Pablo Gasca Andreu

 

Soy un jubilado, casado y domiciliado en Zaragoza. Nací en Vistabella de Huerva (Zaragoza). Allí pasé unos años felices entre huertas, frutales, viñedos, carrascas… que conformaban un paisaje idílico para las correrías infantiles que se interrumpieron, cuando, a los 11 años, la diáspora rural trasladó a mi familia a Zaragoza. Comienza entonces mi etapa estudiantil con los hermanos de la Salle. Son años de formación despreocupada, de amistades perdurables, de fantasías adolescentes, de buenas perspectivas de futuro. Acabado el bachillerato Superior y en pleno franquismo-finalizaba la década del os 60-, no tenía conciencia clara de vivir en un régimen dictatorial y, menos aún, percibía sus consecuencias individuales o colectivas. Entonces, tomo una de las decisiones trascendentes de mi vida: decido estudiar Magisterio. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: estudios medios, cortos y con posibilidades de trabajo. Además, dadas las escasas posibilidades económicas de mi familia, era inviable una carrera universitaria larga. Tiempo habría.

En septiembre de 1972, inicio, con una enorme ilusión y ganas, mi actividad docente. Mi formación académico-profesional era buena sin duda, pero no era consciente de mis carencias vitales, de mi escasa capacidad crítica, de mi reducida amplitud de miras. Mi horizonte intelectual estaba limitado por la educación recibida, por los años de adoctrinamiento, por la información manipulada, por los análisis sesgados. Naturalmente, tenía el empuje juvenil, el inconformismo, la espontaneidad, la capacidad de adaptación, el ansia innovadora…Éramos una generación surgida de la implantación de la “victoria” y de la voluntad de los vencedores. No fuimos niños de la guerra, ni sufrimos las penurias posteriores, pero se va materializar en nosotros y en nuestra educación toda la carga ideológica del régimen emanado de ella. Nada sabremos de la lucha de los vencidos, de sus miserias y sufrimientos, de su desesperación existencial. El oscurantismo y la distorsión convivirán con nosotros inculcándonos los atavismos más rancios y conservadores del nacionalcatolicismo vigente. Son años convulsos de una época tenebrosa y oscura que había sumido al país en la frustración y el desespero. Sin embargo, atisbos de esperanza moteaban el horizonte existencial de los españoles.

Acabado el servicio militar, en septiembre de 1975, comienza mi periplo docente por el mundo rural aragonés: Cariñena, Allepuz, Daroca, Leciñena…

Franco agonizaba y al régimen se le rompen las costuras del inmovilismo e intenta un incipiente aperturismo, pero sin renunciar todavía a los axiomas del atavismo rancio y conservador de siempre. Sus contradicciones habían alimentado la hidra de diversos terrorismos-ETA, FRAP, GRAPO, etc.- que desafiarán al estado franquista golpeándolo con virulencia.

Son los años de la Transición. Las circunstancias van conformando en mí una personalidad política y social nueva que renegará de los atavismos anteriores, abrazando postulados más acordes con la realidad del momento. Sin ser un activista, tomo conciencia del momento y participo, con entusiasmo, en el incipiente sindicalismo capaz de grandes movilizaciones reivindicativas-plantillas, concursos, dedicación exclusiva, construcciones escolares…-que mejorarán las condiciones laborales de los enseñantes y una potenciación notable de la escuela pública. También, formo una familia y, en un plan rígido nocturno, me licencio en Geografía-Historia por la Universidad de Zaragoza.

Descubro también con emoción el poder transformador de la música. Mi entusiasmo por los Beatles sigue intacto, pero Víctor Jara, Quilapayun, Dylan o Joan Báez alimentan mis nuevas inclinaciones. Naturalmente, vibro también con la música reivindicativa de Raymon o Lluís Llach, y, cómo no, con nuestros entrañables Labordeta, Carbonell o La Bullonera. Sin embargo, mi predilección especial iba para Serrat, Paco Ibáñez y Joaquín Díaz, pues me hicieron descubrir la musicalidad de la poesía y me reconciliaron con las figuras transgresoras de Lorca, Alberti, Machado o León Felipe. En la soledad iluminadora del mundo rural, plasmo mis añoranzas y nostalgias en algunos poemas y escritos que revelaban ya mi interés por la literatura. Para muchos jóvenes como yo, fueron momentos de vivencias emocionantes que despertaron en nosotros la conciencia política, las ansias de la libertad sustraída, la lucha por los derechos sociales y laborales, la conquista de la soberanía popular representada en auténticas instituciones democráticas.

Dejándome-como otros muchos maestros-la juventud en los pueblos, llegamos a la mitad de los 80. Aparece la LOGSE y con ella nuevas especialidades en la escuela-E. Física, Música, Idiomas, Pedagogías Terapéuticas…-que abren expectativas novedosas de promoción profesional y de traslados. Con Barcelona-92 en el horizonte, se implanta el Plan de la Extensión de la E. Física y el Deporte en la escuela; en 1986, me adhiero a dicho Plan y, en el curso 1990-91, me traslado al C.P “Gascón y Marín” de Zaragoza como especialista en E.F. Allí, impartiré dicha asignatura, compaginada con mis funciones de Director, hasta mi jubilación el 31 agosto de 2012.

Aficiones: Creo ser un gran lector, amante del deporte que practico con regularidad-running, ciclismo, esquí, montañismo, ajedrez…- y me encanta viajar.

Rasgo más sobresaliente de tu personalidad: Me considero una persona sencilla, empática, afable; emotivo, activo, secundario, por tanto, flemático y algo tímido; soy constante, tozudo y con gran capacidad de trabajo.

