El pasado sábado 19 de mayo en la sala de música del Palacio de Sástago, Rosa M. Sáenz presentó la segunda edición de su novela Matrimonio pactado.
Allí pudo conversar con los asistentes y explicar su estilo y forma de escribir. Además, justificó su nada casual falta de largas y detalladas descripciones, expresando su deseo de que los lectores también puedan utilizar su propia imaginación cuando lean la novela; y con esos toques personales que puedan incorporar a la historia, añadiendo pequeños detalles que no interfieren para nada en la trayectoria de la trama marcada previamente por ella, de alguna manera, la sientan más cercana. El lugar no fue elegido al azar, plantea la autora, pues, al ser un palacio del siglo XVI, permitió darle mayor ambiente y cercanía a la presentación en relación con la historia y sus personajes.
El nutrido público asistente pudo formular preguntas y hacer algún breve comentario que la autora, con gusto, respondió para luego firmar ejemplares. En palabras de la autora, «por el cruce de opiniones tras la presentación, todos parecieron pasar un rato ameno y agradable. Así que, orgullosa y satisfecha con el resultado».
Recordemos que Matrimonio pactado es la historia de Roxana, quien tuvo que abandonar su hogar tras el asedio que este sufrió y en el que murieron sus padres. Ahora, regresa pensando que será para siempre, pero su tía, su tutora legal, tiene otros planes para ella y se descubre comprometida con un desconocido con el que debe partir inmediatamente. Por su parte, Dániel su prometido, teme quedar ligado para toda la vida a una mujer demasiado joven e inmadura. Pese a ello, está dispuesto a darle un voto de confianza e incluso a concederle tiempo para que se aclimate a su nueva vida. Y cuando, al fin, parece que todo empieza a funcionar, de nuevo sus vidas sufren una nueva conmoción que pondrá a prueba sus sentimientos.
Un relato en el que se plasma que mujeres valientes, independientes y audaces, pese a los tiempos que les haya tocado vivir, las ha habido siempre. Y que hombres tolerantes, dialogantes y con una línea de pensamiento adelantada a su época, pese a los tiempos que les haya tocado vivir, también los ha habido siempre.