Nací en Bilbao —en el mismo Bilbao, no equivocarse— en el verano del 1.945
Desde 1979 resido en Majadahonda, a unos 17 km. de Madrid. Casado y con tres hijos que ya volaron del hogar para formar los suyos respectivos. Estos hijos me han dado tres nietos muy distintos, pero todos dignos nietos de sus abuelos.
Además, soy tío abuelo de una gran cantidad de niños y desde el 15 de Noviembre del 2018 he alcanzado el alto grado de ser tío bisabuelo, lo que no es poco.
Como buen bilbaíno, mi vida no podía ser muy «del montón» y al ser el menor de cuatro hermanos, menos.
Fui bastante buen estudiante, lo que no impedía que mis travesuras estuvieran presentes en mi vida. Estudié Ingeniería Industrial en le E.T.S.I.I. de Bilbao, carrera que entonces duraba siete cursos, además de tener que hacer luego un Proyecto de Fin de Carrera para poder obtener el título oficial. Y alcancé el objetivo sin perder ni un año.
Mi madre creía que debía elegir Derecho en la Universidad de Deusto, pues me hacía más de letras. Y yo le pregunté: «¿Qué pasa, que los Ingenieros no pueden escribir?», y en eso estoy. Seguro que estará orgullosa de mí en ese aspecto, allá donde se encuentre desde hace más de 50 años. Demasiados. Un beso, mamá.
En el aspecto laboral he desarrollado mi labor en áreas muy distintas dentro de la ingeniería. Desde Centrales Eléctricas Hidráulicas hasta Nucleares, pasando por Térmicas Convencionales. Desde Oleoductos a Gaseoductos, pasando por cargaderos de camiones cisterna. Desde Control de Peaje de Autopistas a Edificios Inteligentes, pasando por Almacenes Automáticos… No sigo para no parecer pedante. Sigo trabajando, aunque sin agobiarme.
En el aspecto literario, mi primera obra escrita de puño y letra fue una poesía a los diez años, a la Luna de Valencia, a una niña bella morena. Y me di cuenta que eso de «juntar palabras» era divertido. Era un Romance que tenía una rima sencilla para mis cortas entendederas.
En 1982 empecé a felicitar a los familiares y amigos con un Cuento De Navidad y desde entonces no me dejan fallar ni uno. Hubo quien llegó a afirmar que la Navidad sin mi cuento ya no sería Navidad y que estaba condenado a escribirlos hasta que el cuerpo aguantase y, como lo hace, pues en esas sigo. Y encantado de ello.
La aparición de Internet ha propiciado el poderme presentar a cantidad de Concursos Literarios de los que hasta el presente solo he ganado uno, el de Destino Placer. Mi mayor premio en todo caso, es la cantidad de amigos que me leen. ¡Son increíbles!
Tengo editadas 16 poesías compartiendo publicación con otros autores. Y cuatro novelas: Una de suspense, dos costumbristas y una novela histórica. Y he constatado que, además de comprar mis novelas, muchos las leen, lo cual es el «ya no va más», ya que me las comentan, muestran sus defectos o carencias así como lo más interesante de ellas. Y casi siempre se les hace corta. Eso es bueno, ¿no?
Mis aficiones: Es obvio que además de la literatura me gusta la música en todas sus facetas, tanto de música clásica como moderna. La música siempre ha estado presente en mi vida, tanto trabajando como estudiando.
Como anécdota puedo contar que aprobé un examen de ingeniería gracias a la Obertura del Buque Fantasma, de Ricardo Wagner, que sonaba el día anterior mientras repasaba lo que me habían preguntado y ella me lo trajo a la memoria y aprobé.
He tocado —últimamente lo tengo aparcado en casa— el órgano electrónico, habiendo llegado a actuar en público junto con mi hijo mayor y compañeros de una academia a la que fui. Y me auto grabé una casete.
Otra afición es la cocina, pero la tradicional, la de las paellas a la leña. Tengo un 2º premio, la de los asados en horno de leña y más platos para chuparse los dedos. La repostería no es mi fuerte, es demasiado «medida» y, a pesar de mi ingeniería, me gusta dejar volar mi imaginación e iniciativa en los fogones. Los «macarrones al coñac» son los preferidos de mis nietos.
