Manuel Fernández

 

Manuel Fernández Manchas de amor tinta y pegamento. Editorial Adarve, Editoriales de EspañaVivo en Gavá, en la provincia de Barcelona; tengo 58 y estoy casado.

Nací en un pueblo pequeño de la provincia de Barcelona, hace ya demasiado. Pero ese tiempo, primero, lo recuerdo poco y mal, pues antes de que cumpliese los dos años, mi familia se mudó a Cornellá, en el cinturón industrial de la capital. De crío lo pasé bien, como la mayoría. No me gustaba el colegio ni tener que estudiar, aunque tampoco se me daba demasiado mal, porque pese a todo siempre fui un chaval obediente y medio lelo, sin capacidad para la rebeldía, un piltrafilla de nota. Así que, conforme con mi destino, leía los librotes, me los aprendía, aprobaba y pasaba el verano en la calle, tan pancho. Ya de adolescente sí que me enganchó la vocación. Planeaba ir a la universidad y estudiar Historia, más que nada por enterarme de qué hicieron nuestros antepasados desde que aprendieran a escribir sobre tablillas de barro. Pero a mis padres les vino mal el asunto. En consecuencia, me borré del instituto al acabar el Bachillerato Superior para colocarme de fotógrafo callejero. Sin embargo, me cansaba de tanto trajín, tanta cámara y tanta soledad tirado por esos barrios de Dios, así que, para prosperar, me apunté a un cursillo de Auxiliar Administrativo a distancia en CCC. Me enviaron varios cuadernos y me regalaron una guitarra como bienvenida. Aplicado, aprendí a tocar el instrumento. Además, tras un psicotécnico y una evaluación a base de pruebas de Cálculo, Derecho, Contabilidad y toda esa basura, me admitieron en el Banco Exterior de España y fui feliz, pues pagaban bien y se trabajaba poco. Como ya me decía mi madre, comprobé que para descansar, lo mejor es buscarse un banco. Ella se refería a los de los parques públicos, claro; yo no. Y ahí sigo; bueno, en BBVA en la actualidad, porque el Exterior pasó a ser Argentaria, Argentaria a BBVA y seguramente en unos años se llame de otra manera, con muchas más letras.

Playa de Gavá. Editorial Adarve, Editoriales que aceptan manuscritos

Playa de Gavá

Así que, como se puede ver, soy un hombre sencillo, sin formación superior; todo lo poco que sé lo aprendí de los libros, del cine, mirando documentales en la tele y escuchando música, y no necesariamente en ese orden. Adoro la cultura popular y reniego de los listos, de los que usan la cultura como arma diferencial y arrojadiza y se pasan todo el día hablando de clásicos que no leyeron jamás o analizando pelis que vieron cuando tenían cinco años, y distorsionan la realidad debido a la nostalgia, digo yo, aunque estaré equivocado seguramente.

Aficiones: Pues no me va el riesgo. No me molan ni el barranquismo, ni las alas deltas, ni levantarme a las tres para ir a esquiar a una montaña perdida. Me gusta enamorarme, la música, el cine y las novelas, ahora sí en ese mismo orden. También toco la guitarra, escribo, hablo sin freno y sigo sintiendo curiosidad por todo, aunque no entienda lo que se me dice, como cuando teorizan sobre el Big Bang o los agujeros negros, pero atiendo atentamente las indicaciones porque soy un gran escuchador, me divierte la cháchara interminable y siempre se te pega algo.

Rasgo más sobresaliente de mi personalidad: Me da vergüenza analizar mi personalidad. Solo lo hago en la consulta del psicólogo o en presencia de mi abogado. No obstante, diré que soy tímido, aunque los que me conocen dicen que nanai, pero yo sé que lo soy. No tengo capacidad de aventura, ya lo dije. Me gusta viajar, sí, pero en tours organizados, de los de guía y hoteles. Tengo buen carácter, aunque cada día me cabreo más con el fútbol cuando pierde mi equipo, pero eso no cuenta, eso le sucede a todo quisque. Y tampoco tengo confianza en lo que hago. Hago lo que puedo y si gusta bien y si no, pues nada, qué le vamos a hacer. Al menos me divertí intentándolo.

