José Antonio Devesa Salmerón – Cartagena de Indias

 

Portada del libro Cartagena de Indias. Editorial Adarve, colección Imperium. Editoriales de España

Conflictos bélicos

Entre los años 1739 y 1748 el Reino de Gran Bretaña y el Imperio Español se enzarzaron en un conflicto bélico que, por el volumen de medios utilizados y el enorme escenario geográfico en el que se desarrolló, principalmente en el Caribe, podría considerarse como una verdadera guerra moderna. El origen del conflicto estuvo relacionado con el comercio con la América española; un inmenso mercado sobre el que la recién instaurada dinastía borbónica trataba de mantener el régimen de monopolio y sobre el que Gran Bretaña había obtenido, en los tratados de Utrecht (1713-1715), que pusieron fin a la guerra de Sucesión Española dos importantes concesiones: el «Navío de Permiso», un barco anual autorizado a llevar hasta quinientas toneladas de mercancías y la licencia para vender, en exclusiva y durante treinta años, esclavos negros, conocida como «Asiento de Negros». Estas concesiones, sin embargo, podían ser fiscalizadas por los navíos de la Real Armada española, cuyos guardacostas tenían el derecho de verificar el cumplimiento de los tratados, interceptando e inspeccionando cualquier buque que navegara por aguas bajo soberanía de la corona, procediendo a confiscar sus cargas si consideraban que trataban de introducirlas de contrabando en las posesiones españolas. Con estos condicionantes el futuro conflicto estaba servido, y entre las principales urbes que estaban en el tablero se hallaba una donde confluyen los hechos que se relatan en esta obra: Cartagena de Indias.

Esta es una vibrante historia, de amor y de guerra, donde se entrecruzan personajes reales, protagonistas de su época, con otros de ficción que bien pudieron haber vivido aquellos acontecimientos extraordinarios.

José Antonio Devesa Salmerón (Cádiz, 1972). Ha residido en las Islas Canarias durante más de veinte años, es licenciado en Historia y siempre se interesó por esta desde el punto de vista divulgativo. Considerando que los conocimientos sobre el pasado, fuera del ámbito de los historiadores, tenía como mejor forma de llegar hasta el gran público la novela: de una forma amena, pero desprovista de los tecnicismos propios del trabajo de un investigador histórico, se decidió por el género de la novela histórica para escribir sus primeros manuscritos. En sus palabras: «introducir al lector en la piel de las personas que vivieron los acontecimientos, siendo lo más fiel posible a los hechos, es la mejor manera de acercar los sucesos pasados al público en general. Nosotros somos el resultado de esas vidas. Tomémonos pues en serio el pasado y honremos a esos hombres y mujeres por lo que fueron y lo que hicieron».

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