José Luis Acosta Muñoz autor del libro Larimar. Editorial Adarve, publicar un libroResido en Alicante. Soy aviador civil jubilado. En mayo próximo cumpliré 74 años. Estoy casado y bien casado desde los 23 años (lo de felizmente casado es un tópico y una muletilla). Casado y con dos hijos, hombre y mujer. Tengo cuatro nietos que, como para todo abuelo, son el amor y la razón de mi vida actual.

Nací en Chamartín de la Rosa (qué cursi), Madrid. Fui un estudiante discreto, pero aprobé mis dos reválidas sin especiales dificultades y alguna colleja de mi madre. No cursé el, entonces, Preuniversitario porque mi intención era matricularme en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo. Iba para hostelero, pero mi primer viaje en avión me puso ante una disyuntiva ante la que no dudé. Acabados los tres años de la Escuela hice la mili voluntario, 20 mesecitos, en Infantería y, a renglón seguido, con mucha suerte, ingresé como auxiliar de vuelo en nuestra compañía de bandera. Se ganaba un buen dinero y, por fin, trabajaba dentro de un avión. Fui el sobrecargo (mal está decirlo pero es verdad) más joven hasta entonces en la historia de la compañía. Como no tenía el dinero suficiente para hacerme piloto por las buenas, ya dije que Ángeles y yo nos casamos muy jóvenes, comencé a prepararme para ser oficial técnico de vuelo (flight engineer, que dicen los ingleses), lo que logré al cabo de cuatro de años de acudir a examinarme a la Escuela de Especialistas del Ejército del Aire, base de la Virgen del Camino, León. Los militares eran algo remisos a conceder el título a personal civil… de modo que no fue fácil. La compañía abrió contratación para oficiales técnicos al poco tiempo de haber obtenido yo esa titulación necesaria. Otra vez mucha suerte. Aprobé y fui el único sobrecargo en progresar como tercer hombre a la cabina de mando. Y una vez en posesión de los medios económicos volví a estudiar para obtener una licencia de piloto, que ya no me serviría de nada porque, una vez quitaron de en medio los últimos Jumbos que yo volaba, la compañía decidió mandar cómodamente a sus casas, no mal dotados, a los últimos oficiales técnicos que ya hubieran cumplido 55 años. Yo los había cumplido tres meses antes…

Aficiones: Pinto óleo, acuarela, dibujo con lápiz y lo que se me ponga a mano. Jamás he vendido un cuadro, pero las casas de nuestras familias, amigos y demás están adornadas con los míos. Mi mujer, a la que yo inicié en la acuarela, sí tuvo éxito y vendió unas cuantas que gustan una barbaridad a todo el mundo. Es muy lista y gran compañera. Colecciono fósiles, tallo maderas que encuentro por los montes y las playas, planto tiestos para la terraza… leo mucho, me pirra el cine clásico, sobre todo el épico, Ben-Hur y demás… y he escrito desde que era un chaval.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: No me considero tímido pero sí guardo las formas con los demás al modo old fashion. En cuanto a capacidad de liderazgo sí que parece evidente a los demás, para arrastrarlos a todos al desastre. Soy reflexivo pero impulsivo al tiempo; me pongo muy contento cuando mis reflexiones me conducen al acierto y me abronco a mí mismo cuando mis impulsividades me llevan al fracaso. No soy arrogante ni engreído, ni narciso; no puedo, mido 1’68 y, aunque no soy feo, no me cuadra la apostura de galán. Pero sí soy muy aventurero; una psicóloga me dijo un día que era adicto a la adrenalina, ella sabría por qué. A veces confío a ciegas en lo que hago y otras, muchas, dudo. Y en cuanto a carácter, me tienen por un hombre apacible y accesible… y como un monstruo colérico cuando me sacan de mis casillas.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: No decidí ser escritor; simplemente escribía sin otro objetivo que hacerlo. Y lo hacía por necesidad, a impulsos nacidos de dentro. Sin premeditación y sin buscarlas me acometen las ideas sobre las que escribir. Nunca he perseguido el éxito de los consagrados, sino disfrutar escribiendo y a ser posible hacer pasar buenos ratos a los que quisieran leerme. Pero se trata, en definitiva, de un sentimiento egoísta, de autocomplacencia, sobre todo si, después de mucho perfilar, borrar, añadir, corregir, etc, logro que me guste a mí mismo lo que he escrito, que no es fácil. ¡Ah! Una vez, con motivo del paso del ecuador de mi promoción de turismo, en el 68, la dirección de la escuela le otorgó el primer premio a mi relato breve “Recuerdas, amigo…” Y me lo entregó en mano la madrina: la mismísima y jovencísima, una angelical criatura por entonces, Ana Belén.

