La vida es como un poema
que siempre estará incompleto
en el que hay que encajar los versos
en el orden correcto
para encontrarle un sentido.
Itziar Ruda empieza a escribir poesía a los 14 años y a los 15 firma su primer contrato de publicación. Cuando descubre la poesía, se imagina todo un universo de letras que componen versos y a su vez poemas. En este libro, los poemas están ordenados cronológicamente y no por emociones, porque su autora ve la vida «como una montaña rusa emocional que cambia diariamente». Ha preferido, pues, no ordenarlos de otro modo porque «al estar las emociones en constante cambio sería estancarse concretamente en cada una de las que se representan en sus poemas». En un principio, este poemario iba a contar con dibujos entre los poemas, pero la autora pensó que «podría condicionar la interpretación que quisiera darle el lector».