Cuéntanos por qué decidiste ser escritor: Siempre me ha gustado escribir, pero mis obligaciones familiares y laborales no me lo permitían y tampoco puse mucho empeño en ello. No obstante, en mi primera juventud, sí escribí algo de poesía.  Como ya he dicho, el gusanillo literario quedó larvado y latente hasta que, pensando en la pronta jubilación, surgió arrollador en mis prioridades de tiempo libre. Ya no había excusas y lo primero que hice, al jubilarme, fue apuntarme a un taller de escritura creativa. Desde el primer momento, me encantó la actividad: por los compañeros, por el profesor, por el ambiente tan favorable para despertar en mí algo que llevaba aletargado en mi mente durante muchos años. Durante dos cursos, me imbuí en las tareas semanales de crear pequeños relatos que leíamos ante la clase y que el profesor nos corregía y aconsejaba. Pronto, adquirí confianza e intenté aplicar las diversas técnicas narrativas en textos que tuviesen un estilo propio y una cierta calidad literaria. Me gustó también la idea de auto editarnos un libro con una selección de relatos que aportábamos cada uno de la clase. Nos sentíamos incipientes escritores.

Por mi parte, todo cambió en el tercer curso 2014-15. El profesor nos sugirió visitar una exposición fotográfica en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Eran fotos sobre la guerra civil española, hechas por el fotoperiodista catalán Agustín Centelles. Todas eran extraordinarias, pero yo me quedé con una “Tras las alambradas de Bram”. Fue una revelación para mí, pues había que hacer el relato semanal inspirado en una de aquellas obras de arte.

Mi relato sobre la odisea personal de un joven combatiente republicano hasta llegar al campo de concentración de Bram gustó mucho al grupo. Enseguida, me di cuenta que allí había tema para una potencial novela histórica. Así fue como escribí mi primera obra larga “Tras las alambradas de Bram”, pero que curiosamente es mi tercera novela publicada.

Benito Pérez Galdos

Con tiempo y ganas, me lancé a la aventura de escribir relatos sobre temas históricos materializados en obras como: El alba de América, Sueños imposibles, Etiología de un ocaso, El conquistador andaluz, Gritos de libertad e independencia…, unas ya publicadas y otras todavía no.

Autores preferidos y por qué: Como historiador, obviamente los autores de obras históricas son mis preferidos: Ken Follet, Julia Navarro, Magdalena Lasala, Javier Cercas, Pérez Reverte… Naturalmente, me gustan mucho los novelistas clásicos Dostoievski, Tolstoi, Balzac, Flaubert, Valera, Blasco Ibáñez, Baroja… y, especialmente, Benito Pérez Galdós. Todos son grandes maestros de la narrativa de lo que es susceptible aprender algo: estilo propio, vocabulario selecto, ritmo e interés narrativo…

Tu obra favorita de otro autor: Me gusta la serie de los “Episodios nacionales” de Pérez Galdós. Su forma de contar la historia en primera persona, a través de los personajes que protagonizaron los hechos es técnica que yo utilizó, con frecuencia, en mis novelas.

Tu obra favorita de las que has escrito: Obviamente, de todas me siento muy orgulloso, pero mi favoritismo recae en “Alba de América”.  Mantiene la tesis que, antes de Colón, el nuevo continente fue “visitado” por “gentes diversas”, desde los albores de la historia: navegantes prehistóricos, fenicios, egipcios, pescadores japoneses, comerciantes chinos, guerreros vikingos, templarios franceses, navegantes españoles y portugueses… Mediante diversas historias, ordenadas cronológicamente, hasta el mismo Colón la obra va contando estas “visitas”-más o menos significativas- con argumentos coherentes que aportan pruebas de que esto pudo suceder así y que nos obligan a revisar la historia falseada del descubrimiento de América tal como nos la han contado.

Tu estilo literario: Todos mis trabajos son novelas históricas centrados en contar la Historia a través de los personajes que la protagonizaron haciéndola más asequibles, más amena y verosímil. Todo ello relatado en un estilo cuidado, un vocabulario selecto y con textos de buena calidad literaria.

Una cita de un autor que te guste: “La política es un juego sucio de compadres “. Siempre me ha gustado esta definición tan original que hace Pio Baroja sobre esa actividad humana que concentra, a la vez, sencillez y profundidad.

Obra en la que te encuentras trabajando en la actualidad: Estoy acabando “El sueño de la hilandera” sobre la polémica y legendaria emperatriz bizantina, Teodora. A mi entender, un proyecto ambicioso y complicado, felizmente alumbrado y ejecutado.

Algo sobre tu manera de entender este mundo: Redacto estas líneas en plena crisis afgana, con la pandemia desbocada, con Haití devastado… signos de un mundo globalizado, desigual y cambiante, que no invita al optimismo o la alegría. Todavía, estamos a tiempo de atajar un cambio climático galopante que deteriora el planeta; de controlar en origen una emigración desestabilizadora; de parar el tráfico de armas que alimentan guerras sangrientas que ocasionan miles de víctimas y refugiados; de ser solidarios con los países que sufren el hambre o la enfermedad. Si no es así, la humanidad estará abocada al determinismo de una sociedad distópica, egoísta e injusta. Claro que me gustaría creer en un sueño fraternal e igualitario de futuro que nos reconcilie con la solidaridad, la tolerancia y el respeto.

Tus proyectos inmediatos: A nivel personal, seguir disfrutando de la jubilación en familia y salud. Literariamente, continuar la tarea creativa, concluir la novela “El sueño de la hilandera” y comenzar un nuevo proyecto ambientado en el marco del final de la España visigoda y el nacimiento de Al-Andalus.

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