En los inicios de la Revolución Rusa, aunque en el Parlamento convivían diversas tendencias políticas y aún se encontraban en minoría aquellos a quienes luego llamarían comunistas, buena parte del Parlamento era democrático y coexistían también partidarios del zar, al que se consideraba intocable tras trescientos años desde que los Romanov comenzaran a regir los destinos de todas las Rusias. Fue el regreso de Lenin —procedente de Alemania con destino Finlandia— el que propició un proyecto político que transformaba a los antiguos demócratas en comunistas y generaba una actitud crítica contra las clases dirigentes de Rusia, muy especialmente contra amigos y familiares de los zares: la consecuencia más inmediata resultó la persecución de los Romanov tras los cambios políticos de la Duma. Entre los distintos personajes que aconsejaban al zar, la zarina introdujo a un curioso santón conocido como Rasputín, cuya influencia en la familia real resultaría nefasta. Incluso sectores de la vieja monarquía —que habían sido firmes apoyos del zar—, como la familia Yusupov o como el gran duque Pablo Romanov y su hijo Dimitri, se situaron fuera del marco de los antiguos aduladores de Nicolás II. Rota la fidelidad del pueblo hacia los zares y dividida la propia nobleza ante la ineficacia de las políticas de democratización social, no fue posible salvaguardar la monarquía a pesar de los denodados intentos de Kerensky: demasiado tarde.
Pedro J. de la Peña es profesor titular de Literatura Española Contemporánea desde 1982 en la ciudad de Valencia, doctor en Filología y licenciado en Ciencias de la Información. Constante viajero y frecuentemente invitado a congresos internacionales, ha sido conferenciante en importantes foros como la U. Ricardo Palma de Lima, Feria del Libro de Miami o la Fundación J. L. Borges de Buenos Aires, entre otras. Entre sus publicaciones como volúmenes individuales, han sido especialmente señalados por la crítica su Antología de la Poesía Romántica, publicada en la ed. Júcar en1984 y su estudio El feísmo modernista, publicado en Hiperión (Madrid, 1989), Las estéticas del siglo XIX(Ed. Aguaclara, 1994) y Mito y Realidad de G. A. Bécquer (Ed. Tirant, 2008). Ha ganado numerosos premios literarios: en narrativa destacan el Ciudad de Palma 1974 por Lobo Leal (Ed. Prometeo), el Blasco Ibáñez 1979 por El vacío, vacío (Ed. Prometeo) y el Ateneo de Santander 1988 por Los Años del Fuego (Ed. Plaza & Janés) entre otros muchos galardones.