Autor de La niña y el ángel. Estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad de Barcelona, además de esta obra ha compartido numerosos sonetos, versos libres y poemas en la red TikTok bajo el usuario VersoJoven. Con el presente trabajo comienza su trayectoria literaria, esperanzado en crear muchas otras obras más en el futuro.

Actualmente me hallo viviendo en Barcelona a la edad de 20 años.

Tras acabar la enseñanza obligatoria pasé a estudiar Bachillerato con la idea de pasar a la universidad, en donde he comenzado a estudiar Ingeniería informática. Estoy en el ecuador de la carrera, sin una clara predisposición profesional hacia ningún ámbito en concreto.

Voy mudando de aficiones con el paso de los meses, en algunos momentos me afano más por la composición musical, y en otros por la composición de poemas. Cuando no estoy tan creativo me gusta leer alguna obra de narrativa larga o breve, así como también estudiar etimologías o ver vídeos en internet que, aun a veces sin contar con tal interés intelectual, sí que me distraen de manera agradable.

Soy una de esas personas que “se comen mucho el coco”, que se marea en divagaciones mentales sin rumbo hasta descubrir una pequeña conclusión, y poder llegar a un estado de paz. Sin embargo, con el tiempo he aprendido a controlarlo y la mayoría del tiempo soy una persona de temperamento sencillo, a veces enérgico, a veces tranquilo, y cuyos pensamientos, sí, continúan siendo reflexiones, pero que no derivan necesariamente a la inquietud.

Como mostré en mis aficiones, la escritura es una de mis áreas de interés, y estoy muy contento de poder tener este libro publicado en la Editorial. El presente libro, “La Niña y el Ángel”, fue inicialmente un regalo, un regalo que compuse con la forma de un libro con todas las de la ley, pero un regalo al fin y al cabo. Al regalarlo, devino la idea, quizás necesidad, de publicarlo, porque el libro quería ser publicado. Aun cuando aún no he comenzado el siguiente, tengo ganas ya de empezar con mi siguiente obra.

Previamente ya tengo muchos poemas escritos de índole personal, que probablemente no publique nunca, pero que me han ayudado inmensamente a mi desarrollo como poeta. Dicen que “la práctica hace al maestro”, y desconozco si soy “un maestro”, pero espero que no me falte “la práctica”.

Muchos autores me gustan por sus distintas características con las que innovaron en su momento, pero no me cabe la menor duda de que el escritor que me fundamenta no solo como artista, sino como ser humano, es Dostoievski, en cuyas novelas he encontrado una gran indagación en la esencia más sincera del ser humano, y un camino para comprender el mundo y a mí mismo. “Los Hermanos Karamazov” me parece el mejor libro jamás escrito, y dudo que cambie mi parecer en ello, con lo que encomiendo al lector a que le dé una sincera oportunidad.

De igual modo, Tolstoi me parece brillante, por motivos diferentes pero igualmente fundamentales. Mientras que Dostoievski se caracteriza por sus inmensos diálogos en los que uno navega por el alma de cada personaje, Tolstoi consigue crear una historia con muchísimos personajes, muchísima trama y mucha profundidad en su contemporaneidad. Junto a ellos, Víctor Hugo es el maestro en dar detalles a sus libros que, aunque parecen insustanciales y casuales, dan a la obra sentido, valor, y recuerdo para el que los lee.

Al haber mentado ya “Los Hermanos Karamazov”, me siento inclinado a mencionar “Así habló Zaratustra”, que aun siendo considerado un libro de filosofía, su valor, creo yo, es fundamentalmente literario, por la manera tan disparatada que tiene de emplear el lenguaje humano. Nietzsche consigue que una página de su libro suponga el mismo esfuerzo que veinte de muchos otros, ya que cada frase es una sentencia vital, cargada de un significado que, no siendo categóricamente cierto, sí que es siempre reflexivo y apasionante.