Portada del libro Manchas de amor tinta y pegamento de Manuel Fernández. Editorial adarve, Editoriales actuales de EspañaPor qué decidí ser escritor: Me surgió de repente la afición. Buscando un pasatiempo, me apunté a Facebook y me di de alta en una serie de páginas sobre cine y libros. Al poco, incluso, me animé a analizar algunas obras y postear mis delirios. Resultó que a la gente le gustaban mis cosas e incluso se reían; si conmigo o de mí, no lo sé. Entonces comencé a calibrar la posibilidad de extenderme y parir una novela, no sería tan difícil viendo lo que se publica. Me costó unos meses hallar el hilo, no obstante. Al final pensé: «¡Coño, tío!, cuenta tu vida, como hacen todos, pero disimulando una miaja». Y surgió Manchas de amor, tinta y pegamento, una fábula con bastante de biografía exagerada. Me la rechazaron los de RBA. Respondieron que poseía un don extraordinario para la narración —así, con esas mismas palabras—, seguramente por lo mucho que leí, insinuaron. Me llamaron «copión» de modo elegante; tenía un don tan extraordinario que les obligaba a devolvérmela sin dejar rastro porque argumentaban que le faltaba hilo, antagonistas y una cosa muy rara a la que llamaron «jerarquización de materiales». Cabreado, me dije: «¿Queréis hilo y antagonistas?», pues voy a crear una novela negra con un psicópata que te mueres del susto; y de ahí surgió mi segundo relato, Leyendo a Tolstói hasta arriba de ansiolíticos (Crónica sentimental de un asesino en serie). No he vendido un clavel, pues la gente es un poco rácana y no se fía de los desconocidos, pero está nominada como finalista al premio Icue Negro para debutantes del Certamen Cartagena Negra.

Mis autores preferidos y por qué: Es difícil enmarcar una escudería de preferidos. Hoy puede ser una y mañana otra completamente distinta. No obstante, me arriesgaré y resaltaré a aquellos de los que leí casi todo y no suelen defraudarme: García Márquez, Vargas Llosa, Cela, Eduardo Mendoza, Delibes, Vázquez Montalbán, Antonio Orejudo, Agatha Christie, Stephen King y Luis Landero. Supongo que mi estilo está influenciado por varios de ellos.

Gabriel García Márquez. Editorial Adarve, Editoriales de España

Gabriel García Márquez, escritor colombiano, Premio Nobel de Literatura 1982

Mi obra favorita de otro autor: En mi opinión, el mejor libro jamás publicado es Cien años de Soledad. Las razones son obvias: prosa, musicalidad, estilo, trama principal, subtramas, vocabulario, imaginación, humor; en fin, la obra máxima de la literatura, según yo lo veo.

Mi obra favorita de las que has escrito: Como diría un cursi, no puedo decidir a cuál de mis hijos quiero más.

Tu estilo literario: Diría que el thriller tragicómico; ahí me siento más cómodo. Pero el género me importa menos que retratar personajes dispares, enloquecidos, excéntricos, charlatanes. El costumbrismo es lo más, a mi juicio.

Una cita de un autor que me gusta: «Si lo que has de escribir es tan convencional que me lo podrías contar una noche durante una cena, mejor que no lo escribas» (Scott Fitzgerald)

Obra en la que me encuentro trabajando en la actualidad: Trata sobre un inspector retirado, viudo y con cáncer de pulmón, que regresa a Cornellá, al piso de sus padres, en espera de que la parca cumpla con su función exterminadora. En esos meses, una serie de crímenes están sacudiendo la ciudad, de los que él está puntualmente informado porque comparte veladas con su vecino de arriba, un Mosso d’Esquadra, y este le casca sus preocupaciones. En esas vicisitudes, una mañana, otra de sus vecinas le pide por favor que cuide durante unos días a su hijo discapacitado, Ernesto, un chico que padece una enfermedad rara que le impide hablar y moverse. El inspector, amable, acepta y se dedica a pasear por la ciudad explicándole entretanto a Ernesto aventuras de su infancia y adolescencia: de cuando jugaba al fútbol en la calle, de los billares de José María, de cuando le compraba su madre tebeos Marvel de segunda mano en el mercadillo del pueblo y demás, todo con mucha ironía, de tono muy agridulce. Y bueno, no cuento más, pero el niño no está tan impedido cerebralmente como pudiera parecer y hasta a lo mejor le ayuda en su búsqueda aficionada del asesino que campea a sus anchas por el barrio.

Cien Años de soledad. Editorial Adarve, Editoriales que aceptan manuscritosAlgo sobre mi manera de entender este mundo: ¡¡¡Bufff!!! Lo resumiría recordando a un oficial alemán que sostenía, durante la Segunda Guerra Mundial, que uno a uno los italianos eran valientes, pero que en grupo se volvían unos cobardes importantes. Así reflejaría mi visión sobre el ser humano: uno a uno están bien, son agradables, si bien cuando se agrupan se convierten en una pandilla algo peligrosa a la que mejor mantener algo alejada. Aunque tampoco exageremos. Ya dije anteriormente que soy aficionado a la Historia; pues bien, si lees nuestro transitar como especie desde que descubrimos el fuego, la actual es la época más cómoda, más pacífica, justa y solidaria de todas. Es un dato evidente y comprobable, y quien no esté de acuerdo que compre la Enciclopedia Británica y le dé un repaso. Así que algo estaremos haciendo bien, pese a que no debemos bajar la guardia y mejor que continuemos luchando por cuidar algo más del planeta y por mejorar la justicia social y la igualdad.

Mis proyectos inmediatos: Pues estoy escribiendo esa historia del poli y el niño Ernesto. También acabé recién la segunda parte de Leyendo a Tolstói. Como estoy sonado, la he enviado al Premio Planeta para hacerme famoso. Recen por mí.

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