Once mujeres y un Ángel deciden escribir un libro de cuentos. Deben buscar un hilo conductor. El debate es innecesario. Solo una ronda de votación aplastante, será el vino, otro motivo para brindar ese miércoles después de la reunión. Las primeras propuestas, lecturas y críticas, mano a mano, cuerpo a cuerpo, en torno a una mesa enorme rodeada de libros, llena de palabras, sonrisas y miradas, tienen que continuar a distancia. La mesa estalla en pequeñas pantallas donde se cuelan entre el trabajo algunas emociones por las que los escritores escapan del encierro. No recuperarán su gran mesa en el Barrio de las Letras pero pantalla a pantalla construirán este libro a 24 manos. Doce miradas en diecinueve cuentos en los que aparece el vino, vino que mata, que da la vida, que añora, celebra, une, separa,, que explota, vino en botella, en copa y en tetrabrik, vino que hace sangrar el mármol blanco, perder la cabeza y la vergüenza. Cuentos en torno al vino, como alrededor de una hoguera. Historias, cuentos que cuentan la vida, la amistad, el odio, el desamor, la soledad. La vida. Abre el libro por donde quieras. Y bebe. Aspira sus aromas, paladea todas las historias. Cuento a cuento. Copa a copa.
Grupo Letras y vino: «Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos». Estas palabras de Pessoa tienen mucho que ver con este libro que tenéis entre las manos, un libro que va de viajes, viajes siempre verticales, de descenso, de perplejidad, de espera, de esperanza, viajes a esos lugares de los abismos, al fondo del sentimiento, al lado oculto de lo cotidiano. Este libro surge de ese gusto por compartir secretos. Y vino. De las ganas de seguir compartiendo y de la importancia que cada uno da a los viajes de los otros.