Mario León Ramírez Jiménez – El viandante. Bien y mal

 

Portada del libro El viandante. Bien y mal de Mario León Ramírez Jiménez. Editorial Adarve. Publicar un libro

Trabajando por la injusticia

Realidad que vivió un profesor misionero y clérigo de determinada colectividad con presencia en todos los continentes. A su carisma personal solo le satisface estar entre los marginados y olvidados en lugares de difícil acceso por distancia y geografía. A su debido tiempo de servicio, solicita el indulto del colectivo para que se le exonere de los votos emitidos de pobreza, castidad y obediencia y así dar comienzo a una nueva vida bajo otro estado civil, libre de ataduras religiosas. Su aventura da comienzo calzando las sandalias del otro con los infortunios y satisfacciones que encuentra en su camino. Presencia escenas escalofriantes de abuso infantil mientras estaba en plena formación básica Secundaria, luego Superior filosófica y teológica, esencialmente exigidos en su preparación dentro de un semillero. En las visitas pastorales campesinas en Sudamérica, enfrentó a padres de familia practicantes de incesto, que dejaban embarazadas a sus propias hijas, denunciando los mencionados hechos. Nos narra, además, cómo rescató de la pobreza a una abuela inválida y a su bisnieta y cómo esta niña campesina, con ayuda de la caridad, escaló socialmente hasta encontrar un estatus entre las élites. Nuestro protagonista siguió trabajando y predicando para los más necesitados desde diferentes puestos, en medio de una injusticia visible y compleja.

Mario León Ramírez Jiménez es licenciado en Etnoeducación, énfasis en CC. Sociales por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (Colombia), diplomado en Antropología por el Instituto Misionero de Antropología-UPB filósofo y teólogo: Sobre él, comenta: «Algunos me identifican en mis recorridos misionales como sacerdote y docente. Mis apellidos Ramírez Jiménez, son sin alguna duda patronímicos; en cuanto al nombre de Mario, es recuerdo de mi tocayo padrino de bautismo; el de León, espacio donde mi madre, Teresa de Jesús, me parió y mi padre, Mauro Gerardo, me recibió con orgullo de progenitor. Ser misionero español, clérigo religioso colombiano, docente licenciado, vigilante diplomado en seguridad, conserje, obrero, portero y otros oficios; misionar en selvas impenetrables, escuchar las angustias de mis estudiantes, núcleos familiares y amistades; vivir en medio de una guerra abierta, defendiendo los derechos humanos, ser señalado por detractores egoístas y envidiosos de mis similares; secuestrado, perseguido y exiliado».

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