Manuel Ángel Padilla Agüera. Abogado, durante más de 30 años se ha dedicado a los recursos humanos en distintas empresas multinacionales en España, Francia y Portugal. Natural de Melilla, gran parte de su vida transcurre en Sevilla, donde colabora con diferentes organizaciones solidarias de manera altruista. En el año 2020 publica su primera novela: Hamudí, basada en su experiencia en los campamentos de refugiados saharauis cerca de Tinduf (Argelia).

Soy un privilegiado que vive entre Tomares, que es un bonito pueblo muy cercano a Sevilla, donde tengo mi residencia familiar, y Manilva, en la malagueña Costa del Sol, por motivos laborales.

Hace mucho tiempo que superé la mayoría de edad, de hecho, estoy mucho más cerca de la jubilación que de la pubertad. Para los curiosos, en mi primer libro, Hamudí, aparece mi fecha de nacimiento, mi primer editor dio este preciso dato.

Nací en Melilla, de lo que me siento muy orgulloso. En mi infancia mi familia se trasladó a Coria del Río donde pasé muchos años, precioso pueblo de la provincia de Sevilla que se encuentra a orillas del Guadalquivir; por allí pasan todos los barcos que llegan a la capital de Andalucía, ahora y a lo largo de la historia. Todas las civilizaciones que han llegado a Sevilla por vía fluvial, que son la gran mayoría, han debido recorrer mi pueblo de adopción, de hecho, es curioso que tiene una gran relación con Japón, algo que enorgullece enormemente a mis amigos de Coria del Río.

En Sevilla estudié Derecho, sin vocación, en mis inicios tuve un despacho profesional como abogado con un gran amigo y compañero, Pedro Mancera, no tuve paciencia para dedicarme al ejercicio de la abogacía, aunque nunca dejé completamente mi profesión original. Posteriormente me busqué la vida en la empresa privada, las necesidades me obligaron a encontrar soluciones inmediatas a mi vida profesional. Me seleccionaron como jefe de Recursos Humanos en Hipermercados Continente (ahora Carrefour) función que desconocía completamente pero que intenté asimilar de la forma más rápida y adecuada posible, o sea, a base de palos.

Comencé un desarrollo profesional continuo por distintas empresas, en su gran mayoría multinacionales, siempre como director o responsable de Recursos Humanos, que me llevó a trabajar por toda España, desde Galicia, Asturias, Cantabria, Navarra, Aragón, Castilla y León, Comunidad de Valencia, Baleares, Región de Murcia, Madrid hasta Andalucía. Siempre dedicado a lo mismo, o sea, a intentar solucionar problemas con sindicatos, jefes, empleados, Administración pública etc. con todo aquel con quien hubiera algún asunto que resolver. Dicha actividad también la desarrollé en el extranjero, en Francia y Portugal. Así durante más de 30 años.

En mi forma de vivir, desde la infancia, siempre estuvo la lectura, la incansable lectura de hecho, en mi vida profesional aprovechaba los múltiples viajes para leer en aeropuertos, aviones, hoteles, trenes, donde fuera posible. Entonces entendí que esta actividad era mi verdadera vocación.

En aquella época comencé a escribir relatos cortos solo para mi consumo, nunca los ha leído nadie. Un día me envalentoné y me propuse escribir una novela, hace años, esa novela aún no ha visto la luz, espero que salga pronto, ese es mi objetivo, luego os contaré algo sobre ella.

Mis aficiones se ciñen a la lectura, como he señalado pero también he cultivado el deporte, de hecho he sido maratoniano. He realizado 4 maratones con un tiempo bastante adecuado para mis condiciones, siempre en algo más de 3 horas, de ello me enorgullezco bastante, también he participado en muchas medias maratones y carreras populares de distintas distancias desde hace más de 20 años, actualmente no puedo correr porque la cantidad de kilómetros que han sufrido mis piernas me han provocado la rotura del menisco de la pierna derecha y artrosis, estoy a la espera de la operación.

Siempre he estado muy preocupado por los problemas sociales, por la ayuda a los más desfavorecidos, desde mi juventud he participado en muchas actividades que tenían como objetivo ayudar a construir un mundo más justo, por ello mi obra literaria ha estado impregnada por estos valores.

Mi primera obra se llama Hamudí y en ella se narra las vivencias en los campamentos de refugiados Saharauis allá en Argelia, tras un viaje que realicé en 1995. La novela salió en 2020, 25 años después de la experiencia, siempre tuve aquel viaje en lo más hondo de mi ser, lo que vi, lo que percibí ha formado parte de mi vida. Todo fue impresionante.

Posteriormente escribí y publiqué La distancia de diez centímetros que nació fruto de un asunto jurídico que le llegó a un compañero abogado, José Manuel Herrera, quien me cedió el caso. Fue una experiencia increíble, conocí a un migrante con unas dificultades físicas tremendas y con graves problemas administrativos: permiso de residencia, nacionalidad, reagrupamiento familiar, era un cúmulo de problemas en una persona absolutamente indefensa. Todos los problemas jurídicos se solucionaron, pero el grave problema físico contraído en España permanece sin solución. Tomé el asunto como algo personal y aquel cliente se convirtió en un gran amigo que me ha permitido escribir esta novela publicada por Adarve en la que se narra su vida. Ha sido una experiencia impresionante, pero, por desgracia, las limitaciones físicas del protagonista de la obra persisten. Conocer a Abdou me ha supuesto un aprendizaje enorme, es una persona con una integridad y valores incuestionables. Todo un ejemplo.

Actualmente, como dije anteriormente, trabajo en mi tercera novela, dedicada a la emigración española en los años 60, donde confluyen una serie de cuestiones: la memoria democrática o histórica; el encaje en la sociedad francesa de mediados del siglo XX por parte de una familia andaluza que emigró a este país; la comunicación no verbal y también el sufrimiento provocado por una enfermedad rara que afecta a uno de los protagonistas.

