Fernando Busto autor del libro Ulises y los cien mil hijos de San Luis. Editorial Adarve, editoriales que aceptan manuscritosVivo en Zaragoza, ciudad en la que nací, lo que no quiere decir que no haya recorrido otras partes del mundo, eso sí: nunca como turista, condición que respeto en los demás, pero odio en mí. Soy soltero. Suelo afirmar que por vocación, pero habría que preguntarles a ellas… Obviamente, no lo hago. De todos modos, nunca le he pedido matrimonio a una mujer que no estuviera ya casada, por si acaso.

 Aprendí a boxear y jugar al ajedrez a los cuatro años. Me inicié en la esgrima a los nueve y en el ciclismo a los catorce. A los dieciséis andaba empeñado en organizar una guerrilla revolucionaria, en la fotografía, en la poesía y en mil quimeras semejantes. A los dieciocho una preciosa pelirroja me convenció de que un escritor, en lugar de estudiar Ciencias de la Información, debe vivir aventuras propias. La pelirroja duró poco, las aventuras siguen todavía. Acabé estudiando Historia y labrándome un porvenir oscuro y gris en diferentes agujeros de la administración, desde archivos, bibliotecas e institutos hasta departamentos como Agricultura (donde contaba el tiempo con calendarios de vacas ganadoras de concursos de belleza vacuna), Medio Ambiente o Servicios Sociales. Precisamente el haber pasado por este último me condujo durante lo peor de la pandemia a trabajar en un centro covid de los improvisados para atender a ancianos contagiados en las residencias, lo que me permitió aprender mucho si bien estaba enrolado en el área administrativa. Actualmente me gano la vida en un centro de personas con minusvalía psíquica, lo que me permite aprender mucho más y tratar a diario con gente que me hace sonreír y me llena de cariño, que no puedo evitar corresponder.

Por cierto: que nadie se engañe por el inicio épico y deportivo de esta respuesta. Hace años que, como Agustín de Foxá, estoy adherido a una opción político-filosófica cuya proclama es: Café, copa y puro. Yo no fumo y bebo poco, de modo que la he adaptado a: Café, paseo y churros. Esa es mi vida.

Aficiones: Duermo poco, de modo que tengo mucho tiempo para leer, escribir, escuchar música, componerla (sin demasiado talento), caminar, meditar… Ya no pierdo tiempo en el ajedrez, el ciclismo ni la esgrima, aunque siguen apasionándome. Por supuesto, soy muy aficionado a comer, beber y ese tipo de placeres simples…y a hacer el vago, que es la máxima expresión de la felicidad. Charlo y rio todo lo que puedo… En resumen: soy una mezcla de Falstaff y Sócrates con mucho de Hotei.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Siempre que me preguntan al respecto me quedó callado y dubitativo, sin saber qué decir, de modo que acaban llevándose la impresión de que el rasgo más importante de mi personalidad es la estulticia. Afortunadamente, no es cierto. La estulticia queda relegada a la cuarta o quinta posición. Antes que tonto soy paciente, tranquilo y con buen humor. Comprensivo y tolerante con la naturaleza humana y bastante escéptico con sus aspiraciones y proclamas.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor/a: ¿Decidir? No decidí nada. A los siete años ya escribía historias y trataba de que la gente las leyera. Un escritor no decide: nace y, después, se forma para serlo y lucha para ser escuchado.

Autores preferidos y por qué: Cervantes, no solo por lo que escribió sino por cómo lo hizo. Su posicionamiento ético frente a la obra y el lector y el aprovechamiento de dos universos en apariencia incompatibles, pero en realidad complementarios: el culto y el popular. Hay que pensar siempre en Homero y en el señor que se toma el carajillo en el bar al escribir. Tener en cuenta el patrimonio común y el patrimonio vital recibido. Después de todo, un escritor es también el portavoz de todos aquellos que conoció y no tuvieron voz y solo puede aportar como novedad su propia experiencia vital.

Tu obra favorita de otro autor: Citaré dos: la Anábasis de Jenofonte y la Divina Comedia de Dante. Ambas las leí por primera vez a los doce años y creo que eso tiene mucho que ver con su impacto en mí. Por otro lado, juntas condensan los valores esenciales que conforman mi personalidad literaria: fluidez y amenidad en la exposición, reflexión sobre la naturaleza humana sin alegatos fatuos ni fingidas ampulosidades y maridaje de lo trivial con la más profunda reflexión filosófica (que no suele percibirse en un primer golpe de vista) y lo cotidiano con un simbolismo poco evidente que siempre aporta una segunda lectura al lector que quiera abordarla sin por ello perjudicar al que, simplemente, desee entretenerse.

Tu obra favorita de las que has escrito: Mi mayor éxito hasta la fecha (más de 50000 copias piratas en tres años son un éxito, aunque no me hayan aportado ningún beneficio económico o reputacional) ha sido La Verdadera Historia del Bucicarlos Vengador (¿qué es un bucicarlos? Un submarino primitivo al modo del Ictíneo de Monturiol o el Garcibuzo de Cosme García), pero guardo un entrañable cariño por Las Siervas de Kromsak (novela negra que merece una edición mejor), Las Brujas de Sierla y, por supuesto, por Ulises y los Cien Mil Hijos de San Luis.

Tu estilo literario: Escribo porque tengo alma de niño y me gusta inventarme historias e invitar a los demás (los lectores, en este caso) a jugar conmigo. Para ello trato de elaborar textos de fácil lectura, aunque sin renunciar a la profundidad y las reflexiones adultas y, aunque es difícil en los tiempos que corren, intento no encasillarme. Hoy es novela histórica, mañana novela negra, otro día vaya usted a saber…En la variedad está el gusto (y en la mezcla, incluso aberrante, de géneros) Soy travieso, lo confieso.

Una cita de un autor que te guste: No hay libro tan malo que no tenga algo bueno y quien lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Ambas de Don Miguel de Cervantes.

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Actualmente, la obra que más ocupa mi tiempo es un ensayo (no quiero convertirlo en nada más académico) titulado Ni Rojos Ni Fachas, Una Historia No Partidista de España, que, sin ningún lugar a dudas, abrirá una nueva perspectiva sobre los últimos cien años de nuestra Historia y nuevos caminos, alternativos, para nuestro futuro. En otras palabras: es difícil que lo pueda publicar, no lo leerá casi nadie y, si, por esas casualidades de la vida, alcanza alguna relevancia, despertaré las iras y los odios de los “intelectuales” a sueldo de las diferentes facciones.

Algo sobre tu manera de entender este mundo:  La resumiré en dos palabras: zen y estoicismo. Cuidado: zen sin adhesión ninguna al budismo. Como enseñan los verdaderos maestros del sufismo, el signo es el no signo. Y, como enseñan los buenos maestros zen: es preciso matar a Buda y todos los demás dioses y profetas. Y luego están Plotino, el neoplatonismo y el emanatismo. Con eso creo que lo digo todo.

Por cierto: lo dicho (que es cierto y profundamente arraigado en mí) no impide que, además, sea glotón y mujeriego.

Tus proyectos inmediatos: Pues estoy entre organizar una revolución mundial y abrirme una cuenta en Only Fans… Supongo que elegiré un proyecto intermedio: iniciar un podcast titulado Sumidero XXI para ir comentando con buen humor y cierta mala leche el ocaso de la civilización y la extinción de la especie que se nos avecinan. No importa que no llegue a tener demasiado éxito, como a todo buen escritor me encanta escuchar mi propia voz.

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