EDITORIALES TRADICIONALES; LA ÚNICA OPCIÓN
Una edición se caracteriza por la realización de una exquisita edición donde se cuida hasta el más mínimo detalle. Así, desde la selección de los manuscritos que más tarde serán transformados en libros, hasta la puesta a disposición de los lectores a través de una distribución adecuada, todo el material que el autor envía a las editoriales debe sufrir una importante transformación cuyo resultado supere los estándares de calidad establecido por las editoriales tradicionales, los más elevados de cuantas editoriales comparten el espectro del mercado español del libro.
Todos sabemos que multitud de editoriales aceptan publicar textos sin corregir que pasan, directamente, a imprimir toda una serie de incorrecciones idiomáticas de ortografía y tipografía. Miren ustedes, por mucho que cambien los tiempos la tecnología transforme nuestras vidas, un texto publicado sin corregir representa una ofensa al idioma castellano y el peor de los descréditos para su autor. Es cierto que una corrección puede suponerle al editor un coste muy alto (entre 500 y 1.000 euros por un libro de 300 páginas), así como un retraso en la producción de libros que resulta un lastre a todas luces. Sin embargo, si un editor lo es de verdad, debe asumir los costes de una edición perfectamente ultimada y ello pasa, necesariamente, por la corrección de todos los textos. Esto es algo que las editoriales tradicionales tienen muy claro y que el resto de editoriales, las llamadas no tradicionales o de autoedición, pasan por alto buscando un negocio rápido con los menores costes posibles.
Son muchos los autores que piensan que «mi amigo X le da un repasillo y lista para ser publicada». Sin embargo, solo un corrector profesional puede conseguir eliminar la mayor parte de los errores de orden ortográfico y tipográfico que contiene un texto. Por decirlo más claramente: las editoriales tradicionales no dejan en «manos de sus amigos» los textos que van a ser publicados: Seamos serios.
La maquetación profesional de los textos es otro de los caballos de Troya sobre el que cabalga la gran divergencia entre editoriales tradicionales y no tradicionales. No hay atajos a la maquetación al estilo tradicional; no lo hay. Chorrear texto corrido sobre una aplicación informática no es maquetar un texto. Ultimar un texto destinado a las editoriales empleando el tradicional Word que todos tenemos en nuestro ordenador no es serio. Es posible que alguos lectores no sepan cómo se llaman las líneas desajustadas (huérfanas o viudas) pero es muy posible que noten la ausencia del trabajo profesional, sobre todo si comparan dicho texto con uno perfectamente ultimado como los que solo las editoriales tradicionales son capaces de abrillantar. También es cierto que muchas plataformas destinadas a la autoedición admiten los textos sin siquiera maquetarlos, lo que no significa que entiendan que se trata de buenos libros; ni mucho menos.
Pero lo más complicado no es maquetar o corregir un libro profesionalmente. Lo más complicado es escribirlo. Por este motivo no se puede entender que un autor permita la publicación de la obra que tantas horas le ha llevado escribir sin maquetar y/o sin corregir.
Todo ello va a repercutir en la posterior impresión de la obra y este es otro punto importante de cara a la futura puesta en el mercado de un libro que deberá cumplir no solo las exigencias de las editoriales tradicionales sino las de los lectores más exigentes que son, definitivamente, sus verdaderos destinatarios. Así, una impresión sobre el papel inadecuado (más barato, por supuesto) propiciará el desprecio de los lectores por una obra y es algo que las editoriales tradicionales no van a hacer por más que los costes de impresión se disparen. El papel deberá ser anti-transparencias para permitir una lectura placentera sin que las palabras de la página del reverso se interpongan. El gramaje del papel es otro factor que las editoriales tradicionales tienen muy presente a la hora de imprimir sus libros: 80 gramos o 90 (según para qué tipo de libros) puede ser suficiente para que una edición esté correctamente impresa. Todo ello frente al escaso gramaje casi transparente (color blanco) que ofrecen a sus autores las editoriales no tradicionales.
Además, las editoriales tradicionales, a diferencia de las no tradicionales, distribuyen sus obras de alguna manera. Cuando hablamos de distribución no estamos refiriéndonos a colocar la obra en ebook en algún portal. Distribuir una obra es una tarea costosa que llevan a cabo las editoriales tradicionales de acuerdo con los distribuidores de libros.
Por último, podemos asegurar que las editoriales no tradicionales no dedican el menos esfuerzo, económico y profesional, a la promoción de las obras literarias que publican. Todo ello frente al coste en personal y la inversión que representa poner en manos de los críticos y difundir no solo la obra sino también al autor de la misma.
Este es el motivo de que hayamos querido titular este artículo como: Editoriales tradicionales; la única opción. Porque la opción «publica como puedas» no debe estar en la cabeza de ningún autor que se precie y valore su obra. Antes de publicar una obra en editoriales no tradicionales debe pensar que está la de publicar en una editorial tradicional y si no le admiten su manuscrito por las razones que sea, siempre le queda la opción de no publicar; será más digno que publicar de mala manera.