Nací en Madrid y después de sesenta años sigo por aquí, en la misma ciudad. Y va a resultar difícil que la cambie por otra, porque Madrid explica casi todo lo que soy y me recuerda lo que fui: los jardines de Sabatini de la infancia, la adolescencia de barrio, las novias breves, la pareja definitiva, los hijos.
Mi madre siempre reconoció que fui un niño bueno, y lo cierto es que de la EGB no recuerdo ningún disgusto académico, ni ninguna pelea. En la adolescencia seguí siendo buen chico, aunque con mucha calle y ninguna vocación. Pasé por BUP de puntillas, muy justo. Al llegar a COU, tenía que decidir qué carrera estudiar, y supongo que por un espíritu heroico, me planteé una ingeniería, por llegar a donde mi padre no pudo y porque mis hermanos mayores, que no pudieron ir a la universidad, se sintieran orgullosos de mí. Pero no tarde mucho tiempo en comprobar que aquella meta estaba muy por encima de mis posibilidades. Durante el año sabático del servicio militar intenté acercarme al cálculo y al álgebra, y Descubrí que aquel mundo abstracto sobrepasaba mi capacidad y me vi obligado a abortar aquella vendetta familiar. Acabé licenciándome en Ciencias Económicas en la Universidad Autónoma de Madrid. Como seguía sin hallar una vocación firme comencé a trabajar de informático en una entidad financiera, y algo que parecía que iba a ser transitorio, «mientras me sale algo de lo mío», pensaba, acabó pagándome la hipoteca y muchas otras cosas más hasta la prejubilación. Y en ese tránsito, en la madurez tardía, encontré la vocación verdadera, o una ocupación que puede asemejarse a algo parecido a una vocación: escribir historias.
Aficiones: No tengo aficiones declaradas, ni reconocidas. Hay unas cosas que me gustan más que otras. Por ejemplo: no me gusta ser turista, no soy forofo de ningún deporte, me gustan los animales, pero no convivo con ninguno de ellos porque tengo la sensación de que en cualquier momento pueden perder el control, evito las colas y las aglomeraciones, comer en restaurantes caros me incomoda y para la aventura no tengo recursos.
Llego a pensar que estar con mi familia y disfrutar con los amigos son mis únicas aficiones definidas. De lo que me gusta: la música; la llevo conmigo a todas partes, y me da igual, cualquiera es buena, aunque tengo que decir que la música clásica la reservo para más adelante, para cuando sea rico y tenga la posibilidad de esperar en una gran sala con grandes ventanales a que me traigan las tostadas del desayuno mientras escucho una sinfonía. Cocinar es una de mis obligaciones, me tocó en el reparto matrimonial de tareas, obligación que algunos días cuesta, pero que en otros la disfruto, porque la entiendo como un trabajo artesanal, el arte de mezclar ingredientes diversos para obtener un producto final tangible y que se pueda comer. Y por lo demás, el resto de mis actividades lúdicas son sencillas: leer cuanto puedo, escribir cuando tengo algo que contar, ir al teatro el día del espectador y disfrutar con las películas y series.
Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Quizás habría que preguntar a los que me conocen. Desde mis ojos, con una mirada benevolente, puede que sea una persona tranquila, paciente (¿quién no se ve paciente?), al que no le gustan las obligaciones, ni el trabajo, pero que si hay que trabajar trabaja duro. Intento ver la vida con humor y la perfección es una obsesión a la que ni me acerco en la práctica, pero en la que pongo mucho empeño. Me gusta que me quieran y por eso, por ser consecuente, pongo mucha energía en el querer.
Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Yo empecé a escribir por pura envidia. Pedro Páramo y los relatos de Juan Rulfo, fueron los culpables, cuando los leí me dije: «esto es lo que me gustaría hacer a mí». Personajes marginados, palabras sencillas y la prosa clara. Sus historias me dejaron una marca. Claro está, Rulfo es un dios del Olimpo, que juega en la división de honor con los grandes. Y como no hay mejor virtud que saberse bien ubicado, yo encontré disfrute en las ligas menores, en las ligas de barrio, escribiendo relatos y devorando talleres literarios, (para ser justo debería ampliar la lista a Gabriel García Márquez y a Onetti).
