Vivo en Madrid, donde he residido toda mi vida, mis 60 años. Yo fui adolescente en el Madrid de la transición, y de la movida. Entonces  a todos nos gustaba mucho salir, ir a conciertos y divertirnos, pero también había un cierto interés por los asuntos políticos y sociales, superior al menos al de otras generaciones, estuviera mejor o peor orientado. Hasta leíamos sobre esas cosas. Así que un buen día empecé a leer un libro de economía, y me pareció que era algo más científico, o más interesante, dentro de ese mismo campo. Como también me gustaban las matemáticas, decidí hacer la carrera de Económicas, con esa idea un poco radical de que la economía es lo que marca la vida de la sociedad y de las personas, de modo que si quieres, como diríamos ahora, empoderarte, es ahí donde tienes que moverte. Y creo que no encajé mal en esa especie de perfil mixto, entre humanista y técnico, propio de los economistas. Puedes encontrar fascinante la Historia del la Economía, pero luego en la clase de Estadística, que es dura, tampoco te vienes abajo.

Cuando terminé la carrera, tanto el país como yo habíamos cambiado un poco. Fue la época de la entrada en la Comunidad Europea, con muchas oportunidades profesionales para la gente joven, más que ahora. Así que empecé a trabajar en la empresa privada. Para qué estar dos  años haciendo oposiciones cuando podías empezar inmediatamente a trabajar. Y eso marcaría toda mi carrera profesional, porque siempre he trabajado en la empresa privada, en varias. No lo tenía así de claro al principio, pero tampoco me puedo quejar. Además, me ha tocado trabajar en temas financieros y tributarios, y siempre en empresas grandes, lo que te lleva a interrelacionarte con otras empresas, o con el mundo de las asociaciones, o con la propia Administración Pública, de modo que no estás encerrado en tu despacho; tienes una una visión más global del mundo económico, que te permite formar tu propio criterio sobre problemas que no son sólo privados, sino también públicos. También he hecho alguna cosilla en el ámbito académico. Creo que he podido desarrollar mi vocación, aunque ahora esté ya casi abandonando la actividad profesional, buscando tener más tiempo para otras cosas, como leer y escribir.

Aficiones: Tengo un déficit de aficiones, y lo lamento, porque creo que son fundamentales en la vida. Siempre me ha faltado tiempo. Además del trabajo, he sido padre de familia. En fin, quizás podía haber hecho más. He leído bastante, y ahora intento también escribir más. De eso hablaremos después.

Siempre me ha gustado también mucho la música, lo he intentado con algún instrumento, pero me falta talento, o dotes interpretativas. Creo que si se me hubiera dado mejor, quizás me hubiera dedicado a ello, aunque bien pensado tal vez deba agradecer la falta de talento porque la vida de los músicos no es fácil. Así que soy simple consumidor. Tengo unos gustos muy variados, que además evolucionan con el tiempo. Hoy en día es posible acceder a todo tipo de contenidos musicales, y puedes darte el placer de descubrir cosas fantásticas que ignorabas. Lo mismo podrías decir de la literatura, pero con la música es más fácil, y el cambio ha sido radical. Ahora escucho mucho la música que se hacía entre los años 30 y 70 del siglo pasado. Música moderna antigua podríamos llamarla. Es la época que encuentro más interesante en muchas cosas, no sólo música.

También me gusta viajar, como a todo el mundo, pero no soy de los que buscan lo más exótico, prefiero viajar por Europa. Son viajes muy conectados con la Historia. Me gusta ver los lugares con huellas de un cierto pasado, no necesariamente muy lejano; ver todo lo relativo a esa misma época de inicios o mediados del siglo XX. A veces son rutas secundarias, con una presión turística moderada. Soy también un poco coleccionista de todo lo de esa época.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Creo que soy un poco hormiguita, es decir, laborioso, organizado, sensato… No es poca cosa si con el tiempo ganas la confianza de que siendo así las cosas te salen bien. También me dicen que le doy muchas vueltas a las cosas, lo cual no siempre ayuda. Para escribir, por ejemplo, la capacidad de reflexión es buena; pero para otras cosas del día a día quizás no lo sea tanto, aunque intento no trasladar a los demás mi neurosis. Quizás sea demasiado cerebral, necesito formarme siempre mi propio criterio sobre todo. No es que sea un desconfiado patológico, es  más bien un querer entender, curiosidad…

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Realmente he empezado a escribir a una cierta edad, aunque no sea una vocación tardía sino más bien postergada, por falta de tiempo de calidad. Para escribir algo valioso, no bastan los ratos muertos de quien tiene poco tiempo libre. De modo que, cuando he conseguido tener más tiempo, he podido hacer lo que siempre quise, y de hecho creo poder hacerlo mejor ahora, porque la experiencia de la vida, aunque no sea de escritor, te enriquece. Y en definitiva, ¿para qué? Pues en mi caso desde luego no para buscar sustento económico, sino por otras razones que supongo serán comunes a mucha gente. En primer lugar la necesidad de expresión y de comunicación, cuando lo que quieres expresar es algo complejo. Y en segundo lugar, por una necesidad personal de ordenar las ideas, para buscar explicaciones a lo que te preocupa, e incluso para encapsular tu pesimismo. Es algo más que un desahogo, es utilizar la experiencia para relativizar y hacer una especie de orden o higiene mental.

