Paseando por el cielo y por las orillas de mares vástagos de uno civilizador en su momento, resido; con años de recuerdos que la luz alfombra, ilusiones todavía por bandera empeñado en que así sea y la expectación ceñida, vivo; en la buena compaña que va y viene de uno al reflejo en otra persona de cuya liberalidad se respira, ando.

La ambición de no morir donde he nacido, incluso después de muchas vueltas y tantos avatares, me mueve hoy igual que ayer. Descartadas tiempo ha, por la irreductible limitación que impone el ser humano, la aspiración de llegar a todos los destinos imaginables, la de conocer los secretos que cobran un peaje por adelantado, la de modelar con criterio propio en la materia al uso y la de borrar los no sé cuántos errores y perpetuar los no sé cuántos aciertos. No obstante los descartes, sigo aprendiendo de lo viejo y de lo nuevo ya que merece la pena recolectar experiencia para que ni calores ni fríos detengan el proceso en marcha antes de plazo.

Pronto vocacional de la investigación y también ducho en la oratoria y en la escritura, dones que agradezco, cabía esperar que sucediera ese trasiego de actividades y lugares que desemboca en una constante búsqueda de lo que puede y no puede encontrarse. Siempre buscando, a veces encontrando, a veces no queriendo encontrar lo que a mi juicio no debiera existir. Metafóricamente atraído por las teclas del piano, me propuse tocarlas bien o casi tal cual se mostraban a mi alcance, lucidas y retadoras de la primera a la última en escala aleatoria; hasta que la alianza de imponderables, fronteras y capacidad pusieron fin a la aventura de máximos con una tormenta de realismo. Había conseguido penetrar ciertos misterios y, cosa importante para mí, desentrañar algunas claves que me facilitaron elegir las sendas menos oscuras y menos trilladas. Atisbé en las aulas, comprobado luego en los cuadros de realismo social bajo patrocinio de un interés superior envuelto en cosmética y faramalla —afeites y disimulos antaño, vulgo propaganda hogaño—, la facilidad con que se convierte al victimario en víctima y a la víctima en elemento distorsionador del paisaje y agente subversivo contra el nuevo orden; el sempiterno nuevo orden que progresa en las tiranías. Desde los estudios y los despachos me deleité con la comunicación y los relatos; la radio era voz en vuelo por el mundo y el papel la memoria que se lega a la historia. Crónicas, narraciones y documentos edificaron una época de afirmación personal y docencia que pervive. Hay pasiones duraderas.

Aficiones: La curiosidad del investigador guía el devenir de quien por afición extrae respuestas a la mina de las preguntas y cuestiones sometidas a debate personal al poso de los acontecimientos. Los hechos son una fuente verosímil de conocimiento y los actos la manifestación de una voluntad que informa sobre lo que se desea saber.

Necesito estudiar lo que me atrae, para indagar el origen de su influencia, y lo que me afecta, para defenderme. Con el paso del tiempo la afición de elegir es la única que no ha sufrido modificaciones. Me gusta reivindicar las habilidades que otorgan la naturaleza y la práctica en armonía, y dan fama cuando son requeridas.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Buscar, elegir, indagar, descubrir. Tendiendo a una amable, en tanto que discreta, misantropía por las rutas del aislamiento y la introversión que no pretenden ofender, me complace el diálogo abierto, improvisado y con sentido de la oportunidad. Discurre la cotidianidad entre las orillas del escepticismo y la ironía, ora plácida ora turbulenta, una oscilación de péndulo que transita del aliciente al desafío. Un alma sentimental y una conciencia en perenne vigilia, previsibles y fiables ambas, ejercen labor de oráculo con la misión de atemperar la fuerza reivindicativa de mi carácter.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Indisociable de mi persona desde que recuerdo es la atracción por la lectura y la escritura —posteriormente se unió la atracción por el vacío, eso de volar sin alas, que aún es más peligrosa y quizá apasionante—, disciplinas a las que he dedicado tesón sin que me supusiera un esfuerzo ni vano ni excesivo. A qué negar que influyó enseguida para seguir aventurándome en el ámbito de las palabras la acogida favorable dispensada en los auditorios iniciales. Distinciones aparte, el placer de leer y escribir es la recompensa soñada.

