Álvaro Pérez Capiello autor de El tubo. Editorial Adarve, publicar un libroResido en la ciudad de Caracas (Venezuela), en un edificio con una vista inmejorable del cerro El Ávila, una montaña que ha inspirado a escritores, músicos y pintores de todas las épocas y estilos. Fui casado, pero me divorcié… Actualmente, no tengo pareja, aunque no me niego a encontrar a esa persona especial que complemente mi vida.

Nací en Caracas, y mis primeros años los pasé en la casa de mis abuelos, en la urbanización La Castellana. Pienso que en muchas de mis novelas se contienen recuerdos de la infancia; de los árboles frutales plantados en el jardín, o de aquella pileta donde fantaseaba explorar tierras lejanas con una rama desprendida de un naranjo. Me considero un constructor de sueños que pretendió, a los cinco años, levantar un edificio con un solo ladrillo. Desde luego, mi papá me apoyó en esta descomunal empresa, y, un viernes a la salida del trabajo, se presentó a casa, enfundado en su americana, sosteniendo un bloque de arcilla que había rescatado de una obra en progreso. ¡Así era él! Estudié economía siguiendo sus pasos, pero nunca dejé de lado mi vocación de creador de ficciones. Estuve en la radio, fui periodista, dirigí una revista cultural, ejercí la docencia, actué en obras de teatro, y trabajo al día de hoy como escritor de tiempo completo en una editorial infantil.

Aficiones: Disfruto mucho nadar en la piscina de mi edificio. Las palmeras y ese sonido cadencioso del agua deslizándose por las rocas, resultan un verdadero asidero para las ideas. Visito, cada vez que puedo, las exposiciones de pintura que engrosan la agenda cultural de la ciudad. Allí, intercambio opiniones con los artistas, los coleccionistas y los críticos de arte. Quizá, ese gusto por la plástica y los acontecimientos más relevantes de la historia, me llevó, a su tiempo, a convertirme en numismático. No podría hablar con propiedad de mis aficiones sin mencionar el placer de viajar y descubrir otras culturas, así como invertir la tarde de un sábado en una sala de cine donde proyecten un filme de misterio y suspense. Como buen pisciano, el agua es mi elemento natural, y las playas del Caribe constituyen los mejores lugares sobre la Tierra.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Soy buen conversador y poseo un aguzado sentido de la observación. Valoro los detalles, pues en ellos reside la esencia de una persona o de una situación. Tengo buen sentido del humor, aunque a veces puedo parecer muy cerebral. En ocasiones, me decanto por la cocina, pues veo en los fogones la oportunidad de ser creativo y experimentar con ingredientes o sabores diferentes. Si tuviera que apostar por un sello distintivo de mi carácter, olvidando todo lo demás, este sería la puntualidad.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: La literatura es un verdadero apostolado… Como ocurre con todas las disciplinas artísticas, uno no escoge ser escritor, así como no elige tener cabello castaño y ojos café. No considero mi vida sin los libros, es algo que hago desde los ocho años de edad. Claro está que, con el paso de los años, el oficio de escribir se perfecciona con mucho trabajo y muchas lecturas.

Autores preferidos y por qué (influencias): Podría nombrar a Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Oscar Wilde, y, en el ámbito de la literatura venezolana, a Oswaldo Trejo, un autor que descubrí en mi juventud y que despertó mi goce de lector con una pequeña novela, bellamente escrita, titulada También los hombres son ciudades, ambientada en Los Andes. De Poe, aprendí la elegancia en el manejo de la palabra y esa sincronía entre los ambientes y la carga sicológica de los personajes. No en balde, se considera a este autor estadounidense el creador de la novela policíaca con Los Crímenes de la Rue Morgue.

Tu obra favorita de otro autor: El Túnel de Ernesto Sabato es, sin duda, uno de los clásicos de la literatura universal. En una frase, se expresa todo: «… en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío». No en balde, Thomas Mann, resumió con una sola palabra la trama de esta novela: «impresionante».

Tu obra favorita de las que has escrito: Siempre he dicho que mi mejor obra es la última publicada, pues cuando escriba algo que no conmueva mi sensibilidad de escritor simplemente dejaré de borronear cuartillas. Diría, pues, que El Tubo (Editorial Adarve, 2023). Una obra que reflexiona sobre la necesidad de mirarnos a nosotros en lugar de erigirnos en jueces de quienes nos rodean.

Tu estilo literario: Me decanto por la novela negra, aunque también dejo espacios para el ensayo, la novela histórica y el cuento fantástico, considerado por muchos como: «el tigre de la fauna literaria».

Una cita de un autor que te guste: Pienso en ese cuento brevísimo de Augusto Monterroso: «Cuando despertó, todavía el dinosaurio estaba allí».

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Me encuentro trabajando en una novela, de género negro, que se enfoca en el aspecto lúdico que caracteriza a los seres humanos, y su relación con las nuevas tecnologías. Las herramientas del mundo moderno, diseñadas para facilitar el trabajo diario y hacernos más confortable la vida, pueden, a la larga, ser el punto de mira de una verdadera historia de terror. Sobre el título, llegará cuando la termine…

Algo sobre tu manera de entender este mundo: El mundo es un lugar muy grande, enorme. Cualquier intento por describirlo dejará muchas cosas por fuera, y no me refiero solo aquí a un trozo de tela que se perfila por las rendijas de la puerta de un coche en movimiento. La diversidad es lo que hace a este mundo tan especial, de allí que, como novelista, siempre aprendo de mis personajes. Para estar conforme con una historia debo sentirla revestida de realidad. ¿De qué otra forma puede conquistarse a un lector? ¿De qué manera ese lector es capaz de compartir, hasta el punto de hacer suya, la oferta creadora del escritor? Hoy, como antaño, la autenticidad es el mayor valor de una obra de arte.

Tus proyectos inmediatos, tanto en lo literario como en lo personal: Escribir, escribir, y seguir escribiendo… Anhelaría que una de mis novelas pudiera ser llevada alguna vez a la gran pantalla. Ja, ja, ja (risas), ojalá un director de cine esté leyendo estas líneas.

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