Carlos Décker-Molina en Plaza catorce de Cochabamba

 

Claudia González y Carlos Décker-Molina en Plaza catorce de Bolivia. Editorial Adarve de España

Claudia González junto a Carlos Décker en la portada del diario digital

El pasado lunes 3 de septiembre el medio digital boliviano Plaza catorce publicó una entrevista al autor y periodista cochabambino residente en Suecia, Carlos Décker-Molina, en donde se refiere a su primera novela, Carlos el lector, y hace mención a Tomasa, su segundo libro publicado en Europa y que saldrá a la venta el próximo 11 de septiembre bajo el sello Adarve.

Claudia González Yaksic es la periodista que llevó a cabo la entrevista en la que el autor resuelve dudas acerca de la creación de su primera novela bajo la idea de que «No hay peor analfabeto que el que no quiere leer», refiriéndose a sí mismo como fiel lector y defensor de la lectura en toda su plenitud, creyendo fervientemente, además, que el libro en formato físico no desaparecerá jamás a pesar de la afluencia de textos digitales y tabletas que permiten su lectura, planteando que «el libro de papel no va a desaparecer, es como si desapareciera la cuchara con que comemos». En la entrevista se refiere, además, al golpe militar de Hugo Banzer que lo alejó de Bolivia y tras lo cual decidió asentarse en Suecia, país que lo ha acogido por más de 40 años. Por ello, se refiere también a su calidad de migrante, a lo que significa adoptar una lengua tan distinta y una cultura absolutamente diferente a la que él cultivó desde niño en su país natal.

Al finalizar, el escritor reflexiona acerca de la diferencia entre el exiliado y el migrante a propósito de la ola de migración que se produce actualmente a nivel mundial y que os queremos compartir:

«Si lees la biblia, encontrarás migrantes y exiliados. Considero que el hombre no tiene raíces porque no es árbol, tiene pies y con ellos se deambula. Las raíces, de las que se habla mucho en estos días, son sólo metáforas en el súmmum del hombre, son olores, canciones, comidas, cielos, noches o amaneceres. Por eso me gusta el mundial de fútbol, pues es la única vez que me permito ser nacionalista en el sentido que le quieren dar a las llamadas raíces (…)»

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