Me gustan los deportes en general, si bien no me hacen ser un fanático, a pesar de ser del Athletic de Bilbao, habiendo sido socio en el antiguo San Mamés durante toda la carrera.
Rasgo más sobresaliente de mi personalidad: Mi capacidad de entender a los demás. Ponerme en sus zapatos y ayudarles en lo que pueda a que decidan ellos. Mi capacidad de decisión y gestión buscando soluciones fuera de los límites habituales y de responsabilizarme de su ejecución.
El optimismo siempre a ultranza, a pesar de haber vivido momentos más que trágicos y desalentadores, pero que nunca pudieron conmigo. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Mi locuacidad y mi gran capacidad de observación para aprender siempre de todos. Podríamos decir que soy «multitarea».
Por qué decidí ser escritor: Al igual que no me callo ni bajo el agua, fue surgiendo en mí la necesidad de escribir desde bien pequeño, como ya he dicho. Así pues, creo que más que una decisión era una cualidad que llevaba dentro de mí y que, conforme he ido escribiendo cientos de escritos, he ido desarrollando y espero que optimizando. Pienso que en gran manera la heredé de mi madre. Escribió en su corta vida —murió a los 57 años— miles de cartas a su familia y a la de mi padre, siendo el nexo de comunicación entre ambas. Me encantaba leerlas ya que no eran, en modo alguno, una mera crónica de lo que nos sucedía, era una historia entrañable, curiosa, divertida. Lástima no poderlas releer, seguro que aprendería mucho de ellas, además de volver al pasado de mi infancia y juventud.
Mis autores preferidos y por qué: Desde bien pequeño me han gustado los clásicos de la lengua española. Puede que se lo deba a mis maestros del colegio de Bachiller que nos inculcaban su lectura a todas horas, hasta los tebeos, si queríamos variar un poco. Y siempre admiré a Lope de Vega, tal vez por su capacidad de producción y, que me perdone, me da que no se paraba mucho a revisar sus escritos. Más de una vez, cuando veo que un escrito me sale de una tirada y lo envío, sin más, a un concurso, me acuerdo de él, salvando las diferencias por supuesto. El era el «Fénix de los Ingenios»; yo soy el «eterno aprendiz». La diferencia es clara. Por cierto, el falleció a mi edad actual. En este aspecto espero superarle con amplitud.
Otra autora es Pearl S. Buck, Nobel de Literatura, quien fue una novelista de la que leí bastantes de sus obras y que aún tengo en mi poder, me sentía partícipe de ellas. Entendí que eso era la magia de la escritura y soñé con que, tal vez, algún día, lograría acercarme algo a esa capacidad de atraer al lector a mis personajes. Tal vez, repito. Ella me desmitificó eso de «Premio Nobel» que yo consideraba como algo muy superior a mí, difícil de leer y más de entender y asimilar. La sentí muy cercana y con ello el Nobel era y es algo grandioso, pero cuya lectura es accesible al lector «normal».
Mi obra favorita de otro autor: Creo que, para mí al menos, el destacar una sola obra es misión poco menos que imposible. Lo que sí que me ha pasado es que según épocas o edades me he sentido atraído por una u otras obras o un género u otro.
Hubo una época en que me encantaba ver, e incluso leer, obras de teatro, habiendo llegado a escribir una corta que me exigió un gran esfuerzo ya que lo que piensa un personaje lo tiene que explicar de alguna manera para que el espectador se entere. Sigue gustándome, pero por mis circunstancias familiares he dejado de acudir al teatro. Y lo siento.
Así pues, destacar una o unas no sería justo por mi parte.
Lo que sí quiero resaltar es que solo ha habido dos obras que empecé a leer y que no fui capaz de terminar. Y como las dos son de autores que viven en la actualidad no los voy a mencionar, no me parece bien. Eso sí, no creo que lo vuelva a intentar.
Mi obra favorita de las que he escrito: Si nos referimos a las que tengo publicadas, que son cuatro como ya he dicho, todas tienen su aquél.
