Natural de Vigo, es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y doctora por la Universidad Autónoma de Madrid. Después de hacer la especialidad de Cardiología en la Clínica Puerta de Hierro, trabajó como médico adjunto en la Unidad Coronaria del Hospital La Paz hasta su traslado a la Clínica Universidad de Navarra para dirigir el Departamento de Cardiología y Cirugía cardíaca en 1995. En 2012 obtuvo la cátedra de Cardiología. Además de libros y artículos científicos, ha publicado las novelas Cambiando corazones y El marido de Carlota. Desde su jubilación es vicepresidenta de AGABI (Asociación Gallega de Bioética), en la que colabora con artículos, organización de conferencias y de congresos.

Vivo en Vigo, donde nací, soy soltera y me jubilé hace varios años. No me gusta decir mi edad, sabiendo que es una tontería y que la gente me puede calcular más de lo debido.
Soy la última de cuatro hermanos. Mi padre heredó del suyo una fábrica de conservas, donde trabajó como gerente toda su vida; mi madre, hija de un general, fue un ama de casa maravillosa (todas las madres lo son, pero la mía más).
Aunque no había médicos en mi familia, siempre quise estudiar medicina. Desde niña me preguntaba por el funcionamiento del cerebro, del corazón, de las manos, de los ojos… Deseaba conocer todo lo referente a la biología humana y nunca tuve dudas sobre lo que quería estudiar, aunque también me gustaba mucho la literatura (incluso pensé que la podía estudiar por mi cuenta). A los 17 años recién cumplidos empecé la carrera de medicina en Santiago de Compostela y dos años después, por consejo de una amiga, me trasladé a la Universidad de Navarra, donde me licencié. Me aceptaron allí porque tuve una nota media de sobresaliente en los dos primeros cursos.
De tercero en adelante obtuve matrícula de honor en todas las asignaturas, excepto dos sobresalientes; no pude viajar para el examen de matrícula de dos asignaturas de sexto por estar haciendo las prácticas en otra ciudad. Meses más tarde me presenté al premio extraordinario de mi promoción, que me fue concedido. Después recibí un accésit al premio nacional fin de carrera sin necesidad de otro examen.
Soy de la época en la que el MIR (Médicos Internos y Residentes) era distinto. Dediqué un año al internado (pasé por medicina interna, cirugía, ginecología y anatomía patológica) y tres años a la especialidad de cardiología, que hice en la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. Al terminar sufrí la gran frustración de quedarme en el paro, como casi todos los que terminaban la residencia. A los seis meses me ofrecieron una plaza de médico adjunto en la Unidad Coronaria del hospital La Paz de Madrid, donde trabajé con un colega magnífico (José Luis López-Sendón). Con él y algunos compañeros más publiqué muchos artículos científicos en revistas internacionales y recorrí gran parte del mundo presentando comunicaciones en congresos y dando conferencias sobre los temas que había publicado.
Mientras trabajaba en La Paz escribí la tesis doctoral sobre el infarto de ventrículo derecho. La defendí en la Universidad Autónoma de Madrid y me dieron sobresaliente cum laude, como a casi todos. En 1995 me trasladé a la Clínica Universidad de Navarra para dirigir el Departamento de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, que pronto se dividió en dos. Desde el principio impartí las clases de cardiopatía isquémica en la universidad y varios años después conseguí la acreditación de catedrática por la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación).
Mis principales aficiones son: fotografía, montañismo, música y letras (lectura y escritura). Copio una frase de Edmund Pellegrino con la que estoy totalmente de acuerdo: «La medicina es la más científica de las carreras de letras y la más humanista de las carreras de ciencias». Esto explica que haya tantos médicos humanistas. Supongo que la fotografía y el montañismo surgieron de mi amor a la belleza. La música me entusiasma, a pesar de que no canto bien, pero detecto enseguida a quien desafina y disfruto muchísimo con la buena música. Me gusta leer y he leído cientos de libros. Desde siempre me ha gustado escribir; empecé en el colegio, donde solía ganar los concursos de la mejor redacción sobre el tema que nos proponían.
