Tengo setenta y tres años. Estoy casado y soy padre de tres hijos que me han dado, hasta el momento, cinco nietos. De unos y otros estoy orgulloso. En la actualidad vivo en Pozuelo aunque en mi vida he trotado por muchos lugares.

Nací en Cáceres, en una familia de clase media y soy el mayor de tres hermanos. Mi padre tenía un taller electromecánico de automóviles y mi madre era ama de casa, una mujer muy inteligente y valiente, aunque con escasa formación ya que tuvo que ponerse a trabajar desde niña y hacerse cargo de su familia a la muerte de su madre.

Tuve una infancia feliz entre el colegio y el fútbol, frecuentes salidas al campo y vacaciones con la familia y amigos haciendo camping por España y Portugal,  algo que en los años sesenta del siglo pasado era bastante atípico y te permitía acampar en casi cualquier lugar hermoso que te apeteciera.

Estudié Ingeniería de Telecomunicación en Madrid, donde llegué el año 1968, año de cambios y revueltas en toda Europa. Acabando la carrera fui Jefe de Estudios y Subdirector del Colegio Mayor Santa María de Europa, en Madrid, donde disfruté de uno de los trabajos más creativos y gratificantes que he realizado en mi vida. Eran los albores de nuestra democracia actual, una época de ilusión y esperanza, no exenta de cierto temor a la posible involución política, en la que la sociedad española en su conjunto y la clase política estuvieron a la altura forjando los cimientos del último periodo brillante de nuestra Historia. Además, en ese tiempo, me enamoré de una chica que se convirtió en mi mujer, con la que formé una familia y que, afortunadamente, me acompaña desde entonces.

Abandoné Madrid y comencé a trabajar en mi profesión en la empresa Sintel, filial de Telefónica, en Granada, donde mi hija mayor dio sus primeros pasos. Era una oficina de proyectos para la automatización de la red telefónica rural española. Se trataba de pasar de las telefonistas, operadoras de centralitas manuales, a las centrales automáticas. España se modernizaba. A partir de entonces ya no volveríamos a oír aquello de:

—¡Señorita, señorita, por favor, póngame con Calahorra!

Pasado un año volví a Madrid, donde llegó mi segundo hijo, y al poco comencé con la empresa un periplo internacional que duró diez años y que me llevó a trabajar y vivir en sitios tan diferentes como Trípoli (Libia), Cali (Colombia), donde nació mi tercer hijo, Turín (Italia), Chester (Inglaterra), Buenos Aires (Argentina) y Caracas (Venezuela).

Al regresar a España, tuve que cambiar de empresa y de sector y comencé a trabajar en una empresa pública de comercio exterior, donde mi experiencia internacional era valiosa y donde estuve hasta mi jubilación, como responsable comercial, primero del Pacto Andino y luego también del Cono Sur, viajando muy a menudo a la zona, y por último, como responsable del Gabinete de Estudios donde escribí varios manuales didácticos sobre la capacidad exportadora española en temas como el agua, el ferrocarril o la energía, con especial dedicación  a las renovables.

Aficiones: Aparte de escribir y leer, me encanta la música que acompaña cada momento de mi vida,  pasear por la naturaleza, estar con mi familia y amigos y organizar excursiones para ellos. Me agrada que mi casa esté llena de gente con música de fondo. También disfruto yendo al cine y al teatro y por supuesto jugando al fútbol. Aún a mis años lo sigo haciendo todas las semanas con compañeros y amigos, la mayoría más jóvenes que yo.

Me dedico asimismo al voluntariado, contagiado por mi esposa Carmen que practica desde siempre la entrega a los demás. Hemos estado juntos dos veranos fuera de España, en Bolivia y en Guatemala, con diferentes oenegés y, semanalmente, desde hace más de diez años colaboro con la Comunidad de San Egidio en Madrid repartiendo ropa y comida a los sin techo de la capital de España. Dos de mis novelas, Nadie salió a despedirme y Marina, relatan hechos relacionados con esta labor de voluntariado.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: No es fácil definirse a uno mismo, aunque lo intentaré. Creo que soy una persona sencilla, noble, vitalista, alegre, un tanto tímida, que no habla mucho en público aunque me gusta conversar en privado. No me gusta la gente superficialidad y considero imprescindible el buen humor para sobrellevar esta existencia que, a veces se puede poner muy dura.

