Queridos lectores.
Son contadas las ocasiones que tiene un escritor de tener un contacto realmente directo, de tú a tú, con sus lectores. Es cierto que todos los que publicamos hacemos presentaciones; pero estas, aunque es una delicia hacerlas, por su propia naturaleza son un acto íntimo al que acuden en el mejor de los casos varias docenas de interesados.
También existen las redes sociales, que la mayoría de los que escribimos utilizamos para difundir nuestra obra. Pero son pocos los que, aun atraídos por nuestras novelas, se atreven a entablar una charla con nosotros. Quizás sea por timidez, o por la necesidad que a veces sentimos de ser anónimos y de que nadie pueda atravesar la coraza que protege nuestra intimidad. No obstante, no se imaginan cuánto me gustaría debatir con cada uno de ustedes, explicarles el motivo de cada capítulo de mis libros, la complejidad de cada personaje, el intenso proceso de documentación previo…
Así que aprovecho esta oportunidad que me da Editorial Adarve para romper el hielo, para ayudarlos a conocerme, a imaginarme, pues quizás les interese saber algunas pinceladas sobre mí y sobre mis novelas históricas.
Si me preguntan donde resido, lo primero que viene a mi cabeza es el rincón de mi casa donde escribo. No es un rincón cualquiera, pues desde él he viajado en el espacio y en el tiempo sin levantarme del sillón. Ese lugar está en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y, para los que nunca hayáis estado en las islas Canarias, os aseguro que tienen la propiedad de atraparte. De hecho no soy canario en origen, aunque sí de corazón. Y no es infrecuente que alguien que no haya nacido aquí, venga a pasar una temporada en esta tierra y se quede para siempre. Cada uno tendrá sus razones, pero yo lo achaco al hecho insular. Me explico. No es solo el clima, que es excelente todo el año, ni la simpatía de sus gentes o la belleza de sus lugares. Para mí, es el hecho de conocer perfectamente los límites del territorio donde me muevo. Una isla es como un barco que navega por el océano eternamente y eso es, en sí mismo, muy romántico.
¿Qué cuantos años tengo? Bueno, yo suelo decir que en pocos días voy a ser histórico, pues contaré con medio siglo cumplido. Por lo demás, tengo la fortuna de no vivir solo, de tener una compañera a la que además le gusta lo que escribo…
Pero vayamos al principio. Nací en Cádiz hace cincuenta años: padre asalariado, madre ama de casa, un único hermano al que adoro. Es decir, una familia trabajadora y humilde, como tantas otras. Aunque con una peculiaridad. Mi padre era muy aficionado a leer y tenía una modesta biblioteca. Parece anecdótico, pero el hecho de interesarme en la lectura desde temprana edad tuvo que ver con eso.
Estudié la EGB (Educación General Básica) en un colegio jesuita, aunque los curas sólo nos daban clase de religión. El resto de los profesores procedían de ámbitos ajenos a esa orden religiosa. Curiosa mezcla para aquellos tiempos, pues teníamos, por un lado, a los sacerdotes y su consabida moral cristiana, y por el otro a los profesores, todos de talante progresista.
Después vino el instituto, que no terminé. Y a continuación las oposiciones. Sí, en Cádiz hay mucho paro ahora, pero también lo había en ese entonces, y cada cual se buscaba la vida lo mejor que podía. Yo lo hice opositando.
Después vendrían los destinos en diferentes lugares de nuestra geografía patria: Alicante, Jerez, San Fernando, La Orotava, Agüimes, Santa María de Guía… lo normal en un funcionario del Estado que se va promocionando, escalón a escalón. Sí, lo reconozco, un poco trotamundos, pero toda experiencia en la vida enriquece.
Después vendría la madurez. La licenciatura en historia y el afán por escribir, que es el punto donde usted y yo, querido lector, nos encontramos.
Le agradará saber que soy muy parecido a usted. Es más, seguro que podríamos compartir aficiones, pues tengo varias muy comunes. El pádel, el motociclismo, los gatos y, por supuesto, la lectura.
