Vivo en Getxo; tengo 70 años y estoy casada con mi amor de toda la vida, tengo cuatro hijos y cuatro nietos.
¿Por qué escribo? Contestar a esto resumiría toda mi biografía. Escribo desde que nací, en mi mente o en las pizarras de mi infancia. ¿Por qué?, porque me apoyé en las palabras para conquistar un mundo que se me había prohibido y esa prohibición ha sido el acicate para todo cuanto he sido.
Obtuve el Graduado Escolar con 34 años para poder acceder a un puesto en la Diputación que me permitiese disponer de tiempo y dinero para seguir formándome, y lo hice. Primero Periodismo, luego la tesis doctoral y seguí escribiendo algunos artículos sobre feminismo que se publicaban en una revista digital. Y seguí escribiendo. Pero mis primeros escritos en la narrativa fueron a la papelera, no me permitían expresar lo que sentía ni cómo lo sentía. Sin embargo, la poesía la conservé, y seguí haciendo poesía, aunque sin atreverme nunca a hacerlo real y sacarlo de mí.
Me deslumbré ante el primer libro que cayó en mis manos, Corazón, de Edmundo Amicis, cuando tenía 8 años. Cuando con 12 descubrí a Juan Ramón Jimenez simulé mi propio Platero cambiando personajes y situaciones. He leído mucho, mucho, profusamente, siempre he tenido un libro en mis manos y todos dejaron su huella, todos respondieron a alguna de mis preguntas. Las poetas sudamericanas como Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni y tantas otras entraron a formar parte de mi vida de tal forma que muchas de sus frases forman parte hoy de mi lenguaje cotidiano.
Con 20 años cayó en mis manos Sons and Lovers, de DH.Laurence; mi nivel de inglés no me permitió entenderlo en toda su complejidad. Cuando por fin lo leí en castellano se convirtió para mí en la mejor obra jamás escrita, pues retrata magistralmente el lazo indisoluble y tantas veces tóxico que ata a padres e hijos, y este sigue siendo mi libro de cabecera, junto con Platero y yo, que permanecen siempre cerca de mí.
¿Cómo escoger solo una frase de todas las que me acompañan?
«Como ofrenda puesta ante un mausoleo», «Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo», «Si la vida es amor, bendita sea» y miles de palabras que he hecho mías.
He buscado durante tiempo la mejor forma de expresar mi sentir y la he encontrado en la poseía, pues me permite la hipérbole. Yo soy la hipérbole que exagera para poder ver con más nitidez en la grandilocuencia.
La poesía es exageración y me permite creer, reforzar hasta el infinito el valor de la vida. Creo en la vida, en que es finita, en que es un milagro del azar y a la que hacemos con nuestras manos cada día con nuestras acciones y aportando lo mejor de nosotros. Disfruto de la vida a esta edad ya tardía contemplando mis obras, mi familia, mis libros y… disfrutando de un café en buena compañía.
Y tengo proyectos. El primero, seguir muy viva. Y mientras tanto, publicar tres libros de poesía que tengo ya terminados. Estoy trabajando en una autobiografía que quizá aporte las claves para entender mi obra.