Al preguntar a gente que me quiere, y por tanto no muy objetiva, resaltan mi buen carácter, el estar pendiente de los demás y utilizar el humor para sobrellevar situaciones complicadas. Opinan que soy una persona resolutiva que transmite alegría y vitalidad y que trata de pasar desapercibida, pero que por su carisma y buen carácter hacen que sea el centro de muchas situaciones. Dicen, por último, que soy un gran conversador, con mucha capacidad de escucha y empatía. Naturalmente, a todos les debo una invitación.

Otro aspecto destacado de mi personalidad es el inexistente y recién bautizado “síndrome de las manos inquietas”, una gran habilidad para romper objetos cercanos sin apenas darme cuenta, cosa que trae de cabeza a mi mujer, ignoran las compañías de seguros  y es carne de cañón para bromas de mis amigos.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Hay dos mujeres que han influido poderosamente en mi vocación. En primer lugar, mi madre, que siempre me decía cuando le escribía alguna cosa: «Hijo, tienes que escribir». Por desgracia, ella no pudo ver ninguna novela mía publicada y en su honor y como homenaje a su memoria, mis tres primeras obras llevan su primer apellido Casero predominante en los títulos,  E.D. Casero. Espero que disfrute de ellas en el cielo.

La otra mujer que ha sido acicate para mi vocación, y para muchas más cosas en mi vida, ha sido mi esposa, que es mi primera lectora. Y mi primera y aguda crítica, por supuesto.

Aunque, como he dicho, siempre me ha gustado escribir, no empecé a hacerlo en serio hasta que me jubilé hace unos años. Hasta entonces mis escritos, aparte de los manuales técnico-didácticos comentados, se limitaban a reflexiones personales o a cartas, glosas u obituarios de amigos. Desde ese momento, he escrito cuatro novelas y esta nueva andadura de escritor cada vez me parece más apasionante y me llena más.

Escribir me permite expresar lo que me preocupa, resaltar lo que me interesa, mostrar lo que me llama la atención, mis temores y mis sueños. Uno escribe, yo al menos, sobre aquello que lleva dentro y necesita salir, sentimientos que te corroen el alma y que te cuesta expresar. En definitiva, creo que uno escribe para satisfacer una necesidad interior y para compartir con los demás sus preocupaciones, sus alegrías y la visión del mundo que le ha tocado vivir, en un tiempo concreto y en un lugar determinado.

Autores preferidos y por qué: Me gustan autores como Vargas Llosa o Pérez-Reverte. que crean historias ficticias o recrean acontecimientos históricos con profundidad y rigor, con tramas bien estructuradas, lectura fácil y personajes  bien definidos.

Me gusta que el relato se lea bien y tenga contenido. Creo que la novela debe reflejar la complejidad de la vida de la forma más sencilla y amena posible. Como se dice, una buena novela debe contener las tres es: enseñar, emocionar y entretener.

Tu obra favorita de otro autor: El sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno.

Aunque no es una obra de ficción, es un ensayo filosófico, creo que es un libro imprescindible de un genial y atormentado escritor español que influyó mucho en mi juventud.  Podría decirse que es el libro que más veces he leído.

Tu obra favorita de las que has escrito: Me gustan las cuatro que he escrito. Cada una de ellas es fruto de un momento y trata de un tema diferente. Todas son actuales y urbanas a excepción de SOS España que es una distopía. Es difícil decantarse por una. Es como los hijos, cada uno es diferente y a todos quieres. Tengo un gran aprecio por la primera, como quizás todo primer amor, aunque creo que la más completa, difícil y comprometida es SOS España.

La primera, Nadie salió a despedirme, y la tercera, Marina, relatan sucesos relacionados con experiencias de voluntariado en lugares tan distintos como Madrid y el Petén, en Guatemala. Se les podría llamar sociales, aunque para mí, simplemente intentan reflejar la vida, una parte de la existencia real de unos personajes concretos.