Tengo mucha esperanza e ilusión depositadas en esta novela que, espero, vea la luz próximamente.

En el ámbito personal me considero bastante responsable y trabajador, también terco aunque con los años he ganado bastante flexibilidad en mis planteamientos. Siempre intento adecuar mis relaciones al perfil de mis interlocutores, no acepto las actitudes estancas ni las imposiciones. Detesto la soberbia, la prepotencia y la vanidad, admiro la humildad, nunca olvido mis orígenes que forman parte de mis señas de identidad. Tuve mal carácter pero, con los años, he ganado tolerancia y empatía. Me encanta la soledad, pretendo ser autosuficiente. Soy algo nervioso, pero sé controlarme. Creo que tengo cierta capacidad de liderazgo, me han propuesto varias ocasiones implicarme en política, pero siempre lo he rechazado, valoro mucho mi independencia, mi criterio y no podría someterme a los dictados de los demás, sobre todo, cuando están basados en la táctica y no en la defensa de los valores humanos. Me gustan las cosas simples, fáciles, sin mucha retórica y los principios por encima de todo.

Me gusta mucho escribir, puedo estar horas delante del ordenador o revisando escritos sin aburrirme, el tiempo pasa rápidamente. Cuando salía a correr, porque mi pierna me lo permitía, me bullían en la mente muchas ideas que al llegar a casa recogía y utilizaba en lo estuviera escribiendo, era un buen medio para alimentar mi inventiva. Normalmente cuando voy por la calle intento observar mi alrededor en busca de conocimiento e ideas, todo vale, mi cerebro siempre está alerta y mi imaginación vuela con mucha facilidad, no descansa.

Aunque escribo desde hace algunos años, estimo que mi vocación desde la juventud ha sido esta actividad, aunque la descubrí con una edad avanzada, mis necesidades materiales me han obligado a una vida pragmática y ello me ha alejado de mi proyecto de desarrollo personal que debió estar centrado desde siempre en la escritura, pero es muy difícil vivir de esta actividad, son pocos los que la consiguen.

Leo cuanto cae en mis manos siempre se puede aprender algo y siempre aporta satisfacción, solo ha habido un libro que no pude terminar pero que no voy a nombrar.

Me gusta mucho la literatura clásica española, el siglo de Oro fue prolífico y magnífico. Los inicios del siglo XX en España fue una época cargada de calidad literaria, la Generación del 98 y la del 27 fueron ejemplos de riqueza cultural, autores como Machado, Azorín, Ganivet, Unamuno, Valle-Inclán, Baroja y otros supieron describir con precisión la realidad de un país en crisis, supieron darle voz a los sentimientos de la sociedad y ésta es una de las funciones de la literatura. En la Generación del 27 Lorca, Alberti, Aleixandre, Cernuda, Chacel, Teresa León, también supieron hacerse eco de las necesidades sociales. Hay un escritor que admiro por su biografía, compromiso y honestidad que se le encaja en la Generación del 36 se trata de Miguel Hernández, también Cela que, desde otra óptica social, mantuvo una calidad literaria sin igual.

La cruel guerra civil española del siglo XX rompió una dinámica cultural de altos vuelos y nos llevó de nuevo al pasado en muchos aspectos. También en el ámbito literario.

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es para mí una obra maestra que está en mi mesa de noche permanentemente, la considero una novela excepcional. Es un verdadero referente de calidad literaria, de fuerza, de energía, de imaginación.

Me siento influenciado por la literatura francesa del siglo XX especialmente por Proust y Camus de hecho, la novela en que trabajo actualmente tiene connotaciones relacionados con estos autores, sobre todo Albert Camus.

Dentro de mi trabajo literario estimo que mis dos novelas que han visto la luz suponen un elemento crítico a la sociedad actual, creo que mi evolución literaria es evidente pues en la segunda novela aprecio un paso adelante en todos los aspectos sobre la primera, “La distancia de diez centímetros” me ha servido para proyectarme como escritor, para dar a conocer mi perfil.

La novela en que trabajo no tiene tanto contenido de crítica social, espero que suponga otro paso más en mi evolución literaria, creo que en ella se podrá definir con más nitidez mi estilo como autor.

No voy a olvidar el sentido social de la literatura, pero no quiero encasillarme como un escritor denunciante, quiero darle más amplitud a mi obra y mi objetivo es avanzar en ese camino, desarrollar otros aspectos tanto en el proyecto en que trabajo como en las ideas que tengo en mi mente para proyectos posteriores, quiero ampliar mi campo de acción en cuanto a la temática de mi obra, sin perder mis señas de identidad.

Podría anotar muchas sentencias lapidarias de muchos intelectuales con inteligencia sublime pero voy a hacer referencia a una frase que leí hace poco de un actor estadounidense: «Estoy convencido de que la gente que avanza es la gente que se esfuerza más que el promedio. Madruga, estudia más, trabaja más. Esa gente no tiene suerte, tiene disciplina» (Denzel Washington), que está relacionada con otra frase de Napoleón Bonaparte que utilicé en el preámbulo de mi novela La distancia de diez centímetros, la frase dice: «El éxito no está en vencer siempre sino en no desanimarse nunca».

El esfuerzo, la dedicación, el trabajo y la honestidad son elementos fundamentales para el desarrollo personal.

La editorial Adarve ha realizado un magnífico trabajo en la publicación de mi segunda novela: La distancia de diez centímetros, además de prestarme un estupendo apoyo en la difusión de la misma y, como muestra, la iniciativa de promover esta presentación para el conocimiento del trabajo en las redes sociales.

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