Autores preferidos y por qué:  Yo leía cualquier cosa que cayera en mis manos hasta que me tropecé con “El jinete polaco” de Antonio Muñoz Molina; él no lo sabe, pero ha sido mi maestro. Con él aprendí a leer y cómo era que había que escribir. Desde entonces soy muy exigente, un perfecto soberbio, hubiera sido un crítico no solo mordaz sino destructivo. Ruego mil perdones, pero es que no lo puedo evitar. Italo Calvino, Cela, Cunqueiro, Murakami, Delibes, Zweig, a veces Reverte, pocas Vargas Llosa, qué decir de “Gabo”… Bulgákov, Gore Vidal… en fin, esas formas de escribir ante las que a uno se le cae la baba (disculpas), a tan sideral distancia de lo que a veces uno lee, curioso, víctima de la publicidad, y cierra el libro a las veinte o treinta páginas.

Tu obra favorita de otro autor: Me remito a la pregunta anterior. Es difícil, imposible elegir una sola obra o un solo autor. En la diversidad de lo que lees está el aprendizaje, si te sientes escritor de veras.

Tu obra favorita de las que has escrito: He escrito cuatro obras y estoy en una quinta. Las suelo editar a mis expensas para tenerlas en las manos con forma de libro. Todas son diferentes entre sí, temáticas distintas. No puedo destacar una favorita. Si acaso, por ser la primera y que más trabajo e ilusión me proporcionó: Larimar.

Tu estilo literario: Considero mi estilo como propio, esa es mi mayor satisfacción y lo corroboro a diario. Algunos me dicen que mi prosa supone un lenguaje que a una mayoría le resulta trabajoso leer. Persigo no ametrallar al lector con profusión de comas, guiones, paréntesis, citas al margen… persigo dar una musicalidad y un ritmo al relato, al modo de quien compone música.

“El medallón de Asbel” es una novela que comienza con una leyenda del medioevo y tiene sus consecuencias en los tiempos actuales: podría encajarla en el género de novela negra. “Larimar” me la premió Círculo Rojo como mejor novela histórica editada por ellos en 2021, pero yo no la encuadraría como meramente histórica… “El marino errante y nueve cuentos de una luna rota” es un compendio de relatos ni breves ni extensos con temáticas muy diversas unidas por un fino hilo argumental. Y, en fin, “El fugitivo de la diosa reina” es una novela con base argumental en la mitología griega, no sé en qué género se encuadraría.

Una cita de un autor que te guste:  “Cuando naciste, tú lloraste y el mundo se alegró. Vive la vida de modo que cuando mueras, el mundo llore y te alegres tú”. Es un antiguo dicho cherokee.

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: “El fugitivo de la diosa reina”

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Veo el mundo como el regalo de amor más fantástico que una Causa que desconozo nos ha hecho e ignoro por qué. Pero sé que nuestra misión, la de los humanos, es constituir el cáncer que acabará con él. Tampoco sé el por qué. Soy un adorador de la belleza, supongo que como cualquiera, de la belleza de este mundo y de el universo en que se encuentra; y un ser agradecido a la Causa por haberme permitido contemplarla durante tantos años.

Tus proyectos inmediatos: Seguir obrando de abuelo; uno se da cuenta de lo fundamentales que somos en estos tiempos. Procurar cuidarme para alargar mi presencia en las vidas de mis nietos, aunque eso de dejar el tabaco…

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