La segunda, SOS España, nacida de la preocupación por el futuro de nuestro país, es una distopía basada en la hipótesis, improbable pero no imposible, de una nueva invasión musulmana a España, una nación envejecida, en lucha contra su historia y sus valores morales tradicionales entregada al relativismo y al populismo.

La última, El amor y la cólera en tiempos de Epidemia, bien se pudiera considerar como un cuento, una parábola o una fábula, con personajes entrañables y odiosos, en cierta medida coral, en la que los vecinos de una pequeña localidad, que encarnan aspectos diferentes de la naturaleza humana, son los protagonistas: desde el primero, su alcalde, hasta el último, que podría ser Juanín, el popular tonto del pueblo. No son héroes griegos, sino gente corriente con las ideas claras y una voluntad creadora de cambio frente a los arribistas, falsos profetas, egoístas y malvados de todo tipo que quieren apoderarse del sentir del pueblo.

Tu estilo literario: Creo que los estilos no son departamentos estancos y una novela puede tener un poco de todo. En mi caso escribo novela, ficción, con algo de thriller y gotas de amor y humor como la vida misma. Intento reflejar la vida, la realidad, en sus diversos aspectos, con la enorme ventaja del autor, que puedes modelar el mundo a tu antojo, como te gustaría que fuera o como te apetecería que acabara.

Una cita de un autor que te guste: Se trata de una conocida frase que viene muy bien en los tiempos que corren, del escritorfilósofo y político británico Edmund Burke:

«Lo único que necesita el mal para crecer es que los hombre buenos no hagan nada».

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Se llama Adán. Es la continuación de mi primera novela, Nadie salió a despedirme y trata de las vivencias del protagonista cuando se reincorpora a su nueva vida. Una vida diferente a la que conocía, con problemas nuevos que tendrá que afrontar sin olvidar las circunstancias que le llevaron antaño a caer en desgracia.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Vivimos en una época confusa en la que se humaniza a los animales mientras se animaliza a las personas, en la que es más importante preservar un nido de ave que un feto humano, en la que la ecología, la sostenibilidad o el cambio climático son la nueva religión en la que hay que creer a ciegas, sin preguntar ni indagar racionalmente sobre ello, tergiversando por tanto sus razones y su verdad.

Estamos en un tiempo en el que se pretende de forma soberbia modificar la naturaleza humana a voluntad frente a la biología y a la razón, donde la estupidez, el esperpento o la locura se están haciendo ley, donde se pretende reescribir las normas y palabras de nuestro idioma por ideología e intereses partidistas, donde este mismo idioma no se utiliza para unir y dialogar sino para discriminar y segregar odio, donde se manipula la memoria colectiva y se pretende reescribir la historia de forma partidista.

Es este un momento histórico de cambio de valores, donde el trabajo, la iniciativa y el sudor no tienen recompensa, donde cualquiera te puede despojar de tus bienes y de tu hogar con chulería e impunidad, donde no se fomenta el respeto a los padres, profesores o autoridades, ni se ensalza a las personas por su inteligencia, su saber, su mérito, su bondad o su trayectoria de ayuda a los demás, donde, en definitiva no se impulsa, se promociona o se persigue el bien común, el amor a la comunidad o a los demás, sino la división, el sectarismo y la bronca.

Todo lo anterior forma parte de nuestro mundo actual y es el paisaje en el que nos movemos, pero, lógica y afortunadamente, no es todo. Existe una parte de la sociedad, en la que espero encontrarme, que no está de acuerdo con todo lo anterior, que ama la libertad, que no renuncia a la razón y que se resiste a tanta manipulación, a venerar lo políticamente correcto o a aplaudir la indiscutible merma de la libertad de expresión.

Tus proyectos inmediatos: Seguir escribiendo y seguir viviendo, que no es poco, para ver crecer a mis nietos en un país libre y democrático con valores al alza como el estudio, el esfuerzo, la honradez, la justicia y la verdad.

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