Rigorvoh deambula por Susa, capital del Imperio persa, afirmando que es hijo del rey, su humilde aspecto, peores ropas y muy bajo peso, lo hacen objeto de muchas burlas. En contraste, posee una gran intuición, sentido de anticipación, altilocuencia, habilidades y destrezas que le permiten desenvolverse con soltura y ayudar a quienes le rodean. Logra introducirse en palacio, donde se han estado convocando otros, que sin saberlo, son parte del linaje del rey. Con la ayuda de dos ángeles, logra sus objetivos, con los cuales demuestra que con el desconocimiento de los hijos lo que se siembra es injusticia, miseria, resentimiento y dolor, a pesar de que esta práctica sea aprobada por algunas culturas y otras convivan con ella como sucede hasta nuestros días.
Durante años, Silvia Velásquez ha enseñado a leer en los niveles necesarios para que otros comprendieran. Ha escrito las novelas Ajalón, Las Mujeres de Ichó y Egipto, y ha incursionado en el ámbito de la opinión mediante colaboraciones en una revista neoyorkina, para fortalecer y satisfacer el deseo diario de escribir algo para alguien y que eso lo mueva a ser lo que puede ser, a dejar de ser lo que nunca debió ser o por lo menos, a liberarse.