El pasado 18 de mayo se publicó en el diario Las noticias de Cuenca un artículo dedicado a la segunda edición de la novela Batalla blanca de Paz López, tras su presentación en la Feria del Libro Cuenca lee.
En ella, la autora se refiere a las razones por las cuales quiso reeditar la novela tras 19 años de su primera publicación, que alcanzó una venta de mil ejemplares. La escritora manifiesta que en ese entonces sentía «vergüenza y miedo» de afrontar una condición sexual que aún mantenía oculta pero que hoy ya vive con naturalidad y que forma parte de su identidad. Además, se refiere a cómo dejó de identificarse con el texto a través de los años, pensando que era demasiado dramático para todo lo que está viviendo en la actualidad, pero que, sin embargo, sintió la necesidad de volver a publicar y presentar, pues «Era una especie de hijo no reconocido. Reeditarlo era algo que le debía a la novela», plantea López en la entrevista.
Entre otras cosas, Paz López cuenta en la entrevista acerca de la publicación de un libro infantil de su autoría titulado Álex y el lobero, cuya idea nació mientras preparaba una jornadas sobre el Lobero de Castejón junto al grupo de voluntarios Castejón Activo cuyo fin es rescatar el patrimonio natural y cultural del pueblo.
Recordemos que Batalla blanca es la entrega de Lucía al amor como su condición indispensablemente humana; la historia de una mujer que, rechazada por su familia, desterrada de su clan y sustituida por otra mujer en su relación de pareja siente una necesidad imperante de huida. Es además, el regalo de comprender que aquello que no se soluciona, se vuelve a repetir y cada vez con más intensidad: «Mi cabeza y mi corazón se batían sin tregua en una batalla blanca que parecía no ver el fin, ese punto de luz que me mostrase la salida y me ayudase a escapar de este cuarteto de apegos y necesidades en el que me enredaba y enredaba a los demás». Batalla blanca es aquella batalla interior en la que —por cuestiones diversas— todos nos hemos visto o nos vemos inmersos en algún momento de nuestra vida. Porque una cosa es lo que dice la mente y otra muy distinta lo que dicta el corazón.