Autores preferidos y por qué: me resulta difícil decidirme por una lista de autores favoritos, son muchos, de los que no habré leído todas sus obras, y otras que leídas no me entraron por el ojo. Y en consecuencia tampoco sabría concretar cuáles de ellos han influido más en mi manera de escribir. Espero que mi subconsciente haya elegido con buen criterio. Por eso voy a proponer una lista de libros que en los últimos años me han causado una impresión destacada: De color de la leche (Nell Leyshon); El último encuentro (Sandor Marai); El Pentateuco de Issac (Autor Angel Wagenstein); A sangre fría (Truman Capote); Juan Belmonte, matador de toros (Manuel Chaves Nogales); El Crematorio (Rafael Chirbes); Expiación (Ian McEwan); Trampa 22 (Joseph Heller); IT (Stephen King); Retrato de una dama (Henry James) y Matadero cinco (Kurt Vonnegut).
Tu obra favorita de otro autor: El castillo y El proceso de Kafka son dos obras que me impactaron muchísimo. De natural, tengo cierta paranoia sobre la existencia de entes con mucho poder que no se muestran, fuerzas invisibles que están por encima de los gobiernos, y que marcan nuestro destino colectivo. Puede que, por esta obsesión, en las novelas de Kafka encontré en letra impresa unas historias que se acercaban a mi patología, el autor expone la indefensión de los individuos ante el sistema y frente a los hombres ocultos con mucho poder; con una maestría y una originalidad que me ganó para siempre.
Tu obra favorita de las que has escrito: Todas mis obras son favoritas, considero que para un escritor no profesional sacar una historia adelante es un esfuerzo muy importante, esencialmente porque vas caminando por un sendero que no te resulta familiar, en el que la inseguridad te produce grandes dudas cuando te acercas a cualquier cruce de caminos, y un pequeño bache se presenta como un abismo inexpugnable. “Las Cartas de Ismael” fue mi primera novela corta, una historia de maquis, en la que la protagonista espera volver a ver con vida a su novio que escapó a la sierra, una campesina que no sabe leer y que un infiltrado de la Guardia Civil le lee las cartas que supuestamente escribe su novio en el monte. La historia una vez terminada me pareció que quedó bastante redonda. Por supuesto, “Después del silencio (1976)”, mi segunda novela, que creo que es una consecuencia mejorada de la primera.
Tu estilo literario: En la ficción es donde me encuentro cómodo, me sirve para contar historias sencillas, de las que a cualquiera le hubiesen podido pasar, historias que son un aglomerado de lo que he vivido, de lo que me han contado y de lo que me he podido imaginar.
Una cita de un autor que te guste: A continuación un extracto del poema “Porque Escribí” del poeta Enrique Lihn:
Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.
Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Acabo de terminar un libro de relatos: “Aquel país que llamaron Patria”. Son ocho relatos que comparten un hilo que los ata a una misma época: la postguerra en España. Una postguerra en la que se encuentran campesinos, maestros, poetas presos, trabajadores por redención de penas, mujeres solas, guerrilleros y amigos enfrentados.
Algo sobre tu manera de entender este mundo: El mundo cercano, mi familia, mis amigos, mis vecinos, el mercado donde compro me inspiran optimismo, me aporta tranquilidad, siento su hermandad, el pertenecer a lo mismo, a un micro mundo imperfecto pero amable. Pero si salto al macro mundo: país, continente, planeta, me sobrecoge la inquietud, la desconfianza. No vamos por buen camino, sabemos que hay circunstancias concretas que nos van a llevar al caos, podemos intuir los caminos que nos llevarían hacia situaciones mejoradas pero la avaricia excava socavones con gran profesionalidad, llevan siglos haciéndolo, e impiden el avance hacia un lugar mejor. Necesitamos desenmascarar conceptos como: rentabilidad, individuo, raza, precio, nacional, propio; y propugnar otros: igualdad, especie, sostenibilidad, oportunidad, común, reparto. Esquilmamos al tercer mundo, luego explotamos al segundo y ahora nos empezamos a preocupar porque somos los siguientes, igual es demasiado tarde.
Me gustaría ser más optimista, pero cada vez que lo intento la realidad me llama iluso.
Tus proyectos inmediatos: los proyectos personales son antiguos y siguen en curso, sin sobresaltos, gracias a la providencia, y de los nuevos que surjan seré un personaje secundario porque vendrán dados por los que me rodean. En cuanto a los proyectos literarios, estoy planificando una nueva novela, recopilando ideas y rellenando páginas en blanco con textos inconexos.