El rasgo más sobresaliente de mi personalidad es mi fuerza de voluntad. Cuando tenía 14 años envié un escrito con mi letra (firmado con un seudónimo) a la revista Blanco y Negro, que dedicaba una página al estudio grafológico. Mi padre había enviado su letra y estaba impresionado de lo mucho que acertaron. Cuando meses después leyó la página de grafología, sin saber que yo había enviado mi letra, me dijo: «esta solo puedes ser tú». Guardé el papelito hasta que lo perdí, como pasa con casi todos los papelitos. Recuerdo lo siguiente: «Te cuesta tomar decisiones, pero cuando te decides, ¡adelante!, porque tu voluntad es fuerte hasta…». No sé con qué la comparaban, pero sé que mi voluntad es muy fuerte. Cuando me propongo algo, lo hago hasta el final.
Otros rasgos: soy tímida, seria, muy trabajadora, sintética (o sea, que no me enrollo). Admiro la belleza de la creación: el mar, la montaña, las puestas de sol, las flores, la naturaleza en general.
Aunque me tomo la vida en serio, tengo sentido del humor. Me río muchísimo con algunas bromas y guardo una larga lista de chistes cortos (juegos de palabras) que poco a poco voy ampliando y hago reír a quien los escucha.
Decidí ser escritora porque siempre me ha gustado escribir: redacciones del colegio, cartas largas que enviaba a mis padres cuando empecé a viajar por todo el mundo (cuando yo era joven casi nadie hacía esos viajes) y que mi padre leía a sus amigos… (quizá haya perdido algunos amigos por este motivo).
Siempre tuve ganas de escribir una novela, pero pensaba que, con mi trabajo, no tenía tiempo para hacerlo.

Hasta que un día, en mi despacho de la Clínica Universidad de Navarra, leí en la pantalla del ordenador las noticias de la Clínica. Una de ellas decía que un cirujano cardíaco (Rafael Hernández Estefanía) había ganado un premio literario de narraciones cortas. Me quedé impresionada e inmediatamente fui a su despacho a darle la enhorabuena. Era lo último que me había esperado encontrar: ¡un cirujano escritor! ¡y de mi propio departamento! Entonces me puse a escribir la historia de un paciente que acudió a la Clínica para recibir un trasplante cardíaco. Es una historia preciosa que yo había contado en ocasiones, pero nunca la había escrito. Se la di a leer a Rafa y le gustó mucho, pero me dijo que no servía para un concurso literario porque nadie propone semejante tema. Entonces surgió la idea de escribir entre él y yo un libro sobre pacientes que recibieron el trasplante en la Clínica: él se encargaba de escribir sobre sus pacientes y yo sobre los míos. De ahí salió el libro Cambiando corazones, publicado en Plataforma Editorial en 2014. Esta fue mi primera publicación literaria.
Mis autores favoritos:
-Stephan Zweig: Me gusta mucho su narración. Está muy bien documentado; describe la personalidad humana a través de sus personajes de forma que el lector los pueda conocer perfectamente; es interesante todo lo que cuenta. Tiene libros magníficos.
-Santiago Posteguillo: Todos sus libros son interesantes. Da a conocer épocas de la historia de forma entretenida, perfectamente documentada. Me parece un magnífico escritor.
-Irene Vallejo. Solo he leído un libro suyo: El infinito en un junco, pero lo menciono aquí porque me ha parecido un ensayo impresionante sobre la historia de la civilización a lo largo de treinta siglos. Muestra un conocimiento profundo de todo lo que narra y está muy bien escrito. Se merece todos los premios que le han otorgado.
-Muriel Barbery. He leído recientemente su libro La elegancia del erizo. Me ha fascinado por su originalidad, su sentido del humor, su manera de escribir tan distinta de los demás autores y a la vez tan interesante. También merece un aplauso Isabel González-Gallarza, la traductora del francés al español de esta novela, teniendo un lenguaje sumamente difícil de traducir (no por el francés, sino por lo que cuenta).
