Hui a Japón. La universidad había acabado conmigo. Escapé alocadamente para ir tan lejos como fuera posible y al llegar encontré una realidad tan mágica y turbulenta como la que dejaba atrás. Viviendo entre granjeros y monjes, conocí la cultura más ancestral, elegante y oscura; conviví en lugares recónditos con las almas más venerables y atormentadas que moran entre las montañas y la neblina de los bosques trasformó los días en una ensoñación antes de volver a despertar en la realidad. Mientras viajaba, compartía la soledad de mis aventuras y desventuras escribiendo a don Alonso, otro manchego como yo que también viajaba hacia otras tierras en busca de lo que ambos sabemos y no queremos contar.
Andrés Pinar nace en Alcázar de San Juan, 1992, y es un científico de letras o un escritor de ciencias. Recién graduado en Física, compagina sus estudios en Física Avanzada con la escritura y los viajes. Manchego de nacimiento y de corazón, desde joven sintió el influjo quijotesco de la literatura y la curiosidad por caminar a través de la estepa infinita, pues, en palabras del Hidalgo: «el que anda mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho». Su primera novela publicada, El color de los boniatos, es una adaptación de los viajes del autor a través de Japón, entre granjeros, monjes budistas, desastres naturales y otras muchas aventuras.