Autores preferidos y por qué: Como lector, he evolucionado bastante de la novela a la no-ficción (ensayo, biografías, libros de Historia…). Últimamente me cuesta engancharme con la ficción.  Me ocurre lo mismo como televidente, salvando las distancias. Veo más documentales que otra cosa. Y poco cine. No sé si ha bajado la calidad de la ficción o es alguna tara mía. De mis tiempos de lector de ficción, leí mucho a Marías o  Kundera, o a Borges, si lo consideramos ficción. También a los escritores de relatos distópicos, a Wells, Huxley, Orwelll… Son todo autores con un sello que podríamos llamar “cerebral”, de los que te hacen leer despacio y pensar un poco.

El salto a la no ficción lo di con la lectura de biografías, o autobiografías,especialmente de esa época de mediados del siglo XX también. Y de ahí pasé a leer ensayo, que ahora es lo que más leo. Me marcó mucho la lectura de Arthur Koestler. Atrajo mi interés sobre esa época y sobre la evolución ideológica de muchas personas. Te hace reflexionar sobre cómo se conforman las ideologías y, con ello, los propios cambios sociales.

Con similar temática, como ensayistas de ahora preferidos citaría a Pinker, Haidt o Lipovetsky. Y entre los españoles a Ovejero o, si aun lo consideramos “actual”, a Escohotado. Realmente ha sido una gran pérdida la desaparición tan cercana en el tiempo de Marías y Escohotado. Creo que España es un país menos interesante sin ellos dos.

Tu obra favorita de otro autor: Si tengo que decir una, sería la autobiografía de Arthur Koestler (realmente dos libros). Es el retrato de una época fascinante, contado por una persona brillante, con una peripecia vital de película, y un finísimo sentido crítico, y autocrítico.

Tu obra favorita de las que has escrito: Hasta ahora mi producción se limita  a una novela histórica y al ensayo recién publicado en Adarve, si dejamos al margen colaboraciones periodísticas, blogs y cosas menores. Estoy más satisfecho con el ensayo. Creo que ofrece una cierta visión de algunos problemas que nos preocupan. Se podrá o no estar de acuerdo, y estará o no acertado, pero creo que es una visión consistente.

Tu estilo literario: Escribo para intentar mostrar mi reflexión sobre lo que pasa en el mundo, en cuanto sociedad, y cómo afecta, lógicamente, a las personas. Los cambios sociales, la evolución cultural e ideológica. Eso me conduce al ensayo, pero tampoco descarto el relato histórico o incluso, para más adelante, el relato distópico, combinando todo esto con algo de ficción.

Una cita de un autor que te guste: Barriendo para casa, elegiré la de un economista que es una mina de frases interesantes, Thomas Sowell: “Es dificil imaginar una manera más estúpida o peligrosa de tomar decisiones que ponerlas en manos de quienes no pagan ningún precio por estar equivocados”.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Es lo que se refleja en mi libro, Progreso y discordia. Creo que el mundo es más bien una jungla, como fue siempre; y la civilización, o la cultura, casi un milagro. Y para mantener ese milagro, que es algo delicado, y para poder disfrutar de la vida, que es de lo que se trata, necesitamos sobre todo dos cosas: respeto y conocimiento. No soy muy optimista sobre ello, pero debemos evitar que el pesimismo se convierta en una neurosis que nos paralice.

Tus proyectos inmediatos: Vivo al día, intentando disfrutar de las cosas, como es propio de la gente de mi edad, o debería ser (al menos si uno dispone de un cierto respaldo económico). Lo de proyectar, pensar y programar el futuro es para los más jóvenes, o así debería de ser también. A veces parece que el mundo está al revés, con los jóvenes viviendo solo el presente y los mayores preocupados por su futuro. No es mi caso, ya me preocupé antes bastante. Mi faceta literaria es una parte de ese planteamiento . En este momento no trabajo en nada en concreto, pero tengo algunas ideas, unas vinculadas a mi último libro, y otras no, y me inclinaré por aquello que más me pueda aportar personalmente, que me produzca la satisfacción de mejorar mi conocimiento y de transmitir algo nuevo a los demás. Aunque sea to the happy few, como decía Stendhal.

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