Podría escribir una lista mucho larga de autores preferidos, pero creo que ninguno ha influido en mi forma de escribir. Pienso que la escritura nace del interior de cada uno y revela la personalidad del escritor. Cada uno es distinto, ve lo mismo de distinta manera y escribe lo que le dicta su propio cerebro. Creo que nunca copiaré a otro escritor, por mucho que lo admire. No podría hacerlo, aunque quisiera.

Mi obra favorita de otro autor es Stoner, de John Williams. Es el único libro que he leído de este autor, y me ha cautivado. Narra una historia profundamente humana. Penetra en la psicología del protagonista al describir su vida, sus deseos, sus dificultades, las conversaciones con sus amigos… Todo con la mayor naturalidad. Es un libro tan humano que el lector lo hace suyo. Es como si se metiera en su piel. A mí me ha hecho llorar. Se lo recomiendo a todo el que quiera meterse en el interior de otra persona y vivir intensamente esa otra vida mientras lo lee.
De las obras que he escrito, yo diría que mi favorita es La luna se tiñó de rojo. Me han dicho que mi estilo literario es muy ágil y dentro de historias serias siempre hay párrafos con sentido del humor. Los temas que he tratado son muy distintos:
-Cambiando corazones relata historias de pacientes que recibieron trasplante cardíaco.
-El marido de Carlota es una ficción basada en un caso clínico real de difícil diagnóstico.
-La luna se tiñó de rojo es una novela histórica y a la vez una vivencia de superación.
-El obispo Eijo Garay visto por los suyos es mi último libro; está aceptado para publicación por la editorial Monte Carmelo. Es la semblanza de un obispo extraordinario que perteneció a mi familia.
Necesito algo real que me haya impactado para escribir una novela. Escribí la cuarta después de escuchar una conferencia impartida en Vigo por don Alberto Cuevas, que fue periodista antes que sacerdote y ahora es párroco de la iglesia La Soledad, mandada construir por el obispo Eijo Garay. Fue entonces cuando me metí en los archivos y fotografías de mi familia y aprendí muchas cosas sobre este personaje genial. Ahora no estoy escribiendo un nuevo libro. Necesito algo que me motive.
Para mí el mundo es maravilloso. No solo me refiero a la belleza del universo, sino también a la inteligencia humana e incluso al corazón. Mi hermano, historiador, no comprende que yo haya dedicado mi vida a un músculo tan pequeño como ese. Yo le digo que es un músculo genial. Fue el famoso cardiólogo Valentín Fuster quien me hizo ver que ninguna máquina creada por el ser humano puede compararse con el corazón, teniendo en cuenta que bombea algo más de cinco litros de sangre por minuto. En un día impulsa alrededor de 7.500 litros a través de cientos de metros de vasos sanguíneos. Realiza esta función vital latiendo unas 100.000 veces al día sin parar (morimos si se para durante muy pocos minutos). Cada mes late unos 3 millones de veces, cada año unos 36 millones y si alguien vive hasta los cien años, su corazón ha latido unos 3.600 millones de veces. Si hacemos mucho ejercicio, late muchas más veces. No necesita pararse a reponer gasolina ni enchufarse a la corriente para seguir funcionando. Solo Dios, autor de la creación, puede hacer esto. ¿Acaso no es una maravilla?
En cuanto a mis proyectos inmediatos, debe ocurrir algo que me afecte para que yo escriba otra novela. En lo personal, estoy dedicando parte de mi tiempo a una hermana mía que vive en Vigo con muchos problemas de movilidad. También dedico tiempo a la vicepresidencia de AGABI (Asociación Gallega de Bioética). Los días 26 y 27 de septiembre de 2025 tendrá lugar un congreso de Bioética en Vigo (en la sede del Colegio de Médicos de Pontevedra, situada en la calle Ecuador nº 84), organizado por AGABI, junto con AEBI (Asociación Española de Bioética). Todavía es tiempo de matricularse.