1820: El único español salvado de la matanza rioplatense de San Luis de Rioseco, el duque de San Félix, antiguo héroe de la Guerra de Independencia Española, ha de regresar a su hogar —como el Ulises de Homero—, afrontando grandes peligros y viviendo t26odo tipo de aventuras. En primer lugar se dirigirá hacia el Brasil monárquico, huyendo a través de la Pampa de la persecución de los indios, a sueldo de los sublevados independentistas argentinos y chilenos. Más tarde, al no ser reconocido en la corte portuguesa establecida en Río de Janeiro, deberá arreglárselas para llegar a Europa por sus propios medios y de incógnito. Tras su llegada al viejo continente, las guerras civiles, los enfrentamientos entre liberales y conservadores y hasta las epidemias desatadas le dificultarán la recuperación de su familia, regresar a España, donde rige un régimen contrario a sus ideas, y volver a ser quien era antes de su partida a América para combatir a los independentistas, en 1816. Después de deambular, viviendo aventuras sorprendentes por Europa durante varios años, en 1823 se unirá a la invasión francesa de España por los Cien Mil Hijos de San Luis, a fin de poder regresar a su país y retomar su ansiada posición social y familiar.
Fernando Busto de la Vega nació en Zaragoza en cuya universidad estudió —poco, esa es la verdad— Historia y donde sigue viviendo y trabajando. Novelista al borde del fracaso, pero con buen humor y grandes esperanzas; compositor sin futuro, fotógrafo en barbecho, poeta sin adjetivos, bloguero a ratos, filósofo ágrafo (y nocturno) al modo de Sócrates (pero menos gay), ajedrecista y tirador de esgrima emérito, ciclista no practicante y fondista en todos los aspectos de la vida. Alcanzó cierta notoriedad con su blog Disidenteporaccidente (2009-2017) y ha publicado a lo largo de los años diversas novelas: Las Siervas Kromsak (2017), La Verdadera Historia del Bucicarlos Vengador (2018), Las Brujas de Sierla (2020) y ahora esta que, estimado lector, tienes en tus manos. Tras pasar por empleos en la Biblioteca de Aragón o el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza últimamente parece haberse especializado en institutos de Secundaria, a los que acude con cotidiana asiduidad a cambio del debido estipendio.