Roland Ballester, autor de Un trabajo en VenezuelaNací y vivo en Pamplona, casado y con un niño. 49 años ya, lo que significa que en algún momento le he dado la vuelta al jamón de la vida y aún tengo casi todo por hacer.

En el Colegio San Agustín, de Pamplona, religioso, claro está, era de los empollones, pero no me sentí nunca excluido en clase. Todos éramos amigos. Ahí no solo leía, sino que devoraba libros de prestado casi con afán competitivo. También me gustaba poner en apuros a los curas con preguntas sobre la Iglesia, Dios, el Papa y algo de política… Era la guerra fría. En cualquier momento se podía desatar el infierno.

Con 8 añitos, mis padres me llevaron al Conservatorio de Música. Obligado. No me preguntaron y mi disgusto me costó. “Tú prueba y si no te gusta nos dices”, me dijeron. Y a veces, sin saber muy bien cómo, los padres te hacen un regalo como este que, sin quererlo, es el mejor de tu vida. Así que me fui convirtiendo en músico, tocaba la trompeta y más tarde monté mi propio grupo de soul.

Acabé el cole y al poco, cuando ya era mixto y concertado, decidieron cerrarlo. En el instituto era otra historia: asistía a las clases, cantaba en el coro, iba a clases en el conservatorio y tocaba en varios grupos. Ya no leía tanto. Había mucho que estudiar en letra y en pentagrama. Pero disfrutaba con tanta actividad. No me sobraba un minuto del día. No jugaba casi. Pero la música me daba amigos, emoción, pasión, y más cosas que se comparten desde el sentimiento.

Cuando llegó el momento tuve que decidir entre continuar mis estudios musicales, o matricularme en Ingeniería. Todos mis compañeros de clase tenían claro que irían a la Universidad, así que me dejé llevar por la corriente e hice lo segundo. Muchas veces he pensado que me equivoqué, porque en la Universidad lo pasé mal, pero me faltó valentía para enmendarlo y ya se me perpetuó esta dualidad maldita de Ingeniero y Músico que tanto me ha dado y tanto me ha costado.

Aficiones: Como he señalado, mi pasión es la música. Ser trompetista en una banda, componer mis propios temas, tocar en un escenario… ha sido siempre la serotonina de mi alma.

Viajar es mi segunda opción. Cuanto más profundo, más auténtico, más puro, menos turistas, mejor.

Andar en bici me gusta. De niño he practicado muchos deportes, pero ninguno me ha enganchado.

También puedo decir que soy cinéfilo y un poco investigador histórico: me gusta cuestionar quiénes eran los buenos o los malos en los libros buscando versiones alternativas de determinados hechos históricos.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Quizá esa dualidad es la que me permite o me obliga a ser pragmático, analítico, reflexivo en muchos casos, y emocional, sensible, pasional en otros. Una ambivalencia tan complementaria como desconcertante a veces. Cuando consigo que trabajen juntas, soy feliz.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Escribir un libro no estuvo nunca dentro de mis planes. Un día alguien me dijo que escribir un libro no te convierte en escritor. Estoy de acuerdo. Y añadiría que quizá uno llegue a serlo solo después de haber escrito muchos. Sin embargo, en mi caso pasó algo, me ocurrieron cosas tan intensas que no quería que se me olvidaran y decidí teclear rápidamente, antes de que mi memoria fallara, todo aquello vivido durante casi un año de actividad profesional entre dos mundos casi paralelos. No había más intención. Una vez escrito, quizás por pura vanidad me planteé publicarlo para que trascendiera, o para leerlo y recordar la vivencia en el futuro, o para regalarlo a los demás. Ha sido una respuesta emocional. No tiene más explicación.

Autores preferidos y por qué:  Arturo Pérez-Reverte, por su documentación, su realismo, su crudeza. Políticamente incorrecto y valiente.

Tu obra favorita de otro autor: No sé si se puede tener una sola obra favorita, pero hay una que recuerdo desde niño porque me dejó huella: Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique.

Tu estilo literario: Mi obra podría parecerse a un sobrio thriller de negocios. Intento trasladar al lector la tensión del protagonista en un juego en el que las cartas están marcadas, la información sesgada y manipulada, y en el que la munición no es de fogueo.

Una cita de un autor que te guste: “Enemigo sin salida, luchará hasta la muerte”. Sun Tzu.

En el mundo tan sumamente agresivo y competitivo en el que vivimos, que ya solo queda este lema para cualquier discusión y negociación. El concepto de “ganar-ganar” en las relaciones profesionales, mercantiles, personales está perdido. Solo importa ganar, así que al menos no aniquilemos al adversario

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Es muy posible que pronto tenga preparada una nueva narración vivencial, pero sin salir de casa. Como aparece escrito en “Un trabajo en Venezuela”, hay acontecimientos a partir de los que un país rico de repente lo tira todo por la borda. Podría pasar aquí.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Si estuviéramos siendo observados desde el espacio exterior, verían un planeta fértil, lleno de vida, habitable, rico… y sin embargo, los miembros de la especie dominante se separan entre fronteras, protegen sus posesiones, se matan por cualquier motivo, acumulan riquezas mientras otros pasan hambre, se quitan la vida, se corrompen, compiten. Pero cuando toca hablar de riquezas todos y todas aparecen como grandes repartidores de las propiedades de otros, claro está, primero los demás. Hipocresía.

Me gustaría un mundo libre de fronteras, de naciones excluyentes, de desigualdades, de violencia, de enfermedad, de sufrimiento, en el que nadie pueda ser rico mientras haya un solo pobre, en el que el trabajo nos haga felices y no nos arrebate de nuestras familias, en el que el dinero sea opcional, en el que cada uno pueda aspirar y llegar a ser lo que desee en su vida… Porque desee serlo, porque quiera serlo y no por dinero y poder.

Es posible que nuestro sistema sea el mejor posible hoy, o el menos malo, pero también creo que nos hemos conformado ya con él y quizás haya que mejorarlo, o, por qué no, cambiarlo por uno más justo, no caritativo sino justo, más humano, menos salvaje. Un día nos despertaremos viendo que ya no sirve lo que tenemos y que no hemos preparado recambio. Ese día seremos presa de populismos y totalitarismos como ya ha pasado otras veces.

Mientras tanto, cada cual defiende su castillo con murallas físicas o virtuales y de vez en cuando lanzamos algo de ayuda humanitaria por la almena. Pero que no entren.

Tus proyectos inmediatos: Pronto comenzaré a componer el puzle de una nueva historia en la que posiblemente añada algunos ingredientes de ficción.

En lo personal, y después de algún tiempo fuera de la música, espero volver pronto a disfrutar.

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