Soy tímido. Bueno, más bien era tímido. La necesidad de hablar en público, de dirigir a un grupo de personas en mi trabajo y el ejercicio de la escritura han atemperado esa timidez y me ha proporcionado seguridad en mí mismo. Si me preguntan si soy o no un líder… eso es algo que no debo decidir yo. Creo que tengo la virtud de empatizar con las personas que conozco, de comprender sus motivaciones y sus caracteres. Podríamos llamarlo capacidad de análisis, algo muy útil para un historiador y, por supuesto, para un escritor.
Y así llegamos al motivo de mi afición a la escritura. ¿Qué por qué escribo? Bueno, escribir te da la posibilidad de crear opinión sobre la historia que cuentas, pues la muestras desde tu punto de vista. Lo mío es la novela histórica y habrán oído que la historia es una, lo cual es cierto, pero la interpretación de la historia depende del historiador. Les aseguro que cada autor, cada historiador, refleja en sus obras su visión sobre los acontecimientos. Y a mí me motivó mostrar cual era el mío, que estoy seguro de que coincidirá con muchos de ustedes. Pero aún en el caso de que no coincidamos, dará lugar al debate. Y que debatan sobre hechos del pasado es lo que pretendo, pues así sacaré a la luz la vida de personas y acontecimientos que habían caído en el olvido.
Tanto “Cartagena de Indias”, como “Viaje Redondo”, son mi visión particular de cómo sucedieron ciertos acontecimientos. Desde luego, convenientemente documentados y relatados a través de personajes complejos, reflejo de su época, entre los que encontrarán protagonistas reales a los que he tratado de acercarme.
Me he movido en el siglo XVIII porque considero que lo hemos tenido apartado, olvidado. Muchos de ustedes habrán leído algo sobre los Austrias, la dinastía que gobernó el país en un periodo de esplendor que, por otra parte, acabó en completa decadencia: Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Reyes eternos, de la época de los tercios, de la edad de oro española en la política, la ciencias, el arte y la literatura. Sin embargo, poco se habla del cambio de dinastía. De Felipe V, Fernando VI o el más conocido Carlos III. De las reformas que llevaron a España a ser una potencia durante todo el siglo XVIII. Quizás nos olvidamos de ese siglo porque acabó mal, con la guerra de Independencia y la separación política entre los españoles que vivían a ambos lados del Atlántico. Pero cien años de avances sociales, científicos y políticos dan para mucho, si no nos dejamos influir por la “leyenda negra”.
Pero no piensen que soy pretencioso. Verán que la novela histórica tiene una propiedad más. Cada lector es dueño de su imaginación cuando lee. De manera que no hay una única forma de vivir tu relato o de imaginar a tus personajes, sino miles de ellas, tantas como lectores. Y además, no tienen por qué compartir el fondo de lo que leen. Es solo una propuesta que yo les hago, basada en el análisis de la sociedad de la época, tan diferente a la actual, con la licencia que da la creación literaria.
No les digo más sobre los argumentos, por no aburrirles. Verán que mis relatos son historias corales, donde participan muchos protagonistas que acaban por confluir en un momento concreto. En esto quizás me he dejado influir por el estilo de uno de mis autores favoritos: Kent Follet, capaz de estructurar un relato que se extiende en el tiempo y trasciende varias generaciones.
No tengo un favorito entre las novelas que he escrito. Quizás le tenga más cariño a “Cartagena de Indias” porque fue la primera. Pero “Viaje Redondo” o la que le sigue (aún no publicada) forman parte de una trilogía que atraviesa unos años que fueron cruciales.
Recuerden que “no conocer lo que ocurrió antes de nosotros es como ser incesantemente niños” (Cicerón) y que la novela histórica, bien documentada, es una forma amena de conocer los tiempos pasados.
A los que habéis leído mis dos primeras obras mi más sincera gratitud. Vuestros comentarios positivos me han reforzado en mi convicción de seguir escribiendo. Ya formamos una comunidad de navegantes que difícilmente echaremos el ancla. Pronto –espero– tendréis disponible la tercera entrega que cierra la trilogía. Y ya os adelanto que no será el fin de la historia, actualmente estoy trabajando en el cuarto libro con la seguridad de que os gustará.