Mi primera publicación está fechada hace cuarenta y ocho años; la última data de dos mil veintidós. Entre ayer y hoy conviven épocas diversas en pausa e intensidad.

 Autores preferidos y por qué: A quien como a mí le motiva el aprender, debe cultivarse con la simiente de los autores que pueden enseñar. Que cada cual, autor y lector indistintamente, elija a sus maestros y con ellos entable un vínculo franco, exigente, conmovedor, recíproco si cabe en el intercambio de pareceres. Sin plagios. A nadie sabio engaña una copia que solo aplaude el necio.

El Siglo de Oro español es el apogeo de la literatura universal, con el abanderado Miguel de Cervantes Saavedra en vanguardia; descúbralo el profano, el docto y el interesado, disfrútelo y transmítalo.

Destacaré, además, por cumplir al pie de la letra con el cuestionario, dos de aquellos autores —creadores de literatura— que a lo largo de mi trayectoria lectora y estudiosa han dejado huella, a la postre indeleble, por más de una obra: Hermann Hesse y Camilo José Cela; discúlpenme los demás, que los hay.

Tu obra favorita de otro autor: Entre otras muchas obras, sugiero en el apartado literario Knulp, de Hermann Hesse; El solitario, de Camilo José Cela; El doctor Zhivago, de Boris L. Pasternak, El viaje de los siete demonios, de Manuel Mujica Lainez, Misericordia, de Benito Pérez Galdós; El principito, de Antoine de Saint-Exupéry; La rebelión de Atlas, de Ayn Rand; Ficciones, de Jorge Luis Borges.

Entre otras muchas obras, sugiero en el apartado de historia, ensayo y didáctica Defensa de la Hispanidad, de Ramiro de Maeztu; Lo que el mundo le debe a España, de Luis Suárez Fernández; Testamento y codicilo de la reina Isabel la Católica; Del rey y la institución real, de Juan de Mariana; Metafísica (Disputaciones), principio de individuación y Derecho natural y Derecho de gentes, de Francisco Suárez; Conferencias filosóficas y conferencias jurídicas, de Francisco de Vitoria; Examen de ingenios, de Juan Huarte de San Juan.

 Tu obra favorita de las que has escrito: Teniendo donde elegir, me quedo con lo que es de mi autoría.

Tu estilo literario: Novela, relato, crónica, artículo, teatro, ensayo y apunte, todo cuanto me contempla presenta el atributo de ser criatura del mismo genitor. Me siento cómodo interpretando diversas melodías, y hasta fusionándolas de modo que las obras se asemejen, e incluso coincidan en lo sustancial, a la existencia e imaginación de su creador.

Una cita de un autor que te guste: Me niego a citar solo una frase ajena o propia, ni siquiera diez o ciento. De hecho, en la década anterior publicamos una selección de textos más o menos breves escogidos de mis obras con el atinado título de Frases para las ocasiones.

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: El escritor vocacional no ceja en la pertinacia de alumbrar retoños, aunque es dudoso de que en lo sucesivo cunda el afán de publicarlo. Ya veremos.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Desde mi atalaya itinerante observo y pienso, siento, cobro impulso y me protejo, actúo en ida y vuelta y dispongo el escenario que la farsa aún no copa.

Al mundo se viene, aun sin solicitarlo, para explicar sus maravillas y sus miserias; para elegir, para llamar a las cosas por su nombre impidiendo la perversión de palabras y conceptos, para aprender, para aplicar lo aprendido y para derrotar al enemigo allá donde se manifieste a pesar de su disfraz. Cuán satisfactorio es lograrlo.

Tus proyectos inmediatos: Los que surjan, los que se me ocurran, los que precise para seguir en la brecha e identificarme contra la sombra de la desnaturalización.