Sobre mi vida…
Nací el 9 de febrero de 1957 en Aldeadávila de la Ribera, Salamanca. Mi padre era pastor y mi infancia transcurrió más entre las peñas, barrancos y desfiladeros de las Arribes del Duero que en el propio pueblo. Ese cielo nocturno de las arribes, azul como el lino de los tuaregs, preñado de infinitas luces ejerciendo de faro. Los bancales del olivar. Las místicas encinas repujadas por el aire y el Duero haciendo frontera, dejaron su impronta en mi corazón.
A finales de los sesenta emigré con mi familia a Barcelona. Quince años de trabajo en una empresa de microelectrónica. Una actividad sindical, al inicio clandestina, un matrimonio, una hija, ocho años viviendo en un pueblo de Huesca y una separación por el desgaste producido en el camino, me llevaron hasta los cuarenta años.Durante esos años hubo de todo. Algunos días fueron fríos. Otros puro fuego y calidez. Otros grises. Otros húmedos y lluviosos. Otros en los que lució el sol con fuerza. Hubo épocas en las que me sentí fuerte y brillante. Otras en las que el miedo y la inseguridad, me dobló como junco azotado por el viento. Otros en los que creí tener alas. Otros en los que mis pies casi se hunden en el barro…
Así es la vida: un constante caminar, un constante aprendizaje. Aprendemos viviendo cada una de las etapas. De las experiencias que van apareciendo en el camino. Vivir es movimiento. Cambio. Es ser nueva cada amanecida. Aceptar cada incidencia. Cada obstáculo que nos sale al paso. Sin los contratiempos, las batallas, las dudas y las desilusiones no nos haríamos fuertes. No lucharíamos por ideales, no evolucionaríamos.
Tenía cuarenta años y una hija en la universidad, gracias a mi maternidad temprana, y lo vivido me había dejado prácticamente en cueros. Necesitaba vestirme con ropa diferente y respirar un nuevo aire. Esa clase de aire que rompe cadenas. Que deshace los nudos. Los desalientos impuestos. Los imaginados. Los creados por este ego que no siendo es. Que no estando nos machaca. Que sin ser es necesario. Que siendo nos hace humanos.
En el año 1997 realizo un curso de quiromasaje y tras obtener el diploma de profesora me instalo en Soria. Es en esta ciudad donde comienzo a escribir. En el 2000 y el 2002 viajo a China, en concreto a la ciudad de Beijing, donde realizo un posgrado de Tuina, de osteopatía y un curso de Qi Gong. En la actualidad compagino mi profesión de quiromasajista con la escritura.
Sobre mis aficiones…
Mis aficiones son todo aquello que me hace sentir. Que vivo en sus brazos. Leer es uno de mis grandes amores. Escribir es un reto constante, una escuela de sensaciones, de aprendizaje, me siento viva cuando escribo. Pintar es la olvidada de mis manos, que no de mi alma, pero apenas tengo tiempo para que esa poesía muda escriba versos en el lienzo. Amo la soledad, pero también me apasionan las largas tertulias saboreando un café, hablando de infinitos temas. Asistir al teatro y a conciertos. Ver la amanecida junto al mar. Pasear los bosques, los senderos, y mirarme en el espejo de las fuentes, ilumina mi alma de forma especial. Me agrada observar los caminos del aire y escuchar el silencio, en su compañía intento comprender cuantas propuestas o teorías pueden ser pensadas. También disfruto con mis plantas, estimadas compañeras de camino, y plantando un huerto cada año que pese a mis esmeros, el frío soriano suele cubrir de escarcha antes de recoger su fruto.
Algo sobre mi personalidad…
El tiempo y lo vivido va cambiando la personalidad como cambia el paisaje y sus matices. Nuestras necesidades van cambiando con el tiempo y lo que en nuestra juventud nos caracterizaba deja de hacerlo en la madurez, pero es cierto que la esencia con la que llegamos a este mundo no cambia y si no la sepultamos bajo la capa del cansancio, el costumbrismo, la monotonía y el deber impuesto, florece en la edad madura. Quien me conoce dice que soy perseverante, reflexiva, generosa e incansable. Puedo estar de acuerdo, pero creo que hay tres rasgos de mi esencia que me caracterizan a esta altura del camino: el deseo inacabable de aprender –que no de saber–. La capacidad de escuchar y de comprender. La de no juzgar la actitud ajena por muy alejada que esté de mis principios o ideas.
Decidí ser escritora…
Nunca deseé ser nada, en todo caso lo único que hubiera deseado, en el caso de haberlo planteado, sería Ser.
Ha sido el camino, la vida misma, quien se ha encargado de ir dibujando en mi horizonte los senderos que debía transitar. Nunca imaginé que sería quiromasajista, menos aún escritora.
Tal vez siempre fui escritora y nunca me di cuenta. Escribía en el aire cuando me dirigía a mis compañeros en las asambleas como portavoz del comité de empresa. Escribía en los ojos de los amigos de mi hija cuando intentaba aconsejarle en su tierna y turbulenta adolescencia, y durante estos últimos veinte años he escrito en el corazón de mis clientes mientras liberaba las contracturas que les origina el mundo y su corazón.
