Carlos Manuel Lorenzo. Madrid, 1959. Estudia Ingeniería Naval en la ETSI Navales de Madrid y se desarrolla profesionalmente en consultoría informática y sistemas de gestión, como director de línea de negocio de utilities en el área de Latinoamérica y director en Europa, Norte de África y Oriente medio. También trabaja como responsable de control de gestión de energía eléctrica en España, México, República Dominicana y Kenia. Todo ello le permite conocer diferentes culturas y adquirir una mirada ecléctica y original sobre las distintas realidades. Ávido lector, entre sus publicaciones se encuentra Historias breves con trazo grueso, publicada por Editorial Adarve en 2023.
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ISBN: 979-13-87612-48-1
ISBN digital: 979-13-87612-49-8
Depósito legal: M-3330-2025
Número de páginas: 330
Formato: 150×230
Autor: Carlos Manuel Lorenzo
Sinopsis:
En diciembre de 1938 el científico alemán Otto Hahn realiza un experimento que prueba la fisión del núcleo de uranio al bombardearlo con neutrones. El servicio secreto francés recluta a Céline Boudreaux, prostituta con una antepasada africana, para que se infiltre en la alta sociedad norteamericana; Estados Unidos era aún un país neutral. La joven comienza a trabajar para Torkield Rieber, presidente de TEXACO y conocido simpatizante de los movimientos fascistas. Conoce a un millonario neoyorquino, amigo de Rieber, con el que se promete en matrimonio. Céline sabe del interés alemán en la fisión y viaja a Francia y Alemania, donde pasa varios meses. En aquella peripecia se enamora de un intérprete de jazz y da a luz un hijo al que pierde la pista cuando es capturada por la Gestapo. Finalmente regresa a los EE.UU. para encontrarlo, trayendo información relevante sobre el proyecto Uranverein.
Mucho más que una novela, esta obra retrata a una sociedad tan convulsa como interesante.
Háblanos un poco de ti
He encontrado en la escritura una forma de plasmar las experiencias de toda una vida. Adarve me publicó mi primera obra con 63 años cumplidos, la colección de relatos: Historias breves con trazo grueso. Ahora, con 65, he dado otro paso más con este gusanillo aletargado que tenía desde chaval. Publico mi primera novela: Céline. Estudié ingeniería, pero siempre me han atraído otras ramas del saber: Física, Astronomía, Genética, Historia, Literatura, Dibujo y Pintura, entre otras. La historia y puede que la psicología, que ha conocido por mi hija Ana, me han aficionado a investigar las peculiaridades del ser humano.
Inicié mi actividad profesional en programación, en los ochenta, en Cobol y con terminales de fósforo verde conectados a un ordenador central enorme. Yo he visto las tarjetas perforadas, que a los chavales de hoy en día les sonarán a Historia Antigua. Las capacidades gráficas de aquellos equipos y sus prestaciones harían reír a cualquier niño con una videoconsola.
Sin embargo, me permitió tener una carrera profesional rápida, en la que visité diferentes lugares. Viví durante dos años y medio en Uruguay, un país donde yo me he sentido como en casa, pero recorrí casi casi toda Latinoamérica.
Mis inquietudes no se han limitado al mundo de los negocios, esos viajes son, muchas veces, muy poco más que ir de aeropuertos a hoteles con estándares internacionales, visitar oficinas amuebladas casi de la misma manera y hablar con hombres vestidos de traje y corbata. Yo siempre he encontrado la manera de escaparme y tratar de comprender el alma de los lugares que visito.
De ahí, pasé a ser responsable de un área geográfica apasionante desde el punto de vista cultural: Europa, Norte de África y Oriente Medio. Viajar a esos países con los ojos bien abiertos, llena el equipaje de experiencias.
Más adelante, he desarrollado actividades relacionadas con aspectos técnicos y de gestión.
Céline es producto de todas estas experiencias, que te obligan a contemplar los hechos desde numerosos puntos de vista. Surgen más preguntas que respuestas y encuentras muchos datos interesantes, que se suelen orillar cuando se componen los relatos que conforman la Historia. La Historia no es lo que es, es lo que te cuentan de Mikel Herrán y varias novelas de Alfonso Mateo-Sagasta me han abierto los ojos a que, por muy serio y profesional que sea el historiador, su obra es una narración de los hechos del pasado, pero no de todos, sino de los que él escoge condicionado por sus creencias, prejuicios e intereses. No hay prevaricación, porque estas influencias anidad en el subconsciente. Siempre hay otras lecturas y otros datos realmente impactantes por descubrir y ese viaje es tan atractivo como los que he realizado físicamente durante toda mi vida.
