En este libro solo se muestra una lucha, una batalla de incontables enfrentamientos donde la mente siempre intenta defenderse de la locura, la soledad y el sufrimiento. Utilizando como arma la poesía, la escritura, para no acabar perdido en la batalla. Cada página contiene cicatrices, marcas, curadas con el alcohol, con la tinta; donde el sueño, siendo este el único pacifista, me obligaba a no pelear más. Si puedo permitirme la incertidumbre, seré sincero y diré que, dentro de este, no todo es verdad ni todo es mentira, pues en la lucha, cuando se apoderaba la locura del trono, la mente se apagaba y contaba sus historias. Pero es tan cauta la sinceridad que siempre busco la verdad sin encontrarla. Si pudiera pedir algo esta marabunta de sentimientos y me cedieran la palabra, exclamaría: «no busques el simple entretenimiento. Úsalo, úsalo para escaparte, con alguna canción triste o una copa de vino o cerveza si eres más como yo y entenderás. Y si no, deja a las palabras mecerte, acunarte cuando las olas de la vida te estén ardiendo. Entonces comprenderás. Mi propio ser te acompañará porque dejo mucho de él en este. Disfrútalo, como disfruté yo, abriendo heridas para y por alguien, quién sabe si tú, pueda cerrarlas».
Cheers.
Rodrigo Cárdenas nació en 1996 en Armenia, Colombia, aunque sus recuerdos no alcancen esta memoria, pues viajó desde muy pequeño a España, donde ha crecido y vivido casi toda su vida en León, una ciudad encantadora y apacible. Estudió siempre con mucha pereza y con ninguna fijación en que le interesara más allá del arte de la pintura. Retrató alguna vez a escritores que le encantaban. Aun así, se dedicó siempre, tras dejar los estudios tempranamente, a formarse como autodidacta en todo aquello que le gustaba: Psicología, Arte, Literatura… A los veinte años viajó a Londres en busca de algo nuevo y fue leyendo todo lo que había escrito hasta entonces cuando se dio cuenta de que lo leía con tanta pasión que podía sentir el momento exacto de cuando fue escrito. Así surgió su vocación. Ahora que va a cumplir veintitrés años, se encuentra más lleno que nunca, porque encontró lo que ama, lo más libre.