Condena Perpetua (que no cadena) fue la primera y me abrió a un universo al que nunca pensé que iba a poder entrar. Además, como partió de mi capacidad de observación a lo que me rodea, me llenó de satisfacción. Y su aceptación entre amigos, excelente. ¿Qué más puedo pedir? ¿Quién dijo que el crimen perfecto no existe? Que la lea y saldrá de su error.
Que cuarenta años no son nada. La segunda partió de una conversación telefónica de unos amigos estando yo presente y «puesto un poco al día» de qué iba el tema. El argumento de la obra ya es mío, si bien me apoyo en puntos que fueron realidad.
El martes será otro día es producto de mi observación de la vida y lo que me rodea. Los personajes, aunque ficticios, seguro que existen en el mundo real y me han llevado hasta donde han querido. Muchos lectores me han pedido una segunda parte.
El hípster de la corte del emperador, novela histórica, sin entrar demasiado en hechos reales, es mi cuarta y última novela publicada hasta el momento. Es con mucho la más larga y, aún así, a muchos se les ha quedado corta y confían la continúe.
Su origen en mi cabeza fue producto de dos sucesos fortuitos y de orígenes sin relación alguna entre ellos. Todos los que se han molestado en hacerme su crítica y habían leído las anteriores coinciden en decirme que he dado un salto cualitativo y que no puedo volver para atrás ni medio paso. Me han echado una responsabilidad que no me esperaba, de manera muy cariñosa, desde luego.
Y sí, a mí también es la que más me gusta de las cuatro publicadas hasta el presente.
Mi estilo literario: Como veis, los temas abordados por mis obras son diversos, desde el crimen perfecto a la novela histórica, pasando por la vida actual y la poesía. Por ello, pienso que mi encuadre sería muy desenfocado. Recordad que soy de Bilbao y es difícil encasillarnos. Lo mismo soltamos un Irrintzi (grito) que susurramos una balada.
El que la novela histórica haya supuesto para mí un reconocimiento inesperado de mis lectores no quiere decir que me vaya a encuadrar en ese área, aunque, siguiendo esa estela y a partir de dos hechos inimaginables y dispares que me han sucedido, es posible que la próxima o próximas que tal vez puedan publicarme lo sean también. Veremos qué opinan las editoriales.
En todo caso, considero que mi prosa es fácil de leer, lo que me permite transmitir al lector aquello que quiero expresar sin tener que esforzarse más de la cuenta, lo cual agradecen muchos de mis lectores cuando me comentan mis escritos. Y yo, por mi parte, también agradezco sus comentarios.
Una cita de un autor que me guste:
«Uno se arrepiente solo de lo que no hace».
Es una cita que leí hace años y cada vez estoy más convencido de su veracidad. Lamento haber perdido el nombre de la autora, que creo recordar era de un país nórdico
Obra en la que me encuentro trabajando en la actualidad: Si Vercingétorix levantara la cabeza. Creo que el título es bastante explicativo. He saltado en la Historia al Siglo I A.C.
Estoy preparando un escrito de poesía en prosa para un concurso literario. Es la primera vez que me adentro en esa forma de expresión. Hay que seguir experimentando. Los García Albi, anécdotas e historias de mi familia desde el 1818 a nuestros días. Ya supera las 300 páginas en formato libro.
Algo sobre mi manera de entender este mundo: Pienso que la vida debemos de intentar no complicárnosla y disfrutar al máximo de ella. Solo se vive una vez y lo único que tenemos nuestro es tiempo. El resto es todo prestado.
Mis proyectos inmediatos: Seguir, desde el punto de vista literario, con los escritos que antes he mencionado, por una parte. Recapitular mis mejores escritos cortos, o los menos malos, e ir a una editorial a ver si consideran que son dignos de ser publicados. Es una idea que me han sugerido muchos de mis lectores, digamos, particulares, que son varios cientos. He pedido ayuda a algunos de ellos para seleccionar la crème de la crème. Se me ha ocurrido que, en principio, el hilo conductor sean algunos de mis Cuentos de Navidad.
En el aspecto personal, continuar con mis ocupaciones, mis aficiones, mi familia y mis amistades. Ayudado para ello por mi salud que hasta el presente no me ha presentado graves complicaciones. Por no necesitar no necesito ni gafas, ni pastilla alguna, gracias a Dios.