¿Qué podremos encontrar entre las páginas de Céline?
Céline es una novela histórica bien documentada, que se mantiene fiel a lo conocido sobre los personajes reales que aparecen en ella, sin permitirse licencias. Sin embargo, aprovecho los personajes de ficción para investigar muchos aspectos de la realidad poco conocidos, porque quedan fuera del relato habitual de la Historia.
El tema principal es una trama de espionaje, que gira alrededor de las intenciones de Alemania para poner en marcha un programa nuclear. Sus primeros indicios se producen con el descubrimiento de la fisión nuclear por parte de Otto Hahn y su ayudante Fritz Strassmann, pero los interpreta una mujer: Lise Maitner, junto con su sobrino: Otto Frisch. El elemento curioso de la historia es que Meitner y Frisch habían tenido que huir a Suecia, por ser judíos y estaban dando a la Alemania nazi información crucial. Son hechos reales, no ficción.
El hilo conductor de la trama es el personaje ficticio de Céline Boudreaux, una prostituta negra de Lousiana que recluta el servicio secreto francés. Su misión era informar a sus patrones sobre cómo evolucionaban las tendencias bélicas en la alta sociedad americana. Es una mujer inteligente y atractiva que se ve envuelta en el descubrimiento de la carta de Paul Harteck, asesor de la Oficina de Armamento del Tercer Reich, planteando la posibilidad de convertir la fisión nuclear en el arma más potente conocida. Esta carta existió.
Pero también nos habla del racismo en Estados Unidos y en Alemania, de los amores de la protagonista con un músico de jazz con el que tiene un hijo, que le arrebata la Gestapo y de los esfuerzos que hace por recuperarlo.
Como subtrama adicional, nos descubre el mundo del jazz en Francia, tan lejano al de Nueva Orleans, donde nació. Contrasta su carácter de música popular en Luisiana, con el carácter elitista, entroncado en las vanguardias artísticas y culturales, de la Ciudad de las Luces.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
El personaje de Céline Boudreaux es, además del hilo conductor, el que la dota de mayor interés. Una mujer que trata de alzarse desde la miseria hasta la élite económica norteamericana. Es un personaje lleno de contradicciones entre lo que es ético o no, y sus límites. Una de esas personas que se encuentran, sin desearlo, en el ojo del huracán y se ven forzadas a decidir entre su conveniencia o el bien general.
Por otra parte, el programa nuclear alemán es una gran incógnita en sí mismo, que aparece de forma recurrente en las películas que tratan sobre la bomba atómica. Se habla de él como una amenaza. Tiene una fuerza dramática y un interés excepcionales, para una trama de espionaje. ¿Quisieron fabricar de verdad la bomba atómica? Hubo científicos alemanes que vislumbraron esta posibilidad, sin embargo, los regímenes políticos crean una tela de araña de ideología que a veces se convierte en una venda para los ojos. La camarilla de científicos que aconsejaba a Hitler tachó la física cuántica y la física de partículas de Ciencia Judía. Persiguió con frecuencia a quienes trabajaban en estas disciplinas, unas veces por ser judíos, otras porque su visión trasnochada del universo hacía que los enfrentasen a la «legítima» Ciencia Aria. Apodaron a Werner Heisenberg, el jefe del segundo Uranverein, como «el Judío Blanco» ¿Cómo de cerca estuvo Alemania de conseguir la bomba? El equipo del segundo Uranverein incurrió en errores que los alejaron absolutamente de la posibilidad. Alguno de ellos lo cometió Walther Bothe, uno de los científicos más perseguido por los defensores de la Ciencia Aria. Heisenberg renunció a la fabricación de la bomba y se centró en la construcción de una reactor nuclear. El SIS (Secret Intelligence Service, predecesor del MI6) lo sabía desde 1942.
¿Qué quieres transmitir a través de este libro?
Como ya he comentado en la presentación de mi anterior libro, Relatos Breves con Trazo Grueso, me gusta moverme por aquellas zonas de la Historia que las narraciones habituales suelen orillar.
