Cubano de nacimiento y nacionalizado español, es licenciado en Historia por la Universidad de La Habana y productor ejecutivo de espectáculos de música, teatro, danza, radio y televisión en la Universidad de las Artes de La Habana. Su primer libro publicado, Memorias de un confinamiento (Ed. Atlantis, 2021), fue presentado en la Casa América de Madrid.

Vivo actualmente en Rosario, Argentina. Estoy casado y mi chico es un diplomático español destinado en Argentina, razón por la que ahora andamos por el país de los gauchos y del mítico Gardel.
Tengo 52 años, soy nacido en Cuba y soy español por elección. Vengo de un pueblito colonial fundado en 1506 en el interior de la isla colmado de leyendas de piratas que asolaron aquellas tierras, fantasmas de asesinos y vengadores y de amores imposibles que lloran su desdicha por las antiguas calles del pueblo, al mejor estilo del realismo mágico de Gabriel García Márquez. Todo ello estoy seguro de que ha conformado mi imaginario desde que comencé a hacer mis primeros intentos como escritor, con apenas 13 o 14 años.


Lo primero que escribí fue poesía, luego me arriesgué con cuentos (gracias a una antología de Guy de Maupassant sacado de la biblioteca del pueblo) y también me atreví con un par de novelas que nunca concluí, una de ellas de ciencia ficción, sobre todo por no tener confianza en mí mismo ni la guía de alguien que me dijese si lo hacía bien o no. Carecía de incentivo alguno para conseguirlo.

Seguí creciendo y continúe escribiendo, sobre todo para mí mismo. No tenía ningún interés en mostrar todo lo que iba poblando mis libretas, cada hoja en blanco que caía en mis manos. Luego la vida me llevó al servicio militar y dejé un poco la escritura, aunque siempre seguí leyendo empedernidamente. Adoro leer y lo hice desde muy joven porque siempre fui un niño muy solitario, sin hermanos ni grandes amigos que me hiciesen apartarme del delicioso placer de la lectura. Hoy no me arrepiento de haber estado encerrado permanentemente en ese magnífico mundo de papel, con fabulosos viajes, personajes e historias increíbles a través de la palabra escrita.


Ya siendo un adulto abandoné mi pueblo natal para irme a La Habana, comencé a sentir que aquel lugar seguro me quedaba pequeño, estaba convencido de que había un mundo completamente diferente fuera de él y quería descubrirlo. Creo que la literatura me hizo diferente, ni mejor ni peor, solo diferente. Me hizo ser curioso, observador e interesado en todo aquello a lo que no tenía acceso, desde el arte, la cultura universal y la historia. Por ello quizás acabé estudiando Historia en la Universidad de La Habana. En mis años habaneros trabajé durante más de quince años como productor musical, primero de una banda de música y luego en una Universidad especializada en arte. Allí colaboré con las cinco facultades -música, danza, teatro, cine, radio y televisión y artes plásticas.


Mi primer libro publicado llegó con la pandemia. No estaba siquiera en mi imaginación intentar publicarlo, como siempre no creía que valiese la pena, no creía en mí. Un buen amigo escritor me dijo que lo intentase, y lo mandé sin muchas esperanzas a varias editoriales. En pocos días cuatro de ellas me mostraron su interés en mis «Memorias de un confinamiento», todavía me cuesta creerlo. Al publicar mi primer libro, me sentí pleno al asumir que ese podía ser mi oficio, y decido entonces mostrar mis poemas, tan íntimamente guardados, solo para mi, bajo siete llaves. Así aparece, gracias a la editorial Adarve, mi primer poemario, «El imperfecto mapa de la Vía Láctea».


Mis principales aficiones son leer, escribir y viajar. Y, siempre, recordar, por eso amo escribir y fotografiar. Adoro la fotografía, desde que siendo niño me regalaron una cámara analógica y ha quedado en mí esa manera de contar, de recordar. En algún momento debería desarrollarla aún más. Adoro el diseño: utilitarismo unido a belleza, ese binomio define bien mis intereses. Y por encima de todas las cosas adoro viajar. Antes lo hacía a través de la literatura, ahora tengo la enorme suerte de hacerlo de verdad. No puedo dejar de mencionar la cocina. Me encanta, y creo que se me da bastante bien, especialmente la comida cubana.


Rasgos de mi carácter que me definen: soy tímido, al menos al principio, padezco un terrible miedo escénico (soy incapaz de leer mis poemas en público). Soy perfeccionista, impaciente, un poco caótico y desordenado.  Me gusta trabajar en equipo, pero pierdo la paciencia rápidamente cuando algo no sale como esperaba.


Como no solo voy a decir lo malo, soy muy leal como amigo, me encanta cuidar y cultivar la amistad, la familia que uno va eligiendo a lo largo de la vida. Soy muy generoso, al menos eso dicen los muchos y buenos amigos que me rodean. Suelo tener poca confianza en lo que hago, me cuesta mucho creer en mí mismo. Creo que eso ha sido fundamental y explica por qué he tardado tanto en intentar labrarme una carrera como escritor.


Ni siquiera creo que hubiese tenido un deseo expreso de ser escritor, ni siquiera creo que me hubiese atrevido a pensarlo.  Para mí los escritores, a los que tanto leía y respetaba y  sigo haciéndolo, eran lo más parecido a dioses para un ateo redomado como yo, eran inalcanzables y a la misma vez tan cercanos y entrañables porque en cada libro dejaban una parte importante de sus propias personalidades.


