Estudiante de grado en Lengua y Literatura españolas, la obra que aquí se presenta es su primera publicación, que nace de la pasión por la mitología del panorama romántico y de una profunda curiosidad por lo espiritual. Admiradora de la cultura asiática y las leyendas vinculadas a los personajes místicos de su literatura, es también una fanática de los manga japoneses, hasta el punto de inspirarse en ellos a la hora de dar vida a sus personajes.

Me llamo Daniela Montero Cosano, actualmente resido en Málaga, tengo treinta años —casi a punto de cumplir treinta y uno—, y ahora mismo me encuentro en pareja con un hombre extraordinario.

Nací y crecí en Málaga, y, como comenté en alguna que otra entrevista, el mundo literario no llegó a mi vida hasta que cumplí los diecinueve años, si recuerdo bien. Con esa edad pasé por una serie de eventos dolorosos, y al sentirme tan deprimida, sola y decepcionada, hallé en el arte de la escritura un refugio, algo que me permitía abstraerme durante un rato de la cruda realidad que vivía en aquel entonces. Durante muchos años solo fue una afición; me encantaba ese ratito que dedicaba a escribir sobre mis locuras, aventuras, sueños…; de hecho, incluso mi propia familia se sorprendió mucho cuando les comuniqué que iba a publicar un libro —me reí bastante—.

Como dato curioso de mí, desde bastante jovencita trabajé en las temporadas altas como animadora turística en varios hoteles de Benalmádena y Marbella; decidí estudiar, a su vez, la carrera de Turismo, pero pronto comprendí que no me llenaba, así que acabé por dejarla. En la actualidad me encuentro cursando el grado de Lengua y literatura españolas a través de la UNED y dedico casi todo mi tiempo a crear historias que espero que les gusten a mis maravillosos lectores.

Tengo muchísimas aficiones; no obstante, destacaría como favoritas cocinar, nadar, leer, escribir, ver series y películas de terror. También me encanta pasear con mi perra Zura y pasar las tardes de verano en la playa junto a mis seres queridos.

Si yo tuviera que decir cuál es el rasgo más marcado de mi personalidad —dejando la modestia a un lado—, algo que me define sin lugar a duda, sería mi empeño por ayudar, apoyar y cuidar a las personas que quiero; sin embargo, mis seres queridos también mencionaron algunos otros en los que todos coincidieron —y, muy a mi pesar, reconozco que estoy de acuerdo con ellos—: la terquedad, lo mucho que me aíslo cuando me sobrepasan los problemas, mi irritante perfeccionismo y lo «mandona» que soy. Y sí, es cierto, culpable. A veces me siento como una mamá que debe aconsejar y proteger a quienes amo.

Nunca decidí ser escritora, llegó solo, de manera muy natural; de hecho, jamás pensé que sería capaz de escribir una novela y cierto es que ya me encuentro escribiendo la tercera. Como mencioné, pasé años escribiendo por y para mí, por diversión y evasión. En 2020, ese año que sacudió nuestras vidas y el mundo, creo que algo en mi cabeza hizo clic. En el confinamiento tuve mucho tiempo para pensar, para reflexionar sobre la vida y si realmente estaba viviendo como a mí me gustaría, es decir, si realmente era feliz y estaba satisfecha con mi vida. Y la respuesta fue un «no» rotundo. Dejé atrás muchas cosas, a muchas personas, y decidí echarle coraje para comenzar a emprender un camino muy distinto y, hasta el día de hoy, no me arrepiento de haber tomado esa decisión.

Autores favoritos tengo muchísimos, y he de reconocer que van cambiando conforme pasa el tiempo. Estudiando Lengua y literatura españolas, quedé fascinada por algunas obras de Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Rosario Castellanos, Rubén Darío, Calderón de la Barca, Bécquer, César Vallejo y Pablo Neruda —por solo mencionar unos pocos—, pero hay muchos más. 

La sangre de eva portada

Sin duda, fueron unos grandes referentes que me ayudaron a inspirarme, pero, sobre todo, a aprender; por otro lado, si me centro en la literatura más actual, mis autoras preferidas son Lena Valenti y Naomi Novik, entre otras. Leer a Lena y sus historias subidas de tono, junto a su sencillo estilo y su gusto por la mitología, me ayudó mucho para escribir mi libro La sangre de Eva, y algo parecido sucedió con Naomi: quedé encandilada por su habilidad única para describir escenarios y su capacidad para envolverte en todas sus tramas.

Me cuesta muchísimo decidirme por solo una obra favorita, la verdad, pero un libro que he leído una infinidad de veces es El libro de Jade, de Lena Valenti. Bueno, ese y toda su saga, Vanir, que es absolutamente brillante. En cuanto a las mías, actualmente solo he publicado La sangre de Eva y, aunque reconozco que me encanta mi segunda obra —que no tardará en salir—, a esta siempre le tendré un cariño especial.

La sangre de Eva se encuadra en el género romantasy, aunque la verdad es que escribo un poco de todo. En la actualidad estoy concentrada en la fantasía, la poesía y, sobre todo, el romance; probablemente es así porque me siento muy cómoda y resuelta con dichos géneros. Me encuentro trabajando en varias obras al mismo tiempo: mi tercera novela, A nueve años de distancia de ti, y un poemario, que no dejará indiferente a ningún lector.

A la espera estoy de que se publique mi segunda novela, que, si todo va bien, saldrá a finales de este año o principios del siguiente. ¡Espero que os guste mucho y me encantaría que tuviera un cariñoso recibimiento!

 

Una de mis citas de otro autor favoritas es:

 

«Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer», de Plutarco.

 

 

La literatura, si soy completamente honesta, me parece un mundo tan bello como poco gratificante; es un camino largo y empinado que, en ocasiones, sobre todo al comienzo, te colma de impaciencia y frustraciones; aun así, sería incapaz de dejar de escribir. Yo siento que nací para esto, que esto es lo que se me da realmente bien, mi razón de vida y, por supuesto, es a lo que quiero dedicarme durante el resto de mis días. Se trata de una profesión a la que hay que dedicarle más horas que un reloj, un mundo competitivo en el que los autores no solo pueden limitarse a escribir para, al menos, tener una oportunidad; debemos esforzarnos muchísimo y sobrellevar la presión lo mejor que podamos. 

No obstante, también sé que quienes aman escribir con todo su corazón nunca dejarán de intentarlo, sin importar cuánto cueste. Con esto animo a todos aquellos que acaban de descubrir este hermoso arte que, aunque no siempre será tan idílico como imaginasteis, lo disfrutaréis de principio a fin, a pesar de las dificultades. Os lo aseguro.

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