La Segunda Guerra Mundial se suelen presentar como si los bandos enfrentados formasen parte de los ejércitos de El Señor de los Anillos. El Nazismo fue absolutamente monstruoso en la ideología y en la práctica, pero ¿Alemania era sólo el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán? Definitivamente, no. Hay personajes que merecen otro lugar en la Historia. Otto Hahn, con sus luces y sus sombras; Walther Bothe; Fritz Strassmann, que ocultó durante años en su casa a una pianista judía; Max Von Laue, con su oposición abierta al nazismo y a Johannes Stark, el defensor de la Ciencia Aria; Werner Heisenberg y sus intentos por retrasar la fabricación de la bomba; Hans Fritz Scholl, que se enfrentó al nazismo repartiendo panfletos en la universidad, lo que le costó la vida; Paul Rosbaud, «El Grifo», el espía que informaba a los aliados de los avances tecnológicos alemanes.
También es interesante desarrollar cómo evolucionó la postura norteamericana respecto a la entrada en la guerra. Franklin Delano Roosevelt ganó las elecciones presidenciales con el compromiso de la no intervención. Aquella era una guerra europea que se tenía que resolver al otro lado del Atlántico. Numerosos personajes importantes de la economía norteamericana mantuvieron actividad comercial con las potencias del Eje, incluso tras la invasión de Polonia. Hasta el ataque a Pearl Harbour, la entrada en guerra no se había decidido.
En cuanto al racismo, también está lleno de luces y sombras: la legislación americana que prohibía los matrimonios interraciales se extinguió definitivamente en 1978, aunque la Corte Suprema de los Estados Unidos las declaró inconstitucionales en 1967; las leyes nazis que permitieron la persecución de las minorías raciales, consideradas inferiores; la trasposición de estas en Italia, que resultó definitiva para que Enrico Fermi huyese a Estados Unidos y se convirtiese en una figura crucial del proyecto Manhattan; las leyes de eugenesia que costaron la esterilización obligatoria de 20.000 mujeres en California; el Darwinismo Social, que buscaba la preservación de la raza blanca, era una teoría propugnada por un grupo liderado por un sobrino de Darwin y que apoyaba el propio Winston Churchill.
Por eso resulta tan esclarecedor y atractivo que el personaje principal sea una mujer negra que puede ocultar su condición racial. Esto se ha tratado ya en el cine y es realmente estimulante. Permite poner de manifiesto las leyes de «Una Gota», en el sur de Estados Unidos, que obligaban a declararse de raza negra a personas con un antepasado remoto venido de África, aunque fuesen blancas en un 99%.
Es la Historia que nadie cuenta, porque no encaja bien en la secuencia causa-consecuencia que resulta tan simple y fácil de explicar.
Por otra parte, el personaje, su lucha, al principio para prosperar en la vida saltándose las barreras que se lo impedían, pero luego, para recuperar al hijo que le habían arrebatado, está llena de situaciones dramáticas en un mundo articulado sobre una ideología colonial que comenzaba a tambalearse.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
El paso de la colección de relatos a la novela es un salto de calidad muy exigente. La definición del arco de los personajes profundo, dramático, cargado de matices, es algo a lo que el escritor de relatos no está acostumbrado. Sin embargo, mi pasado en el cuento me permite el diseño de capítulos cortos, lo que dota a la obra de gran dinamismo.
Como en todo proceso, no he dejado de aprender. Cada libro me aporta recursos, porque, ahora, la lectura se ha convertido en un proceso crítico y de búsqueda. Tengo mucho que aprender y seguiré haciéndolo.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
La Reliquia, de José maría Eça de Queiroz. Ahora escojo mis libros con otros criterios. No busco tanto que me entretengan como que me enseñen y este autor me lo ha recomendado una persona en cuyo criterio literario tengo mucha confianza: Álvaro Fierro
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Mi último proyecto está basado en un personaje de esta novela: Chad Harris, el detective privado. Voy a escribir una serie de novelas policiacas basadas en él. Ahora estoy con su primera época, que comienza en 1920 y termia en 1929. Transcurre en la ciudad de Toronto.
Pero antes, voy a recopilar varios relatos y voy a sacar un nuevo volumen de Relatos breves con trazo grueso.
Ya he terminado mi novela de ciencia ficción Las tres esferas, cuya publicación estoy valorando.