Yo en un principio solo tenía el impulso de escribir, de dejar por escrito muchas veces lo que veía, lo que sentía, lo que soñaba, o cómo querría que fuesen las cosas que soñaba e imaginaba y tenía casi la certeza  de que escribirlo hacia que fuese real, al menos en el papel. Con el paso de los años continué escribiendo, pero nunca creí que lo que hacía tuviese valor literario, lo cierto es que todavía hoy me asaltan las dudas. Tuvo que llegar un buen amigo -un excelente escritor- y decirme que lo intentara, que veía algo entre la hojarasca. Al publicar mi primer libro, comienzo entonces un proceso de búsqueda consciente de intentar hacer de la literatura un oficio. El adolescente que fui ya era escritor, pero el hombre en qué me convertí no se atrevía a dar ese paso.


Mis escritores preferidos son muchos y van desde Lev Tolstói y su enorme capacidad de meterse en la psicología humana y desnudar todo un sistema social pasando por Alejo Carpentier con su riqueza de imágenes tan visuales y un léxico profundo, continuando con Virgilio Piñera, Hemingway, al que leí de muy joven, al lado de Stendhal, Guy de Maupassant, Edgar Allan Poe, Chéjov, la hermosa poesía de mi compatriota adorada Dulce María Loynaz, Lorca y su gran «Poeta en Nueva York» y Walt Whitman,  y por supuesto Kostantinos Kaváfis: nunca podré olvidar su poema «Itaca» y yo con quince años queriendo descubrir de su mano ese Mediterráneo que hoy es uno de mis hogares. Del universo cubano no puedo dejar de mencionar a Leonardo Padura, pocos han sabido como él retratar la sociedad cubana de hoy. Dentro de la ciencia ficción, género que adoro, están Dan Simmon, Frank Herbert, Octavia Spencer, Isaac Asimov, el ecofeminismo humanista de Úrsula K Le Guin y Liu Cixin con su gran capacidad de inventar mundos futuros con una cruda certeza tomando el humanismo como punto de partida. Todos ellos han influido de alguna forma u otra sobre mí. Al menos quiero creer que su lectura ha hecho de mí la persona que soy.  Que algo de esas sensibilidades recorre mi forma y mi manera de ver el mundo.


Elegir una única obra es tarea casi imposible, pero me quedo con «Guerra y Paz». La leí siendo bastante joven y he regresado a ella en varias ocasiones. Cada vez ha sido un libro diferente, porque el lector era diferente. Me impresionó y emocionó esa manera tan sublime de retratar una realidad tan lejana a mí, de crear personajes tan vivos y a la vez tan contradictorios y bellamente humanos.


Mi obra favorita de todo lo que he escrito creo que es precisamente este poemario. Hay mucho de mí en él. Es, como su título bien dice, un mapa que puede llevarte a descubrir muchísimas cosas, que te abre camino a una autoexploración y llegar adonde tu imaginación desee y, de paso, verte reflejado en sus páginas o no. Ojalá que me quede mucho más por escribir y esta deje de ser bien pronto mi obra favorita.


Mi estilo literario es muy amplio. Me interesa la poesía: me encanta expresar con imágenes y metáforas el mundo que me rodea, ya sea el exterior con sus pros y sus contras como el interior de mi espiritualidad. Me interesa explorar los límites del cuento, aunque  reconozco que  a veces es difícil ser tan conciso pero cuando te acercas mínimamente es casi como un premio. La novela me encanta, me apasiona poder desarrollar ampliamente escenas que describan ambientes que interactúan con la historia, situaciones emocionales que ayuden al desarrollo de los personajes, y también a estos personajes con sus propios dilemas existenciales, con una psicología que los determine y los haga totalmente diferentes.


Cita de autor que me guste tengo una del gran Stefan Zweig que dice: Es el apátrida un hombre libre en un sentido nuevo. Solo aquél que a nada está ligado, a nada debe reverencia.
O también una del maravilloso Walt Wiltman que dice: Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la historia.

Ahora estoy intentando finalizar una novela basada en hechos reales ocurridos en Estados Unidos. Estoy dando los últimos retoques a un poemario dedicado a mi país, Cuba, y escribiendo otro poemario que por el momento lleva por título «La vida está allí afuera».


Mi forma de ver el mundo:
Este mundo ahora mismo está patas arriba. Es cierto que siempre ha sufrido de tribulaciones, pero ahora, cuando la humanidad ha llegado al culmen de su desarrollo tecnológico, si lo comparamos con el pasado, ello debería redundar en mejoras sociales a niveles nunca vistos. Me preocupa y me molesta mucho que no nos pongamos de acuerdo y que vivamos de una manera polarizada, que no tengamos memoria, que continúe existiendo intereses económicos y políticos por encima de todo lo que realmente debería importar, que olvidemos la historia y dediquemos más tiempo a vivir en la redes sociales que en el mundo real. Me preocupa como nos estamos cargando el único planeta que tenemos por casa siendo narcisistas y egoístas y me enfurece el irrespeto hacia los animales. Nuestra ridícula certeza de que somos seres superiores y que a ellos le damos amablemente la oportunidad de vivir o no.


Proyectos inmediatos: Seguir con la promoción de El imperfecto mapa de la Vía Láctea, terminar mi novela y mi nuevo poemario. Simplemente seguir escribiendo.

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