Escribo poesía cuando estoy a solas con mi alma. Metáforas y máximas cuando hablo con mi gente. Pequeños cuentos cuando me visitan adolescentes inquietos.
Solo escribo novelas cuando la puerta de la intuición se abre. Cuando aparece en mi mente una historia que mi alma desea contar. Aparece desde el inicio hasta el final, aunque al escribirla, a veces me sorprende con la llegada de algunos hechos imprevistos y algunos personajes que son capaces de robarme el alma. Creo que la intuición es la causante de la plasticidad de mis novelas. De la realidad virtual que impregna la descripción de los lugares, de los hechos y de los sentimientos, haciendo al lector partícipe de cuantos acontecimientos físicos y emocionales viven los personajes.
No soy una escritora al uso. Soy más una contadora de historias con un relato diferente. Mi relato intenta ser un puente que une dos ciudades: la del mundo físico y la del mundo espiritual. Intento desnudar al ser humano, sin acritud, sin violencia. Mostrar las pasiones y la naturaleza del alma. Si el lector ríe. Llora. Siente miedo. Rabia. Ira. Amor. Generosidad. Tristeza. Se regocija con el perdón. Se enfurece con la impotencia. Reconoce la injusticia. Es capaz de sentir la humedad del aire en su piel o el rojo y malva de la tarde, mi escritura habrá conseguido el efecto de su causa, que no es otro que descubrir que somos algo más que barro. Y que ese algo más es lo que nos diferencia y nos hace únicos. Que esa unicidad es lo que nos une y hermana a todos los hombres y mujeres que habitamos este mundo.
Mis autores preferidos…
Mis autores preferidos son todos aquellos que me contaron grandes cosas en el tapiz de su escritura. Que crearon sueños. Que me abrieron puertas. Que me obligaron a seguir caminando. Platón, Víctor Hugo, Poe, Dostoyevski, Nietzsche, Kant, Antonio Machado, Homero, Fernando Pessoa, William Blake, San Juan de la Cruz, Lao-Tse, Confucio, Miguel Delibes, Shabestari, Dante… son infinitos.
Mi obra favorita de las que he escrito…
Todas las obras que he escrito tienen un momento especial en mi corazón. Son relatos de mi alma. Del modo en que en ese momento la percibía. El Abrazo del Alba, pese a sus carencias, es especial. Está llena de magia y de color. Fue quien me dijo que podía y que debía escribir. Antigua es búsqueda y consejo. La metáfora convertida en historia, en recurrente consulta, en cabecera. Mi última obra Los Caminos del Aire, es sin duda mi favorita. Hay mucho camino en sus alas. Mucha madurez. Mucha fuerza en el ritmo de su narrativa. Las pasiones del corazón y del alma humana llevan vestido, nombre y apellidos, y tiene la misma magia y el sabor que la primera.
Con respecto a mi estilo literario…
Mi estilo literario es muy personal, aunque lo denominan narrativa y ficción inspiracional.
Una frase…
«El paso del tiempo arruga tu piel, pero la falta de entusiasmo arruga tu alma » (Sócrates)
Obra en la que me encuentro trabajando…
En estos momentos tengo cuatro capítulos escritos de la próxima novela. El tiempo libre del que disponga determinará cuándo estará lista para presentarla en sociedad. En el futuro, medio o lejano, intentaré dar salida a una obra de poesía y otra de metáforas, máximas y fábulas que llevan tiempo guardadas en el cajón.
Sobre mi manera de entender el mundo…
Soy afortunada de vivir en este tiempo. El salto tecnológico en los últimos cincuenta años ha sido espectacular. La ciencia ficción se hizo realidad y dentro de otros cincuenta la ficción actual lo será también. Nunca tiempos pasados fueron mejores, si bien es cierto que los avances no solo se producen en lo bueno, también se avanza en lo malo en la misma medida. Vivimos en un tiempo en el que el comercio lo inunda todo. Está a la venta el amor. La moral. La justicia. La salud. La religión. La espiritualidad…todo está a la venta. Todo es usado para sacar rentabilidad, pero debemos recordar que en el pasado se obraba de igual manera: en el nombre de Dios y de la Justicia se disfrazó el egoísmo y la avaricia, y se hicieron todas las guerras.
Sin embargo, aunque las apariencias me contradigan, el ser humano de hoy está más evolucionado que nunca. Cada día hay más seres humanos que se sienten habitantes de un mundo sin fronteras. Que no creen en los símbolos, en los himnos, ni en las banderas porque saben que solo sirven para acotar, reducir, esclavizar y domeñar al alma humana. Que comienzan a intuir que la Vida es el más bello de los misterios. El amor uno de sus secretos. La inteligencia y la percepción el mayor de los regalos. Unos seres humanos cada día más alejados de la ignorancia, que saben que el don de la equidad, el de la sabiduría, el de la moderación y el de la valentía, son las únicas facultades que le permitirán tejer ese preciado manto llamado Libertad.
Esta es mi manera de entender y percibir el tiempo que me ha tocado vivir, y mientras mis pies dejen huella en el camino, seguiré peleando por ese preciado manto llamado Libertad. Seguiré retando al viento.
Publicaciones:
El Abrazo del Alba (2004).
Antigua (2006).
Los Caminos del Aire (2017).
Notas para el Alma (inédita).