Existen dos categorías de personas: aquellas que se pasan de listas (y ganan) y las que no se lo pueden permitir. Héctor Roa Longa, el protagonista de este relato, pretende ganarse la vida sorprendiendo a la gente de su entorno al convertirse en investigador privado. Muy pronto, una atractiva mujer le entrega una considerable suma de dinero para que localice el paradero de su esposo. Sin saber que se está jugando la vida, Roa Longa nos va narrando los diferentes sucesos que empañan una profesión para la que no está capacitado, ¿o sí?

Héctor Roa Longa no es nadie y somos todos alguna vez. Es la circunstancia de la que hablaba Ortega, por la que nos convertimos en algo tan distinto de nosotros que quizá seamos precisamente eso: nosotros mismos. El personaje de esta obra lo define como su propio alter ego singular; una figura a la que el viejo Bukowski nos tenía muy mal acostumbrados. Pero no se preocupe por el autor porque casi seguro que él no va a hacer lo mismo por usted (ya lo irá conociendo).