Portada del libro La niña y el ángel. Editorial Adarve, publicar un libro

De momento solo he escrito “La Niña y el Ángel”, libro con el que estoy muy contento, pues cumple con sus objetivos, con su forma y con su sentido para mí y para quienes lo han leído.

Todavía estoy encontrando mi estilo literario, y deseo poder perfeccionarlo lo máximo que pueda. Cierto que es que mi -de momento- único libro es en verso, pero soy consciente de las distintas ventajas y desventajas de cada estilo, y me gustaría desarrollar la prosa de igual manera. Incluso mezclarlos me parece algo quizás innovador, quizás enriquecedor para el lector y para la obra. La prosa facilita la ampliación, el desarrollo de detalles, la irregularidad – el verso ayuda a la memorización, a construir metáforas y a la ordenación. Todavía no sé cómo lo haré, siquiera qué clase de escritor verdaderamente soy, pero mi preocupación es ser uno de interés y no en cómo serlo.

La significancia de mi obra me parece más importante que la belleza en su estilo, y procuro que mis palabras sean unas u otras no por su estilo o atractivo, sino por su utilidad y sentido. Más le vale a un escritor escribir “en el día concurrente cuyas horas, minutos u segundos acontecen actualmente”, o decir “hoy”. Quizás todavía no he perfeccionado este punto.

Pensando con sinceridad en una cita que proponer, solo me sale de dentro compartir el versículo con el que, de igual modo, comienza “La Niña y el Ángel”:

“De lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12: 34).

Porque, realmente, siento que en eso consiste ser un autor, en poder plasmar en el papel lo que se lleva dentro, y es por ese motivo que profundizamos tanto en la vida de los autores que nos apasionan: porque en lo que fueron está lo que escribieron. Y si lo que uno lleva dentro es bueno, es resultado no puede ser otra cosa que algo bueno. Y eso deseo: que mi obra, fuere como fuere, tenga bondad intrínseca y pueda valer a todo el que la lee como sustento de su buena voluntad; si es que me fuera posible cumplir este propósito.

Como he dicho anteriormente, no me hallo trabajando en nada en la actualidad, pero pronto quiero ponerme a comenzar un proyecto que, espero, pueda agradar a todo el lector que lo escoja.

Algo sobre tu manera de entender este mundo:

Una pregunta amplísima, a la cual solo puedo responder con brevedad y tratando de darle a todas mis palabras el mayor significado posible. Yo creo en el Bien, creo que desde el principio hasta el final está el Bien presente, y que, alejados de todas convicciones políticas, económicas, sociales o intelectualistas, hemos de ir hacia el Bien. Me gusta resumirlo todo en decir que “hay que creer que el Bien es bueno”, porque por mejor que actúes, sino crees en lo que estás haciendo, eres un actor; y por peor que actúes, si crees en el Bien, te arrepentirás y volverás a ser bueno. Bueno no es lo que parece bueno, no es la apariencia de la acción o su resultado lo que la califica, sino su sentido interno y motivación más profunda. Poco tiene de bueno donar dinero para quedar mejor delante de los demás, por ejemplo, y no con la esperanza de que ese dinero repercuta positivamente en la vida de muchos personas.

Espero no haber sido demasiado profundo con lo anterior, pero eso es la síntesis, “el aceite de oliva” (exprimido) de todo lo que creo, y es mi motivación para estudiar, trabajar, y, por supuesto, escribir para vosotros.

Tus proyectos inmediatos:

A nivel literario, ya lo he comentado. A nivel profesional, acabaré la carrera y espero pronto poder hacer prácticas para empezar ya a adquirir experiencia profesional en los ámbitos que me atañen.

Opinión que te merece el trabajo del equipo de Editorial Adarve:

Estoy muy agradecido con la Editorial Adarve por haber podido incluir mi obra en su galería. No me fue fácil poder publicar mi libro, y que me lo aceptaran fue muy significativo.

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