Mi nombre es Jorge Iván Ortiz Tangarife, tengo 29 años y vivo en un municipio llamado La Estrella, en el departamento de Antioquia, Colombia. Soy ingeniero administrador y especialista en analítica. Ambas carreras las realicé en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente adelanto estudios en Literatura con la Universidad Autónoma de Bucaramanga y trabajo como analista de riesgos en el sector financiero.
Mis principales aficiones son la lectura y la escritura, y algún día quisiera poderme dedicar enteramente a ello. Por lo pronto, dedico gran parte de mi tiempo libre a avanzar en mis novelas y a escribir uno que otro cuento. También disfruto mucho viendo series de televisión, especialmente aquellas de aventura, misterio y fantasía. Me gusta escuchar música y hay varios géneros musicales de mi agrado; podría decir que soy un tanto crossover. Sin embargo, cuando estoy escribiendo, suelo escuchar Epic Music y he descubierto que es una de las maneras a través de las cuales encuentro inspiración. Entre otras aficiones puedo destacar: bailar (cuando la pandemia lo permitía), nadar, jugar videojuegos y pasar el tiempo en familia.
Soy un hombre reservado y un poco tímido. Suelo ser reflexivo y me gusta pensar mucho las cosas antes de hablar. Creo que es mejor tomarse un poco de tiempo en meditar una respuesta que apresurarse a decir cosas que puedan causar alguna herida. Soy pésimo para improvisar y contar chistes, pero me divierto escuchándolos.
Siempre me gustaron las historias, tanto las que escuchaba de labios de mi familia, de mis amigos o de cualquiera que estuviese dispuesto a contar una. Y, como ya dije antes, también me han encantado las historias que se encuentran en los libros y las que veo en televisión, sea en una serie o película. En un momento de mi vida, cuando tenía alrededor de 14 años, decidí que también quería crear mis propias historias, que algún día alguien pudiese deleitarse con una historia surgida de mi imaginación. Así fue como comencé a dar mis primeros pasos en la escritura. Al inicio fueron algunos relatos y cuentos, pero sentía que en un texto tan corto no podía dar suficiente rienda suelta a mi imaginación. Por ese motivo quise arriesgarme en el mundo de la novela y empecé a construir historias mucho más largas en donde pudiese desarrollar mejor a mis personajes y en donde ocurriesen tantas situaciones que un lector solo quisiese seguir leyendo hasta poder descubrir cómo se desenvuelve al final todo lo que poco a poco se fue tejiendo a lo largo de la obra. Así fue como escribí tres novelas que aún requieren un poco de afinación. Espero algún día poder volver sobre ellas, reconstruirlas y que puedan ser dignas de que un lector pose sus ojos sobre ellas. Luego, escribí una cuarta: El Lamento de los Cisnes I: Preludio de Tormento. De las que he escrito, considero que es mi favorita, la más elaborada y la que ha tenido mayor complejidad. Escribir una historia no se trata solamente de dejar brotar las palabras de la imaginación y plasmarlas en el papel, también se requiere de cierto rigor investigativo, si se desea que la historia sea lo más verosímil posible. Y eso es algo que El Lamento de los Cisnes me ha exigido: investigación y conocimiento sobre ciertos temas como los relacionados con la navegación, con la forma de vida en una isla, etc. Por el momento, espero que esta novela sea una trilogía, pero como van las cosas y con tantas ideas que me van surgiendo a medida que escribo la segunda parte, podría llegar a ser una tetralogía.
Mis autores favoritos son Shakespeare, Edgar Allan Poe y George R.R Martin. Hay muchos más que listaría, pero no quisiera extenderme. Las obras de teatro de Shakespeare y los cuentos de Poe fueron mis compañeros de adolescencia y primeros años de juventud. Son obras dignas de leerse y releerse, y cada vez la sensación será distinta. A Martin lo admiro profundamente por su capacidad de dar vida a una historia monumental, trepidante, compleja y atrayente como Canción de Hielo y Fuego. De cierto modo, creo que los tres han influido en la manera como escribo y el sueño de todo escritor es que su obra, ni siquiera él mismo, trascienda el tiempo como lo han hecho las de estos tres grandes autores. Sin embargo, si me preguntaran cuál es mi obra favorita, tendría que mencionar una que no es de ninguno de los tres. En realidad, mi libro preferido, el cual he leído hasta el cansancio, es de José Zorrilla, y se titula Don Juan Tenorio. Hay algo en esta obra de teatro que me hace volver a ella una y otra vez. Tal vez sea su ritmo, sus versos insignes, sus escenas fantásticas o simplemente la historia de este hombre transgresor que al final de sus días es perdonado. O todo esto a la vez. Sea como fuere, esa sería mi respuesta si alguien me preguntase por mi obra favorita. En general, me inclino bastante por las obras del romanticismo español, francés e inglés.
Una de mis frases favoritas es de Shakespeare. Se encuentra dentro del mismo famoso soliloquio de Hamlet de ser o no ser. Y la frase dice: «Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos haces unos cobardes, y la ardiente resolución original decae al pálido mirar del pensamiento».
En la actualidad, me encuentro trabajando en la segunda parte de El Lamento de los Cisnes. Incluso ya tengo un nombre tentativo. Ya he escrito varios cantos, pero aún faltan muchas páginas por escribir y muchos lamentos por entonar. Por el momento, espero dedicarme a culminar esta saga para, luego, continuar con la reconstrucción de una de las obras que ya había escrito y que, esta vez, no se trata de una novela de aventura y fantasía como El Lamento de los Cisnes.
Considero que la vida es de los soñadores, pero no de aquellos que se quedan anhelando la materialización de sus sueños, sino de los que, a pesar de todas las adversidades y de que nadie más crea en ellos, hacen todo lo posible por alcanzarlos, aunque ello conlleve sacrificios, lágrimas y, en momentos, ganas de echarlo todo por la borda. Si tienes un sueño, no lo rezagues, ahora es el momento, poco a poco puedes ir trabajando en él, y cuando menos te lo esperes, lo habrás hecho realidad.