Gladys Karlsson autora del libro Los colores del cielo. Editorial Adarve, publicar un libroNací en el norte del Perú, emigré muy joven a Inglaterra, pero he vivido la mayor parte de mi vida en Suecia y ahora también en España. Soy escritora, profesora de idiomas, traductora y una lectora empedernida, pero además de la literatura y de intentar pasar el mayor tiempo posible con mi familia a pesar de las distancias, otra de mis grandes pasiones es viajar y conocer lugares nuevos. Decía Mark Twain que viajar es fatal para los prejuicios, para la intolerancia y para la estrechez de mente, pero yo creo que, más allá de todo esto, también nos hace valorar más lo que tenemos.

Entre los rasgos más sobresalientes de mi personalidad debo señalar, sin duda, la perseverancia. De niña era muy tímida debido a que sufría constantes ataques severos de asma (cuando aún no existían los inhaladores) y no podía realizar ningún tipo de actividad física por lo que devoraba cualquier lectura que llegaba a mis manos, pero tenía muy claro en mi mente lo que quería hacer en la vida: viajar. Llegué a Londres con veinte años, muy poco dinero y un par de años de estudios universitarios. Sin la perseverancia jamás podría haber hecho realidad mis sueños. El de la literatura tuvo que esperar porque en el camino formé una familia y decidí que mis hijos serían las obras más importantes de mi vida.

No podría explicar cómo ni por qué elegí ser escritora porque creo más bien que la literatura me eligió a mí. Aprendí a leer a muy temprana edad y tuve la suerte de tener una maestra perspicaz y muy adelantada a su tiempo. Ella me enseñó a ver la vida desde unas perspectivas distintas a las de su tiempo y me abrió las puertas del mundo y de los libros.

La inmovilidad a la que me tenía sometida el asma redujo de manera considerable mi número de aficiones por lo que, escribir poesías, pequeños relatos – y leer, por supuesto – era lo único que podía ejecutar sin que me sobreviniera un ataque. Escribí mi primer poema a los diez u once años, inspirada por Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Gustavo Adolfo Bécquer, pero también por la poesía de Miguel Hernández, de Juan Ramón Jiménez y, más adelante, de Sylvia Plath. Continué escribiendo durante toda mi adolescencia y parte de mi vida adulta, pero la idea de escribir una novela aún no se me había pasado por la cabeza.

Los autores que más me han influenciado son Fiódor Dostoievsky, Charles Dickens y George Orwell. Se puede escribir sobre cualquier cosa, pero lo que realmente sobrevive en la literatura es la visión crítica de la sociedad en una historia bien contada. La obra que más impacto tuvo en mí y que marcó para siempre mi idea de la literatura fue Pobres gentes, de Dostoievsky. Mis autores favoritos contemporáneos son muchos y de estilos muy diversos, pero todos saben profundizar en un tema y conmovernos: Isabel Allende, Ken Follet, Mario Vargas Llosa.

Después de trabajar durante muchos años como intérprete en un campamento de refugiados del este de Suecia choqué de bruces con la realidad de toda esa gente que se ve obligada a huir por sus convicciones políticas. Sus historias me afectaron tanto que el psicólogo del campamento me aconsejó escribirlas (así nació Niebla, mi primera novela), como una especie de terapia. Narro este episodio en Los colores del cielo, que empecé a escribir como una serie de relatos personales para mis hijos y que jamás pensé que se convertiría en novela y que la leería mucha gente.

Mi elección a la hora de enfocar el estilo de mis novelas fue relativamente fácil, gracias a la fuerte influencia que mis autores preferidos tuvieron en mí. No creo encajar en un estilo literario específico porque mis trabajos oscilan entre la novela social, la ficción y no ficción y el thriller. Me encanta mantener en vilo al lector y turbarlo a través de la compasión, la crítica o la realidad más cruda.

Así como tengo muchos escritores favoritos, también tengo innumerables obras que me han dejado fascinada. Es muy difícil señalar una sola, nombraré tres. Rebelión en la granja de George Orwell es una obra maestra que nos hace reflexionar sobre política y filosofía, una durísima crítica a las dictaduras y a ciertos sistemas políticos. De amor y de sombra, de Isabel Allende, todo un canto de amor y esperanza en medio del caos y del miedo. La caída de los gigantes, de Ken Follet, una obra apasionante que desborda compasión y solidaridad y que se basa en hechos históricos.

Mi obra favorita entre las que he escrito es justamente una que aún no ha sido publicada. Se titula El otro sendero y la considero la más humana e intensa que he escrito hasta ahora. Actualmente tengo entre manos un nuevo proyecto: La sombra del sicomoro, una historia de maltratos y violencia que también incluye la perspectiva de esa gran mayoría masculina que no agrede ni viola y un final inesperado.

Entre mis proyectos personales me gustaría continuar haciendo realidad mis sueños y recorriendo mundos con mi compañero de vida y de viaje. Poder seguir reuniéndome con mi familia y con mis amigos, que para mí es una de las dichas más sublimes de la vida, e intentar poner mi granito de arena en esta sociedad injusta y compleja de la que formamos parte. Todos tenemos un don y mi única manera de luchar por un mundo mejor es con la palabra.

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