Eric Elmer

 

Tengo 22 años y vivo en una casa con ruedas. Desde hace tiempo, visualizarme en una caravana en dirección a ninguna parte sin nada más que hacer que conducir y escribir y seguir conduciendo se había convertido en una de esas ideas estancadas en el fondo de mi mente. Y aquí estoy.

Nací en Mallorca, en un pueblo junto a la costa en el que se hablaba más alemán que castellano. Siempre se me han dado bien los números. Yo iba a ser físico, o matemático; hasta que un día empezó a aborrecerme esa tediosa exactitud. Sucedió mientras cursaba el primer año de Ingeniería. Así que decidí dejar la carrera e irme a Suiza a trabajar. En Suiza me despidieron al cabo de una semana, encontré otro trabajo, volvieron a despedirme, tuve una época de ludópata empedernido en la que me pasaba las noches jugando a las cartas en casinos, y entonces la realidad me golpeó, perdí unos cuantos miles de euros, me fui a un templo budista de Tailandia y desde entonces intento ser escritor.

Aficiones: He tenido muchas aficiones diferentes: desde boxear a tocar la guitarra, la escalada, el ajedrez… Lo que no cambiaba era mi determinación un tanto obsesiva por esas aficiones. Cuando boxeaba, el boxeo era lo único que me importaba. Cuando tocaba la guitarra, las notas empezaron a sustituir las palabras.

Ahora sigo haciendo música, o jugando alguna partida de ajedrez, pero ya no existe esa presión.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: La figura del escritor siempre me había atraído. La magia, la introspección, el romanticismo. Pero lo que realmente busco es la libertad. Puedo estar una semana sin escribir, o un mes, o encerrarme en una habitación y pasarme día y noche durante cuatro días seguidos escribiendo a base de café. Puedo estar en un pueblo de España o en la cima de una montaña del Tíbet.

Cuando escribo, siento que soy un poco más dueño de mi propio destino.

Vistas de Mallorca

Autores preferidos y por qué: Últimamente prefiero los libros escritos en primera persona. Me siento más cerca de la historia, como si estuviera en un rincón de la mente del protagonista. Esa sensación es la que trato de acariciar. En ese sentido, el autor que más me ha impactado en el último año ha sido Jack Kerouac. Cada vez que leo una página de alguna de sus novelas me entran ganas de intentar plasmar la vida de una forma tan intensa y precisa como él.

Tu obra favorita de las que has escrito: Por ahora he publicado dos libros y el tercero pronto estará a la venta. De esos tres, el único que se gestó sin que la presión por publicarlo influenciara en ningún momento fue Todo o nada. Quizá no sea mi mejor libro, no lo sé; pero sin duda fue con el que más disfruté escribiendo.

Tu estilo literario: Mi obra es una especie de drama realista que se desencadena sin ningún hecho extraordinario hasta que la presión acaba haciendo estallar a los personajes. Para mí, es importante ofrecer algo de mí mismo en lo que escribo. A veces vuelco mi personalidad entera, a veces solo las manías, los sueños. Depende de lo aburrido que esté dispuesto a ser. Pero, en general, simplemente creo que intento escribir el tipo de libro que me gustaría leer.

Una cita de un autor que te guste: «Nos acercábamos a la vida, pero sin llegar a poseerla».

Justo ayer estaba leyendo Pregúntale al polvo, de Fante, y cuando leí esta frase tuve que pararme para anotarla y sentir cierta envidia sana.

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Desde que terminé de escribir Sumergida en mí he estado trabajando en relatos largos: Disociación interna, Pasos en falso, Diario de un (ex)ludópata. Tengo ganas de empezar mi próxima novela, pero antes quiero experimentar con unas cuantas ideas para comprobar si valen la pena o si tendré que usar sus respectivos manuscritos para calentarme en la caravana.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Veamos. Suelo tener la sensación de que la mayoría de las personas que conozco viven en una burbuja de jabón, en un cuento, atrapados, y lo peor es que nos da igual. Nos decimos que no a nosotros mismos, pero lo más fácil continúa siendo seguir la corriente. Dejarnos llevar. Puede que suene un tanto pesimista. Es solo que creo que bajo la felicidad que nos venden no hay más que un agujero de ambición. Como darle una pastilla de éxtasis a una persona deprimida para que pueda seguir engañándose un rato más.

Tus proyectos inmediatos: Mi objetivo es seguir escribiendo y conseguir vivir de ello. Soy consciente de la dificultad, de la competencia. A veces, cuando entro en una librería, me paro un momento para observar todas las estanterías repletas de obras, y entonces me pregunto si mi objetivo no es más que un delirio de grandeza. Puede ser. Pero, mientras continúe sintiendo sobre mi pecho la necesidad de vomitar las palabras que llevo dentro, seguiré intentándolo.

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