Los personajes de esta novela han contado lo que les ha parecido; entre muchas inexactitudes y mentiras a lo mejor han dicho alguna media verdad. Por lo que los autores que han escrito al dictado de ellos, aunque no puedan asegurar que lo que sigue sea todo ficción, sí afirman que todo es falso, porque una guerra es el mayor esperpento en el que todo es posible menos la verdad. Un niño pueblerino acepta las ocasiones que se le presentan en la vida, abandona muy jovencito su pueblo y no admite ninguna doctrina ni opinión preparada, porque pensar es creer en uno mismo. Acaba de legionario y, mientras vela armas para una batalla en la que probablemente morirá, recuerda pasajes mágicos de su vida. Ha intervenido de un modo, naturalmente apócrifo, en la preparación de la guerra; en la que el personaje más importante resulta ser el dinero que la financia.
Olivia Envero no es solo un seudónimo que representa a los autores, Fernando Charro Puga y José Luis Charro Caballero. Es además un heterónimo y un personaje fundamental y contradictorio, si su nombre nos dice que protege la paz, ella sin embargo ayuda a preparar una guerra.
Fernando es Matemático; José Luis es Ingeniero de Montes. Ellos piensan que las sociedades pueden ser descritas por la experiencia vital de un solo personaje. Mejor que por las estadísticas sociológicas, siempre cocinadas, que se atreven a decir lo que piensan millones de personas a la vez. Así es el poder de la literatura.