ocupado los diez años de que hablábamos antes durante los cuales no escribió ni un miserable cuentecito.

Hoy en día, eso sí, Ernesto presume de tener un archivo de grabaciones exclusivas (la mayoría de conciertos en Barcelona, aunque también las hay de lugares exóticos como el mismísimo Village Vanguard de Nueva York) constituido por 1300 conciertos de pop rock y otras músicas y 1223 de jazz.

Otra afición de Ernesto, esta mucho más reciente, con ocasión de la publicación de La llamaremos Lina y de la consiguiente creación de un Facebook a su nombre, y con la sana intención de atraer público a su página, es la de dibujar viñetas cómicas (pueden verlas en FACEBOOK Ernesto Viarde). También ha ilustrado la última aventura del cabo Heredia (Se come de puta madre, en Asturies).

Rasgo más sobresaliente de su personalidad: La modestia.

Portada del libro La investigación de Stanislaw Lem. Editorial AdarveAutores preferidos y por quéA esta pregunta, Ernesto no puede contestar. Cada época de su vida ha tenido su autor de cabecera: Enyd Blyton, Agatha Christie, Poe, Kafka, Lem, Calvino, Wodehouse, Chevallier, Auster, Pennac, Lodge, Nothomb, Pérez Reverte, Millás, García Márquez, Mendoza, Landero… La ciencia ficción hard en general le chifla, así como el humor, naturalmente, y los policíacos inteligentes como los de Fred Vargas. Hay autores prácticamente desconocidos que le encantan (Felipe Hernández, Felicien Marceau…) y otros con mucha fama con los que se atragantó en su primer intento (Vargas Llosa, Bolaño, Borges, Rulfo, Marías…), ignorándolos desde aquel momento. Ernesto detesta particularmente las novelas nórdicas de crímenes, las relacionadas con misterios de personajes famosos (Da Vinci, Poe, etc.) y las películas de cámara en mano.

Su obra favorita de otro autor: Difícil pregunta también. Tal vez la novela que más veces ha leído Ernesto sea La investigación, de Stanislaw Lem. A Lem le encantaban los problemas sin solución, para los que buscaba soluciones racionales (ver también La fiebre del heno) y también los dilemas éticos en mundos ajenos (ver Edén y/o El Invencible).

Obra propia favorita de Ernesto: Uno no hace distinciones entre sus hijos. Le gustan todos.

Su estilo literario: El humor, evidentemente. Un estilo muy poco valorado. No hay en España concursos ni colecciones específicamente de humor. El resultado es que aparecen pocos libros; aunque de vez en cuando sale alguno que tiene éxito (Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, por ejemplo), el panorama en este campo es patético, sobre todo teniendo en cuenta que en tiempos de dictadura (años cuarenta, cincuenta, sesenta…) el humor era el estilo que triunfaba en España en el teatro, sobre todo, pero también en la novela y en revistas como La Codorniz.

Una cita de un autor que le guste: «La vida es como un grajo, igual estás arriba como te vas para abajo», de Francisco Ibáñez.

Obra en la que se encuentra trabajando en la actualidad: Ernesto está actualizando y abreviando Llenando Almohadas con la vista puesta en una posible reedición en 2021 o 2022.

Algo sobre su manera de entender este mundo: Ernesto cree que el mundo se va a ir al carajo. Vamos hacia un futuro en el que gobernarán en la Tierra los Trump, Gil, Berlusconi, Bolsonaro de turno. Los que griten más fuerte y tengan más dinero arrasarán. Y los problemas del planeta, a esta gente, se las pela. Además, aunque alguien honesto gane unas elecciones y gobierne, sabe que tiene cuatro o cinco años únicamente para hacer cosas y no va a tomar ninguna medida impopular (lo son casi todas las que pueden salvar el planeta) que le pueda impedir ser reelegido.

Sus proyectos inmediatos: Preparar las reediciones de LLENANDO ALMOHADAS, de LA GRAN TRAVESÍA Y OTROS CUENTOS UN PELÍN BESTIAS y de YO SOY AQUEL NEGRITO Y OTROS CUENTOS DE MUY MAL GUSTO.

 

 

 

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