Ricardo Añino

 

Ricardo Añino y mujer. Editorial Adarve, Editoriales españolasDesde hace un par de años vivo en Israel, unos kilómetros al norte de Tel Aviv, en la costa. Tengo 48 años. Mi mujer Rosa y yo tenemos tres hijos.

Nací junto al mar, en La Coruña. A los ocho años dejé mi ciudad natal y desde entonces no he logrado vivir tanto tiempo seguido en un mismo lugar. Infancia en Canarias, adolescencia en Madrid, estudios universitarios en Montreal y después en Madrid, París y Madrid otra vez. Me gustaban las matemáticas, pero por hacer algo menos abstracto estudié físicas. Como la cabra tira al monte, me rendí luego a la filosofía. Y como hay que comer, me hice diplomático. Desde entonces he trabajado en Paraguay (sus asados, mi primera hija), en Senegal (su gente y sus sonrisas), Sudáfrica (división humana y belleza natural), Madrid (familia, amigos), Costa Rica (bosque, mi perra) y ahora Israel (memoria y tesón). He podido conocer a mucha gente y a muchas gentes, escuchar mucha historia y muchas historias. El oficio se erige en dique y me obliga a escribir aburridos informes administrativos. Las historias, como un torrente, se agolpan y piden salir.

Aficiones: No me gusta viajar, no me gusta hablar. Me gusta escuchar y conocer lugares y gentes. Corro, lo necesito, como dormir, leer y escribir. He corrido más de media docena de maratones y sigo. Caminar junto a mi mujer. Caminar en el monte solo. Leer obsesivamente sobre algún asunto. Fregar platos (en serio).

Tel Aviv. Editorial Adarve, Editoriales de España

Vista de Tel Aviv

Rasgo más sobresaliente de mi personalidad: Soy solitario, pero siempre estoy rodeado de gente. Me suelo ganar su confianza porque escucho y me intereso, pero me cuesta trabajar en equipo.

Por qué decidí ser escritor: Mi trabajo me ha llevado a conocer a delincuentes y a personas honradas, a gente muy rica, a gente necesitada y a gente de la que yo necesitaba algo. Como diplomático me han mentido y alagado, me han amenazado, querido comprar o simplemente ignorado. Como hablo poco, he podido escuchar mucho: hombres e historias de muchos lugares. Todo eso se te agolpa dentro y necesita salir. Como lo que me exige la profesión es escribir informes, notas y telegramas, tuve que empezar a dar salida a esos relatos por medio de la ficción. Ficción para evitar la infección.

Jhon Keneddy Toole. Editorial Adarve, Editoriales que aceptan manuscritos

Jhon Keneddy Toole

Autores preferidos y por qué: John Kennedy Toole. Tuvo éxito póstumo, que es a lo que yo aspiro. Su Conjura de los negocios es un libro inteligente y muy divertido, otra aspiración. Unamuno, porque crea personajes con mucha alma y escribe novelas cortas.

Mi obra favorita de otro autor: Las aventuras de Huckleberry Finn. Para mi gusto es la mejor novela de aventuras itinerantes. Mark Twain te hace sentir que navegas en una barcaza por el Misisipi junto a Huck y Jim. Te hace compartir sus aventuras. Me hizo sentir libre.

Mi obra favorita de las que he escrito: La condición binaria, por la vitalidad de los Eutanasios, un grupo de ancianos que se lanzan a la aventura sin reparar en sus limitaciones físicas.

Mi estilo literario: Ficción reflexiva. Busco dar cuerpo a mis reflexiones a través de mis personajes. Luego estos me sorprenden aportando ideas que no se me habían ocurrido. Empiezo la novela con una idea, pero los personajes van cobrando vida y actúan con arreglo a su propia lógica más que al plan inicial que yo les marqué en una ficha de cartón.

Una cita de un autor: «No sé de qué se trata, pero me opongo», dice Unamuno y también: «¡Creer lo que no vimos, no!, sino crear lo que no vemos».Portada del libro Las aventuras de Huckleberry Fiin de Mark Twain. Editorial Adarve, Editoriales actuales de España

Obra en la que me encuentro trabajando en la actualidad: Llevo año y medio pensando y medio año escribiendo la historia de un negro literario que quiere escribir la vuelta a la vida civil de un guardia civil que luchó y venció a ETA. A este luchador le pasa lo que a Ulises: regresar a casa después de años de lucha no es fácil. Quien no luchó no entiende al guerrero.

Algo sobre mi manera de entender este mundo: Basta abrir los ojos para que se nos inunden de colores, luces, sensaciones indefinidas. Necesitamos darles orden. Creamos entonces seres a los que domamos con palabras y leyes. Lo que era fugaz y cambiante adquiere persistencia de eternidad. La magia la operó el lenguaje y sus palabras, la matemática y sus números. A todo eso lo llamamos Dios, pero no hay que olvidar de dónde vino, para que la eternidad no nos arrebate lo fugaz. Contra la eternidad del Uno cabe bien matarlo y rendirnos al Cero, bien jugar con uno y cero y empezar a contar: un dios, dos dioses, otro y otro más. ¡Qué lejos están los muchos dioses griegos!

Mis proyectos inmediatos: Acabar un ensayo sobre el tiempo que empecé hace …, valga la redundancia. Empezar una web/app para enterrar proyectos póstumos propios y ajenos.

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